Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Onna-bugeishas (Mujeres Samurái)

La figura casi mítica de la mujer guerrera japonesa comienza en el siglo II con la leyenda de la emperatriz Jingu, de quien se decía contaba con la destreza del uso implacable de armas, y mantuvo un reinado en el que se dieron beneficiosos cambios en la administración económica y en las costumbres sociales, pero de quien apenas sí se tiene registro histórico. Tendría que pasar un milenio para que las fuentes históricas empezaran a dar muestra del papel de las mujeres en los distintos combates bélicos entre las dinastías japonesas. Una de aquellas primeras guerreras conocidas fue Tomoe Gozen, que sirvió al clan Minamoto y se destacó en la Batalla de Awazu en el año de 1184. Algunos textos del siglo XIV la describen como a una mujer de una belleza especial, de piel blanca y cabello largo y de un carisma encantador. Se le recuerda por su destreza en el uso del arco y de la espada y por ser capaz de batirse ante mil hombres, a dioses o a demonios. Siempre lista para la batalla, encaraba las peleas a pie o a lomo de caballo, demostrando un valor inusitado entre los demás guerreros, y mereciendo por ello la distinción que le fue conferida como capitana. Un siglo después la historia se encuentra con Hojo Masako, la que fuera considerada la primera onna-bugeisha (mujer samurái), y que se destacaba por ser una temeraria jinete y una prominente figura política de la época. Durante los siglos siguientes varias fueron las emperatrices que gobernaron regiones y feudos en todo el territorio japonés. Muchas de estas mujeres guerreras tomaron las armas acompañando a sus maridos militares, y otras tantas lo hicieron toda vez que enviudaron y quedaron a cargo de su familia y de los latifundios que heredaban. Hacia el siglo XIII la mujer en Japón tendría un papel que superaba al de la esposa y madre abnegada, manifestándose a través de la política, liderando clanes y ejércitos e instaurando sociedades donde los hombres y las mujeres gozaban de una cierta igualdad. Por medio de leyes a la mujer se le era permitido tener el control de sus propias finanzas y ser propietaria de tierras e inmuebles. La sabiduría samurái fue legándose a través de la instrucción formal en academias capacitadas para la enseñanza de las distintas técnicas del combate. Se trataba de mujeres que saltaban al campo de lucha convencidas de pelear hasta la muerte. En contraposición a las reconocidas katanas, las onnabugeishas empleaban la naginata, una espada de mayor longitud para evitar la cercanía del hombre, y de una punta curvada que permite más versatilidad en el manejo; para insistir en la distancia que debían mantener ante la fuerza del hombre, las onnabugeishas eran también expertas en el manejo del arco con flechas. Para el siglo XVII el papel de las onna-bugeishas empezaría a verse opacado por las nuevas políticas adoptadas por la misma sociedad respecto a sus maridos, asumiendo una postura ya no de guerrera, como sí de esposa y madre pasiva y obediente, y sobre la que pesaban restricciones de todo tipo al momento de combatir, como aquella de estar siempre en la compañía permanente de un hombre, y negándosele así la posibilidad de emprender campañas junto a otras compañeras. Se les limitó en su vida comercial y poco a poco acabaron por extinguirse. Fueron muchas las que resaltaron por sus hazañas en el campo de batalla, destacándose a la anciana Akai Teruko, conocida como la mujer más fuerte durante una época pletórica de batallas y que luchó hasta la edad de los 76 años. Una de las últimas y más recordada sería Nakano Takeko, quien murió en 1868 durante la Guerra Boshin, en un intento por contener a veinte mil soldados del Imperio Japonés, haciéndoles frente con un ejército de apenas tres mil combatientes; y así también Nijima Yae se destacó en la misma guerra oficiando en labores de enfermería, convirtiéndose en la última onnabugeisha de quien se tendrá un registro fiable. La existencia de estas guerreras está así confirmada y, más allá, el desempeño y la participación fundamental que tuvieron a lo largo de un milenio en los conflictos bélicos y en la unificación de su país. Hoy día las onnubugeishas hacen parte de la cultura y el folcror popular japonés, así como las kunoichis (mujeres ninjas) y las famosas geishas. Las mujeres samuráis son en Japón un símbolo de lucha por los derechos femeninos y la resistencia de las mujeres en procura de una sociedad igualitaria. Íconos de la mujer guerrera, a las onna-bugeishas se les mantiene vivas por medio de monumentos y esculturas, y en los años más recientes a través de películas y documentales que nos cuentan sus historias, libros históricos que investigan acerca de sus leyendas o novelas que fabulan entorno a ellas, así como en videojuegos y animaciones en donde son protagonistas.

ONNA-BUGEISHAS

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