Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Virginia Bolten (1876-1960)

A mediados del siglo XIX un joven idealista que contrariaba el régimen alemán, viajaría desde Europa hasta dar con las costas chilenas, y desde allí cruzar la cordillera que lo llevaría a la provincia de San Luis, en tierras argentinas. Allí conocería a quien sería su pareja y con la cual tendría cuatro hijos, una de ellas Virginia, quien una vez alcanzada la adolescencia tomaría un camino distinto y alejado de su familia. Virginia abandonó el hogar para empezar a andar mundo, radicándose en principio en la ciudad de Rosario, donde la Refinería Argentina de Azúcar prometía varios puestos vacantes para el sector obrero. Allí no sólo conseguiría trabajo sino también marido, contrayendo matrimonio con un anarquista uruguayo militante del gremio de los zapateros. Muy pronto Virginia sería víctima de los abusos a los que eran sometidos los empleados de la refinería, las pésimas condiciones de trabajo y las insufribles y largas horas de jornada. Sin amedrentarse, sabiéndose la portavoz de una lucha necesaria, Virginia comenzó a incentivar los ánimos decaídos de los obreros, instándolos a que se unieran para reclamar en conjunto por una mayor justicia respecto a los derechos de los trabajadores. Virginia no estaba interesada en dar inicio a ningún movimiento, solamente reclamaba por lo que sabía que valía la pena insistir, y a pesar de que sus arengas públicas pudieran incriminarla como una anárquica, según los estamentos legales. El 1 de mayo de 1990, en conmemoración del Día Internacional del Trabajador, Virginia lideraría una marcha pacífica por las calles de Rosario, y ante un público numeroso, conformado principalmente por el sector obrero del gremio azucarero, Virginia se consagraría como la primera oradora que se dirigió a una concentración sindical en la Argentina, y por lo que más tarde sería detenida supuestamente por delito de “propaganda anarquista”. Una vez salió de prisión, la virtuosa oradora se dedicaría a recorrer las ciudades de San Nicolas de los Arroyos, Campana, Tandil y Mendoza, enarbolando las banderas de los obreros agremiados en favor de sus propios derechos. Por esa época sería despedida de la refinería, y a partir de 1896 y durante los siguientes tres años, Virginia estaría comprometida con la difusión de un periódico que ella misma editaba de su propio bolsillo con lo poco que ganaba trabajando en una fábrica de zapatos, y de allí que al final de cada de una de las nueve ediciones que logró publicar, se anunciaba su continuidad y advertía sobre una próxima e incierta entrega con la siguiente cita un poco desesperanzadora: “Aparece cuando puede”. La Voz de la Mujer se convirtió en el primer periódico anarco-feminista publicado en Argentina, y su lema bastante rebelde es así recordado: “Ni Dios, ni patrón, ni marido”. En sus escritos Virginia defendía a los trabajadores, y en especial a las mujeres, exponiendo las injusticias a las que continuamente se veían confrontados, y así mismo se valía para difundir el pensamiento y la ideología del comunismo libertario. Así se expresaba ya a la edad de los 20 años: “Si vosotros queréis ser libres, con mucha mayor razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del varón; ya se acabó aquello de anarquía y libertad, las mujeres a fregar.Por aquellos días también colaboró como redactora y corresponsal de los periódicos anarquistas, La Protesta Humana y El Rebelde, y apenas entrado el siglo XX sería arrestada por organizar una contramarcha que se oponía a la tradicional procesión católica de la Virgen de la Roca. Para impulsar sus proyectos artísticos, educativos y culturales, Virginia, junto a otros anarquistas, fundaron la llamada Casa del Pueblo, donde solían dictarse talleres, presentarse algunas piezas teatrales, convocarse a las tertulias literarias y a lecturas de poesía, y servir como centro de exposición artística y de mítines políticos, debates y discusiones. A finales de 1901 volvería nuevamente a prisión. El motivo fue el mismo: difusión de propaganda anarquista. Esta vez ocurriría en las puertas de la refinería, donde la policía acudiría para sofocar una incipiente revuelta de obreros y que acabaría con la muerte de un trabajador. En 1902 viajó a Uruguay, y el Día del Trabajador lideró en Montevideo las manifestaciones obreras, denunciando públicamente en una de sus reconocidas arengas los motivos por los cuales debería derogarse la Ley de Residencia de Argentina que se aplicaba a los exiliados anarquistas. Durante los dos años que pasaría en Montevideo, la agitadora anarquista ideó una campaña para despojar del control que ejercían desde siempre los capitales británicos en la industria agrícola, y que a la postre llevaría a la nacionalización de estas empresas y monopolios privados. También haría parte del Sindicato Portuario y lideraría una huelga de choferes. En 1904 regresa a Argentina y se convierte en integrante y promotora del Comité de Huelga Femenino planeado por la Federación Obrera Argentina (FORA), arengando principalmente al gremio del Mercado de Frutos de Buenos Aires. Por aquellos días el tanto trasegar hicieron mella en la salud de la infatigable Virginia, y serían sus amigos intelectuales y artistas quienes reunirían un fondo de dinero para poder asistirla. En 1905 el Partido Radical persiguió, arrestó y finalmente deportó a los más notables anarquistas, entre los que caería el esposo de Virginia, pero no ella. Por esto la pareja decide que será él quien se quede a cargo de los hijos y se establezca en Uruguay, mientras Virginia permanecerá en Buenos Aires con una falsa identidad uruguaya. Dos años más tarde, participando en una huelga convocada por el Centro Femenino Anarquista, Virginia es detenida, y su falsa identidad es develada por las autoridades, por lo que es deportada a Montevideo, donde finalmente se reunirá con su familia. Pero allí no cesaría su lucha. Su hogar serviría durante años como un centro de refugiados políticos y de todo tipo de exiliados anarquistas deportados desde Argentina. En 1909 encabezó las protestas que alzaban su voz en reclamo por las represiones brutales acaecidas ese mismo año en las manifestaciones pacíficas del 1 de mayo en Buenos Aires, donde murieron más de una docena de obreros. Ese mismo año empezó a colaborar con el periódico La Nueva Senda, cuya dirigente permanecía escondida, y a quien Virginia secundaría durante casi un año. Para 1911, apoyando las leyes laborales del reciente gobierno, Bolten trabajó activamente en la Asociación Femenina Emancipación, además de organizar un movimiento de mujeres anticlericales, fomentar el gremio de las operadoras telefónicas, y darle una postura concreta a la iniciativa de legislar el derecho al sufragio femenino. En 1913 el periódico oficial del Partido Socialista acusa de traición al movimiento anarquista y en especial a su máxima representante, la señora Virginia Bolten, por lo que su causa anárquica decaerá durante un par de años, hasta que en 1917 recobraría su vigor, toda vez que la Revolución Bolchevique impulsara los ideales promulgados por el Anarquismo. Para 1923 forma parte del Centro Internacional de Estudios Sociales, y en adelante muy poco se sabe de sus andanzas. A mediados del siglo viaja a Argentina y se reúne con Eva Perón. Desde el 2018 la Provincia de Santa Fe, en Argentina, instauró el Premio Virginia Bolten, que es otorgado a una mujer en recompensa por sus méritos en el oficio periodístico. Feminista, sindicalista, anarquista, Virginia actuó en todos los frentes, como en el caso de la iglesia, a quien quiso desligarla de los poderes del Estado, además de procurar que pagara impuestos como lo hacían las demás empresas, y de igual forma logró que se retiraran los crucifijos de los hospitales públicos, y retiró la invocación a Dios o a la Biblia como parte del juramento ante funcionario público. Entre sus aciertos en pos de los derechos laborales, como el de proponer una asignación de subsidio para los trabajadores que se encontraran desempleados, Bolten consiguió limitar la jornada laboral a ocho horas, y otras garantías laborales que acabarían reformando todo el sistema. Respecto al papel de la mujer, Virginia sería un referente femenino, toda vez que para 1917 consiguiera que el estado argentino legalizara el sufragio femenino, convirtiéndose después de Canadá en el segundo país americano en permitirle a la mujer su derecho de asistir a las urnas de votación. También sirvió como motor para impulsar la legalización del divorcio, y fue fundadora de múltiples escuelas secundarias. Sus historias están atravesadas por el mito. Muchos de sus historiadores coinciden en que tal vez su imagen haya sido un poco agrandada por la leyenda. En lo que sí han coincidido, y así lo expresó una de sus historiadoras, es que podemos referirnos a ella con “una certeza: Virginia Bolten es un mito potente”.

VIRGINIA BOLTEN

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