Merneith, al igual que su abuela Neithotep, gobernaría a través de uno de sus hijos, siendo así que no se le reconoce como faraona, título que pasados varios siglos ostentaría oficialmente y por vez primera la reconocida Hatshepsut. También llamada Meryneit, contar su historia es intentar adivinar o descifrar en los pocos vestigios que quedan de su pasado, y adentrarnos en los vericuetos de una historia que en cualquier caso parece más un producto de la imaginación. Su nombre significa “amada de Neit”, refiriéndose a una divinidad popular en el Bajo Egipto, y por lo que algunos infieren que es de allí de donde sería oriunda. En el Período Arcaico, también conocido como Tinita, y que comprende entre los años de 3100 y 2686 a.C., Egipto comenzó a tomar forma a través de las dinastías, siendo Narmer el primero de los faraones, seguido por Hor-Aha, el padre de Dyer (Djer). Por medio de los hallazgos arqueológicos los historiadores intentan reconstruir la vida de una mujer de la que apenas sí podemos inferir o colegir una información dudosa. No se ha logrado llegar a un acuerdo de quién fue ciertamente su marido, quién su padre y quién su hijo. Muchos opinan que su padre fue el tercer faraón de la Dinastía I, en el período conocido como Temprano Egipto, pero muchos otros creen más factible que se tratara de su marido. Quienes opinan que Dyer era su padre se atreven a postular como su marido al cuarto faraón de la Dinastía I, Dyet (Djet), convirtiéndola de esta forma en la bisnieta del primer faraón que unificó Egipto, el faraón Narmer. Todo parece indicar, sin embargo, que Merneith fue la madre de Den (Hor-Udimu), que sería quien la sucedería en el trono como el quinto faraón de la Dinastía I entre los años 2914 al 2867 a. C., siendo uno de los gobiernos más largos, y según indica la reconstrucción histórica Den sería hijo de Dyet, por lo que tendría más sentido que la faraona fuera, pues, la esposa de Dyet. En 1900, en la región de Abidos (Petrie), concretamente en Umm el-Qaab (“La madre de las vasijas”), encontramos un espacio para ella en el complejo mortuorio donde reposan los restos de varios faraones para quienes estaban destinados un recinto específico, además de un listado de esos primeros gobernantes de la Dinastía I y en el cual figura el nombre de Meryneit, por lo que en un principio se creyó que se trataba de un hombre. El nombre de Meryneit aparece en dos estelas grabadas cerca a la tumba de Dyet y de Den, dos estructuras monolíticas que se usaban a manera de lápida. Lo que se cree es que a la muerte de Dyet, su hijo Den era todavía un niño, y sería su madre Merneith quien se hiciera cargo de gobernar a través de él, en un período que se ubica entre el año 2970 y el 2927 a.C. Se sabe que una vez Den alcanzó la edad para gobernar le sería otorgado el título de “Rey del Bajo y Alto Egipto”, y en su tumba se encontró un sello con el nombre de Merneith seguido de una inscripción que dice: “Madre del Rey”. También se rescatan dos figuras en marfil que podrían ser la madre y su hijo. El hecho de compartir recinto fúnebre con los grandes faraones demuestra que Merneith fue un su momento una de ellos, siendo la única mujer en el listado de los gobernantes. Sin embargo los restos de la reina no se hallaban en esta famosa necrópolis, y para 1950, a 30 kilómetros de El Cairo y a un poco más de 20 de las pirámides de Guiza, en la ribera occidental del río Nilo, cercana a la ciudad de Menfis, concretamente en Saqqara, una tumba fue hallada y en su interior los restos de los que, según las inscripciones, parece se tratara de una mujer a la que hoy conocemos como Merneith. Al interior de una tumba de paredes construidas con ladrillos de barro, una cámara subterránea develó una especie de palacio con puertas y habitaciones. La mastaba, de forma rectangular y con una estructura escalonada, parece fusionar un estilo del norte y del sur, y pese a haber sido evidentemente saqueada, varios objetos con el nombre de Merneith pudieron ser encontrados, tales como vasijas de cerámica, instrumentos de tocador, jarras y varias inscripciones de piedra. Pero lo más impresionante será un séquito de tumbas que rodean la mastaba de la reina, contando un total de 41 hombres y 77 mujeres que serían quienes acompañarían a la reina para servirle en el más allá, costumbre que solía ser empleada por los faraones, lo que indica que sin lugar a dudas estamos en presencia de una figura destacada en el Antiguo Egipto. Al interior de la tumba fue hallado un barco funerario como un símbolo del navío con el que emprendería su viaje hacia la otra vida. En Asuán también fue hallada una estatua en granito de un babuino que llevaba tallado el nombre de “Meryneit”, y su nombre también figura en la lista de faraones en la Piedra de Palermo, en la que se le menciona como la madre de Hor-Udimu.