Nacida para rebelarse, Teresa mostró desde niña un pensamiento de avanzada, un alma libre y un coraje para hacer valer aquello en lo que creía. Creía, por ejemplo, y a diferencia de la estricta formación católica que recibió, que los dioses eran un asunto que no le competía discutir, por lo que ya en la adolescencia se identificó sin miramientos con el agnosticismo.

También se rebeló ante la academia, desertando de pequeña de la escuela para dedicarse a conocer el oficio de la sombrerería. Pese a esto, no desistiría de estudiar, decantándose por recibir clases nocturnas y aspirando un día convertirse en maestra. Y así sucedió cuando consiguió emplearse como docente de la escuela católica de Mánchester, y en cuyas instalaciones la avezada Teresa aprovecharía para seguir cultivando sus estudios. Sin embargo las posturas y creencias religiosas de la institución le impidieron a la agnóstica convencida continuar trabajando en una formación que en principio discutía, y así mismo sucedió con quienes trabajaría después en la Escuela de Educación Municipal.

No obstante, su paso por aquella academia significaría para Teresa el encuentro con su causa vocacional, y esa lucha por la que persistiría con encono por el resto de su vida: la defensa por los derechos de la mujer y la igualdad de géneros.

Para 1903 Billington-Greig formó parte del Comité de Educación, y sería allí donde conocería a la líder de la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU), Emmeline Pankhurst, quien le ofrecería convertirse en miembro y organizadora del Partido Laborista Independiente.

En el año de 1904 Teresa funda y oficia como secretaria honoraria de la rama de Mánchester de la Liga de Igualdad Salarial dentro de la Unión Nacional de Mujeres Docentes, y ese mismo año es  nombrada como oradora itinerante de la WSPU.

Es así como Billington-Greig comienza pues su incansable oficio de activista y, contando con muy poco dinero, y en compañía de Annie Kenney -quien decía haberse inspirado en el “mazo de lógica y fría razón” de Teresa-, viajará a Londres con el afán de incentivar el movimiento en dicha ciudad, consiguiendo finalmente una acogida enorme, y siendo cuestión de pocos años para que la capital inglesa pasara a convertirse en el centro sede de la WSPU.

Al año siguiente, y en compañía de Janie Allan, Teresa viajó a Escocia con el mismo propósito de darle alas al movimiento sufragista, y ya para ese momento su compromiso sería pleno, dedicándose por entero a trabajar en el Partido Laborista, oficiando como encargada de hacerle publicidad al movimiento, y así también como de organizar las convocatorias y manifestaciones públicas.

Para 1906 muchas mujeres exhibieron pancartas frente a la Cámara de los Comunes con la consigna: “Votes for women”. Ese mismo año Teresa se convirtió en la primera sufragista en ser detenida en la prisión de Holloway, donde tendría que cumplir un presidio de dos meses o el pago de una fianza que, a la postre, acabaría pagando un lector anónimo del Daily Mirror.

En 1907 conoce a Frederick Lewis Greig, con quien contrae matrimonio, y de quien adoptará su apellido, y ese mismo año comenzarán las discrepancias con Pankhurst, desistiendo de su cargo de organizadora y finalmente abandonando junto a otras mujeres el WSPU.

Surgiría así un movimiento sufragista que ya no sería tan radical, y que se concentraría en sacar adelante sus iniciativas legales por medios igualmente acordes con la ley, y esto fue la Women’s Freedom League (WFL), cuyo lema era “Atrévete a ser libre”, y en la cual Billington-Greig ocuparía el cargo de Secretaria Nacional Honoraria de la Organización de la Liga.

En 1910 Teresa expuso sus discrepancias con la WFL, y aunque no dejó de ser miembro, se concentró en una militancia por cuenta propia, dando así inicio a una prolífica carrera como escritora y oradora.

Teresa se dedicaría el resto de su vida a documentar el movimiento sufragista, para lo cual se valió de testimonios y biografías que iría compilando, y de cuyo trabajo solía valerse The Guardian para redactar su sección de obituarios.

Varios de sus escritos serían publicados en revistas, destacándose no solo por defender la igualdad de sexos respecto al matrimonio, la educación y el derecho al voto, sino también como una conocedora de leyes y experta en asuntos políticos.

En 1911 publica un artículo crítico hacia el movimiento sufragista, titulado The militant suffrage movement, además de otro reconocido ensayo que sería publicado por la revista Contemporary Review, titulado Feminism and politics. Sería en este ensayo en el que se lee: “No hay ninguna organización feminista ni ningún programa feminista. Y aunque el primero no es esencial, el segundo sí lo es.”

Otro de sus textos más sonados, también muy crítico del movimiento, es The feminist revolt: an alternate policy, donde afirmó que “el movimiento militante se ha mantenido en camino recto y estrecho, y para no tocar la vida se ha cubierto de artificio e hipocresía.”

Billington-Greig proponía una técnica de combate más sutil e inteligente, distanciándose cada vez más de la protesta violenta y el vandalismo al que estaban ya acostumbrados ciertos movimientos sufragistas. Decía: “Por un lado, se podría protestar dentro del Tribunal de Policía, por otro lado, fuera, en reuniones públicas y en la prensa pública… Las huelgas y los boicots podrían emplearse en nuevas líneas feministas.”

En 1915 tuvo a su hija Fiona, enfocándose durante un par de años en su labor de madre, así como en colaborar con su marido en una exitosa empresa de mesas de billar, negocio que duraría más de dos décadas, y en donde Billingnton-Greig no descuidaría su principal empresa, siendo así que acabaría fundando la Asociación Femenina de Billar.

Pasados unos años Teresa se reconcilió con la WFL, pasando a integrar parte del Comité Electoral Femenino, y dictando conferencias en las que lograba sumar cada vez más mujeres a sus causas feminista. Se destaca su participación en la Conferencia Sobre el Punto de Vista Femenino, y su participación hacia el año de 1958 como miembro del Six Point Group.

En 1964 su lucha llegaría a su fin. Son varios los reconocimientos y honores póstumos que se le han conferido, como aquel de ser una de las 58 sufragistas cuya foto reposa en Parliament Square, en el zócalo de la escultura dedicada a la líder del movimiento, Millicent Fawcett.

TERESA BILLINGTON-GREIG

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