Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Tina Modotti (1896-1942)

Prestaba su hermoso rostro italiano para que fuera retratado por las nuevas cámaras fotográficas de avanzada, pero todo cambiaría para ella el día en el que se puso del otro lado de la cámara, y pudo observar por primera vez a través de una lente, para enterarse así que era ese el lugar propio que en adelante le correspondería ocupar. Mujer aguerrida, comprometida con ella misma y con todos los demás, Tina sería desde siempre una artista sensible ante la marginalidad y los padecimientos que acosaban a una buena parte de los seres humanos. Desde muy niña abandonó sus estudios para ponerse a trabajar en una fábrica textil de seda y luego como modista, y de esta forma ayudar a alivianar la difícil situación económica por la que atravesaba su familia, que a la postre tendría que mudarse a Austria, y un tiempo después migrar a Estados Unidos con la ilusión de forjar un mejor destino. Las ansias efusivas de la inquieta Tina, queriendo llenar espacios y explorar todas las dimensiones del arte, la llevarían antes de cumplir los 18 años a la floreciente ciudad de San Francisco, donde conocería a un poeta apodado como Robo, y con quien se casaría a la vuelta de dos años después de haber vivido un idílico amorío. Tiempo después ambos se mudarían a Hollywood, y allí Tina podría poner de manifiesto sus intereses en el mundo de las artes escénicas, interpretando algunos papeles como actriz de películas mudas o haciendo como modelo para revistas y periódicos. En 1921, dada su estrecha relación con el fotógrafo Edward Weston, Tina empezaría a interesarse y a dejarse seducir de manera particular por las técnicas y los trucos que le permitían al tiempo consagrar la imagen de un momento en específico a través de un simple papel. Fue Weston quien le enseñaría a manejar una cámara, y en sus inicios estaría motivada por una mirada más bien esteticista, tal vez influenciada por su mentor, dedicándose a capturar los detalles de las estructuras arquitectónicas y las discretas composiciones de frutas, flores y paisajes, en un período que algunos nominan como su etapa romántica, pero que muy pronto se vería afectado cuando sus intereses artísticos volcaran su mirada en las demandas sociales, y el ojo de su lente quisiera retratar el panorama actual de la sociedad y las injusticias políticas del momento. En 1922 su esposo poeta muere a causa de la viruela. Tina se concentraría entonces en impulsar sus propios intereses y sus causas sociales, acrecentándose su compromiso político, y fue así como esta búsqueda la llevaría a viajar a México, país que la acogió hasta finales de la década de los treinta, y en donde podría realizar la mayor parte de su obra, en compañía de las amistades más prometedoras en el campo del arte como la pareja Rivera-Kahlo, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Blanca Luz Brum y Nahui Ollin. Para 1927 se hace miembro del Partido Comunista Mexicano, concentrando su lucha en atacar desde la denuncia de sus imágenes los estragos sociales ocasionados por los movimientos fascistas. Comprendió el valor de la fotografía como un material tangible capaz de testimoniar y documentar la historia, y de allí su poder para denunciar el retrato social de toda una época. Es por esto que a Tina Modotti se le considera la precursora del fotoperiodismo en México, y su obra incluye además las fotos que capturó de los murales de Diego Rivera y José Clemente Orozco, generando una estrecha identidad con el pueblo mexicano, y agudizando a través de la contemplación detallada de estas pinturas el enfoque de su propia mirada. Estas pinturas hicieron que Tina se interesara aún más por reflejar los momentos cotidianos de la vida rural, las vicisitudes y martirios de los indígenas y las distintas rutinas del pueblo labriego, tal como apreciamos en dos de sus más reconocidas fotografías: Las manos de un campesino agarrando una pala y Las manos de una lavandera. Sus fotos surgen espontáneas, casuales, y aunque parecieran compuestas con el más mínimo detalle, cuidando la esencia que quiere capturar, en el marco de una escena simple, simbólica, sin fingimientos por parte de los seres y las cosas que actúan como protagonistas. A comienzos de 1930 sería expulsada de México por sindicársele como una cómplice del homicidio del líder cubano Julio Antonio Mella. Estados Unidos, luego Cuba y después Holanda se negaron a recibirla. Finalmente, luego de un corto paso por Berlín, Tina consigue establecerse provisionalmente en Moscú, donde serviría de ayuda para los refugiados políticos provenientes desde España, país en el que continuaría su trasegar, alistándose en las Brigadas Internacionales con el nombre clandestino de María. Se destaca su labor en la asistencia de los niños malagueños que sobrevivieron a los bombardeos de las fuerzas militares franquistas. Unos años después de acabada la Guerra Civil volvería a México, luego de que el presidente de aquel entonces anulara el veto que le impedía a Tina retornar a suelo mexicano, y para 1940 se instalaría en el país azteca, dedicándose de completo a sus actividades políticas antifascistas. Y una tarde cualquiera, comenzando el año 1942, un paro cardiaco la sorprendería al interior de un taxi, sin darle chance para tirar una fotico más, una imagen más que pudiera encuadrar a través de la cámara y capturarla para siempre, y así mismo la muerte no dejo que la retrataran, y lo que queda de Tina ya sólo estará plasmado en sus fotografías, y en aquellos que hayan querido seguirla inmortalizando a través del teatro, el cine y la literatura. Junto a su tumba Leopoldo Méndez dibujó un retrato, y unos versos de Neruda fueron grabados sobre su lápida: “Por tu nombre suave, pura tu frágil vida, abejas, sombras, fuego, nieve, silencio y espuma, combinaron con acero, alambre y polen para crear tu firme y delicado ser”.

Tina Modotti

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