Su nombre significa “la que se divierte con cualquier cosa”. Y es que tal vez tuvo el privilegio de crecer divirtiéndose a sus anchas, libre y tranquila, en una comunidad próspera de unos quince mil habitantes dedicados al cultivo, la pesca, la caza y la recolección, y que llevaban ya varios años distanciados de los conflictos con los colonos, a los que no por nada llamaban tasantasa (intrusos). A la traviesa niña nadie se atrevería a ponerle un dedo encima, ya que era la hija mayor del jefe de la tribu del El Imperio Powhatan, que extendía sus dominios sobre vastas plantaciones de tabaco en el Estado de Virginia. Pocahontas nunca conoció a su madre, ya que esta cumpliría con el ritual de abandonar la comunidad una vez diera a luz a la hija del emperador, siendo así que dejaría a su hija para que su padre y los sirvientes se encargaran de ella. A mediados de la primera década del siglo XVII los traficantes y comerciantes ingleses pusieron sus esfuerzos en colonizar estos territorios y apoderarse de los prolíficos cultivos. Al comienzo el trato entre ambos mundos fue cortés. Los indígenas les habían permitido a los tasantasa usufructuar algunos de sus suelos, y a cambio estos los dotarían con algunos instrumentos de hierro que pudieran facilitarles sus oficios: cuchillos, hachas, martillos. Pero poco a poco los asentamientos fueron expandiéndose, y en menos de un año llegaron a la región más de un millar de colonos, dando inicio a reyertas y disputas territoriales en las que caería preso el inglés John Smith. Para ese entonces Pocahontas aún era una niña, lo que no impidió que trabara una incipiente amistad con el cautivo, a quien solía compartirle algunos víveres y brindarle ciertos gestos de cariño que pudieran hacer más llevadero su cautiverio. Cuenta entonces la leyenda que un día John Smith estaba por ser ejecutado, y cuando ya se encontraba tendido sobre una roca en espera del penoso sacrificio, Pocahontas se abalanzó sobre su amigo y le pidió a su padre que no lo matara, salvando así la vida del eternamente agradecido. También sería ella quien informara a los colonos que el llamado a una tregua al que los había invitado su padre, no se trataba más que de una emboscada con la que pretendían exterminarlos. John Smith recuperaría su libertad, y unos meses más tarde sería herido por una explosión. Pocahontas supo del relato en el que su amigo regresaba a Inglaterra, cuando fue asaltado por una embarcación de filibusteros que acabaron asesinándolo. Para 1610 los indígenas habían planeado todo tipo trampas y de ataques sorpresa, consiguiendo diezmar a los intrusos. Según se cuenta para 1612 Pocahontas contrae nupcias con un guerrero de la tribu del cual no se tendrá ningún otro registro. La relación entre John Smith y la princesa indígena no dejaría de ser una amistad, y aunque el cine y otras narraciones hayan tergiversado los hechos y les hayan fabricado una suerte de idilio romántico. En 1613 Pocahontas es tomada prisionera por un grupo de colonos, quienes pedirán como pago a su rescate la liberación de varios rehenes ingleses que permanecían cautivos por el Imperio Powhatan. Varias son las versiones respecto a los sucesos acaecidos durante el tiempo en que estuvo confinada. Se dice que padeció una profunda depresión, por lo que le permitieron la visita de algunos de sus familiares, y también se relata que pudo haber recibido malos tratos y hasta ser violada por quienes la mantuvieron prisionera. Otras fuentes describen este período como un tránsito en el que la princesa indígena se convierte a una mujer de modales, perfecciona el inglés y adopta las doctrinas del cristianismo, además de haber gozado de buenos cuidados y de no haber sufrido ningún abuso. Sería para ese entonces cuando Pocahontas decide bautizarse con el nombre de Rebecca. A pesar de que el intercambio de prisioneros se produjo, Pocahontas prefirió quedarse entre los colonos, ya que según decía, a su padre le resultaban más valiosas las posesiones materiales, los terrenos y los guerreros que la vida de su propia hija. No se sabe entonces si producto de una violación o no, lo cierto es que Pocahontas se casaría ese mismo año con el acaudalado inglés, John Rolfe, dando a luz a un niño al que llamó Thomas. Su nuevo marido había pedido una solicitud formal de matrimonio ante el cuerpo clerical y ante la legislatura, por el temor de que su casamiento con una indígena pudiera traerle futuras consecuencias. El matrimonio no solamente sería aprobado, sino que contaba con la anuencia del padre de Pocahontas, por lo que durante un tiempo los ánimos combativos entre colonos y nativos se encontrarían en un estado pacífico. Inglaterra también se valió de Pocahontas como si se tratara de un ejemplar domesticado que personificaba la capacidad de transformación de un salvaje a un ser civilizado, para de esta forma atraer a inversionistas y a toda suerte de forajidos que quisieran lanzarse a la aventura del tabaco americano. En 1616 la pareja se traslada a Inglaterra, y será en una de aquellas callejuelas empedradas en donde Pocahontas volverá a cruzarse con su amigo John Smith, a quien entonces daba por muerto y con quien pudo volverse a reencontrar. Durante su estancia entre los ingleses, y a petición de muchos, incluyendo el propio Smith, Pocahontas sería tratada con todos los privilegios de una reina, y fue atendida como una digna visitante de las comunidades nativas americanas, e incluso sería invitada al palacio de Whitehall por el propio rey, Jacobo I. De regreso a Norte América, la joven princesa que había cambiado los trajes de plumas de pavo real por la muselina de los elegantes trajes de las señoritas inglesas, contrae una enfermedad que bien pudo tratarse de tuberculosis o viruela, y a causa de las fiebres y la disentería, muere a la edad de los 21 años. Su hijo se crio en Inglaterra y llegó a convertirse en un prestante hombre de negocios, mientras que su pueblo fue perdiendo cada vez más presencia en este mundo y hasta llegar casi a su exterminio. La leyenda de Pocahontas ha sido llevada al cine y su historia ha sido contada a manera de mito en una multiplicidad de cuentos y narraciones. Su importancia está en haber servido como un puente de amistad entre dos culturas continentales, evidenciando que sin importar dónde se nace, el humano estará siempre vinculado por el mismo lazo de su misma humanidad.
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