Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Maya Angelou (1928-2014)

Marguerite Annie Johnson fue una mujer a la que le pasó de todo. Uno de esos seres a los que la vida los educó desde el principio en el hacer, involucrada siempre en algún proyecto, inquieta, polifacética, un ser pletórico de vida. Hija de un portero y una enfermera, Maya, que era como cariñosamente le llamaba su hermano, tuvo una infancia peregrina en la que estuvo yendo y viniendo de un hogar a otro. Cuando tenía 5 años sus padres se pelearon y decidieron enviar a sus dos hijos a la casa de su abuela, en Arkansas. Ella le resultaría un modelo ejemplar de mujer negra, ya que había logrado sobrevivir con cierta tranquilidad a la Gran Depresión e incluso a la Segunda Guerra Mundial, estando al frente de una modesta tienda que durante décadas le sirvió de sustento. Maya la consideraba como a una “impresionante excepción” que supo hacer “inversiones sabias y honradas”, y cuyas capacidades administrativas para los negocios le habían permitido llevar una vida alejada de la marginalidad a la que parecían destinados la mayoría de los afroamericanos. Cuando cumplió 8 años su padre se apareció de improviso para llevarlos de regreso a con su madre a Misuri, y sería allí donde el marido de esta acabaría abusando sexualmente de la pequeña Maya. La niña confiesa a su hermano la violación, y este consigue desatar un escándalo que parará en un proceso legal contra el violador, quien luego de ser llevado a juicio será declarado culpable y condenado a pagar con prisión. Pese a su justa sentencia, cuatro días después es asesinado por quienes se creen serían los mismos tíos de Maya, y cuyo crimen le generaría a la futura poetiza un estupor tan profundo que la sumió en el mutismo. Estuvo casi cinco años sin musitar palabra, aterrada de que había sido precisamente su palabra la que había desatado la muerte de un hombre. En su primera biografía describe esta experiencia: “Creí que mi voz lo había matado; yo maté a ese hombre, porque dije su nombre. Y después pensé que nunca volvería a hablar, porque mi voz podría matar a cualquiera.” Sería así como durante estos años de introspección silenciosa se le iría revelando el poder incontestable de la palabra. En su recogimiento, la pequeña poetiza empezaría a interesarse por los libros y por ese mundo interno que era nutrido por su colorido entorno. Los hermanos regresan a casa de su abuela, y será allí donde una maestra logra por fin que Maya recobre su voz, además de influenciarla con algunos autores que le servirían como sus primeros modelos literarios, tales como Charles Dickens, Edgard Allan Poe y William Shakespeare, además de adentrarse en las lecturas de algunas poetas feministas negras como Frances Harper, Anne Spencer y Jessie Fauset. A la edad de los 14 años, Maya volverá junto con su hermano al lado de su madre, ahora instalada en California, y durante estos años de la Segunda Guerra Angelou estará dedicada a sus estudios en la Escuela de Labor Social, así como a trabajar de conductora de tranvía en San Francisco, convirtiéndose en la primera negra en obtener dicho empleo. Apenas acababa de graduarse, y un único encuentro furtivo con un hombre la llevaría a convertirse en madre antes de cumplir los 18 años. Rechazando el apoyo de su madre, Maya se empeñó en criar ella sola a su hijo, por lo que tuvo que verse obligada a trabajar en cuanta cosa se le apareciera en su camino, como por ejemplo de proxeneta y de prostituta. En 1951 comienza a estudiar danzas y montará un espectáculo que no tuvo mayor repercusión, y será ese mismo año que contrae matrimonio con un ex marinero, quien decide aventurarse con ella a New York para que complete finalmente sus estudios de baile. Una vez culminados dichos estudios, la pareja regresa para establecerse en San Francisco, y para 1954 deciden divorciarse. La que hasta ahora era conocida por el nombre de Marguerite Johnson, adopta el apellido de su exesposo y el apodo con el que le llamó siempre su hermano, y en adelante el mundo tendría que estar preparado porque una nueva figura aparecería en la escena del mundo artístico: Maya Angelou. Durante un tiempo trabajó como bailarina en clubes nocturnos, e incluso estuvo un año de gira por Europa como parte del elenco del espectáculo de ópera, Porgys and Bess. En 1957, aprovechando el furor contagioso de la música calipso, Angelou produce su primer álbum como cantante, Miss Calypso, y después de dos años toma la decisión de entregarse por completo al mundo de las letras y enfocarse con determinación en su vocación como escritora. Se une al Gremio de Escritores de Harlem, donde se codeará con aquellos afines que persiguen y luchan por las mismas causas que interesan a Maya, encontrándose entre estos la presencia singular y destacada de Martin Luther King. Al orador baptista le conoció cuando deslumbraba a todos con el encanto persuasivo de su retórica. Desde ese día se unió a una de sus más recientes iniciativas, recaudando fondos para alentar e impulsar movimientos y organizaciones en apoyo a los derechos de las negritudes. Unos meses más tarde tienen la oportunidad de conocerse, y a partir de allí nacerá una relación de aliados en la lucha, y una amistad que duraría un par de años más, cuando entonces el prominente líder sería asesinado. Será por esa misma época, con ocasión de una protesta frente a la sede de las Naciones Unidas en New York, con motivo del homicidio de Patrice Lumumba, primer ministro del Congo independiente, cuando Maya coincide con otro personaje clave en este batallar: Malcom X. En 1961, acompañada de un prestigioso elenco y dirigida por un reconocido director, Angelou participa en el montaje de la obra Los Negros, la cual tiene amplia difusión, consiguiendo permanecer durante meses en cartelera. Ese año conoció a Vusumzi Make, un activista sudafricano que había sido exiliado, y quien la llevaría a un destino distante toda vez que se establecieran como pareja: Angelou se muda con su hijo y su compañero a El Cairo. En la capital egipcia, Maya consigue trabajar como editora del diario semanal de lengua inglesa, The Arab Observer, y un año más tarde, al romper su relación con Make, la infatigable trotamundos se instalará con su hijo en Acra, capital de Ghana. Debido a un accidente de auto que sufrió su hijo, Maya tendría que permanecer en Ghana hasta 1965, donde trabajaría como escritora independiente del periódico Ghanaian Times, así como editora para The African Review, y dado que nunca pudo congeniar del todo con la mentalidad de ese pueblo, y que a pesar de su esfuerzo nunca pudo aprender el idioma fanti, Maya sentía que quizás era el momento de regresar. Necesitaba un disparador. Esto sucedió cuando Malcom X le propuso regresara para ayudarlo a constituir la Organización de la Unidad Afroamericana. Antes de regresar a su patria, Maya viajará a Ginebra y a Berlín, participando de un nuevo montaje de la aclamada obra Los Negros, y antes de asumir su compromiso decide pasar por Hawái para saludar a su madre, permaneciendo en espera del llamado de Malcom. Lo que recibiría sería la trágica noticia de su asesinato. La muerte del líder la sumiría en un abatimiento del que sólo podría salir a través del baile y de la música. Vuelve a New York, escribe obras teatrales, actúa, canta y baila. Migra a Los Angeles para volcarse otra vez, y de lleno, al apasionante mundo de las palabras. Escribe y produce una serie de documentales que fueron emitidos en la Televisión de Educación Nacional, Black, Blues, Black!, y en donde quiso rescatar la música blues como una parte esencial y vigente en el “africanismo de los Estados Unidos”. Y será ese mismo año de 1968 cuando se reúne con Martin Luther King para que juntos lideren la próxima marcha masiva en favor de los derechos civiles. Maya aceptó, sin embargo le pidió posponer unas semanas la fecha, y celebrarla justamente el día en que ella estaría celebrando sus cuarenta años. Llegó entonces ese recordado 4 de abril, y no precisamente memorable por conmemorar el onomástico de la escritora, sino porque el mundo se enteraba de la trágica noticia de que el reconocido líder de las negritudes, Martin Luther King, había sido asesinado. Maya cayó así en una terrible depresión, y quizás la única manera que encontró de superarla, sería empezando por contar su propia vida desde el principio. Sin dejar de lado esa prolífica carrera de todera, Angelou será más recordada por las siete autobiografías que escribió a lo largo de su vida. La primera llegó en 1968, y fue el libro que le daría reconocimiento mundial, I know why the caged birds sings (Yo sé por qué el ave enjaulada canta). Decía que escribir no era propiamente una catarsis, y en sus escritos se preocupaba más por “contar la verdad” como una forma de autorrevelación. “Nada me asusta más que escribir, pero nada me satisface más. Es como un nadador en el Canal de la Mancha: te enfrentas a las mantarrayas, a las olas, al frío y finalmente cuando llegas a la costa y colocas tu pie sobre la tierra, Aaaahhhh!” No se concentraba puntualmente en la política y ni siquiera en el feminismo que tanto impulsó, y en cambio pretendía con sencillez “abrirse sin vergüenza a los ojos del mundo”, permitiéndose escribir una obra amena, que ha sido catalogada como una de las autobiografías más agradables respecto a su forma, estilo y estética. Todo comenzó cuando un amigo la retó a que narrara sus experiencias de vida como si se tratara de un personaje ficticio, y fue así como, sin proponérselo, Angelou incursionó en un género por medio del cual las negritudes podrían también manifestarse. Maya mejoró el estatus de los negros, y una vez más sería pionera y encargada de abrir la trocha por la que luego podrían transitar sin obstáculos todos aquellos por los que ella luchaba. Hasta ese momento las narraciones descritas por los autores negros solían recrear el panorama de marginalidad al que eran sometidos, pero nunca antes una voz propia había sido protagonista sin tener que ocultar su historia personal bajo la retórica de una fábula. Una vida emocionante, cargada de anécdotas, y que merecía ser contada. Obra y vida entrelazadas. No tuvo que apelar a una historia inventada, su misma vida era de por sí una obra de arte, y a ella tan solo le bastaría con contárnosla. Voz de una época, es difícil desligar su trabajo de su vida, convirtiéndose esta misma, su vida, en su propia obra. Su historia misma es una denuncia de las condiciones lamentables a las que eran obligados los negros en medio de un contexto político de arraigada discriminación racial. Promovió siempre una sociedad más justa y equitativa, y logró que sus vivencias personales sirvieran para identificar a todo un colectivo, pasando a ocupar un puesto meritorio dentro del grupo de escritores afroamericanos. Angelou emplea la tradición esclava de la narración, como ella lo explica, “hablando en primera persona del singular, refiriéndome a la primera persona del plural, siempre escribiendo yo, pero refiriéndome a nosotros.” En su prosa emplea con sutileza la burla, el humor y la ironía, para contarnos aquellas historias que en su espíritu constituyen una tragedia, pero que la autora sabe entremezclar con un extraño toque de picardía, logrando edulcorar el dramatismo de la situación. Sus autobiografías también han servido para que los blancos se permitan reflexionar respecto a su “estatus de privilegio”, logrando así concientizar a las generaciones más jóvenes. Estuvo durante más de tres décadas trabajando con el mismo editor. Su método para escribir era siempre el mismo: se sumergía en una pieza de hotel y pedía que las paredes no tuvieran ningún cuadro ni decoración. “También uso un sombrero o una diadema para recoger mi cabello mientras escribo. Al hacerlo, supongo que espero que eso evitará que mi cerebro se filtre por mi cuero cabelludo y caiga en grandes masas sobre mi cuello, orejas y cara.” Al momento de comenzar la redacción, solía viajar a su infancia y rememorar los eventos de su vida lo más vívidos posibles, instalándose en ese lugar del cual empezaban a brotar las historias. Escribía en papeles amarillos, durante las horas de la mañana, tumbada sobre la cama, acompañada de una baraja para distraerse jugando al Solitario, una botella de sherry, un diccionario de sinónimos y antónimos y la Biblia. Escribía entre diez y doce páginas diarias, y luego las editaba para quedarse finalmente con tres o cuatro. El ritual culminaba en las horas de la tarde, cuando Maya dejaba atrás su escritura y se concentraba en dar un paseo a pie, y así poder “cautivarse… mitigar la agonía, la angustia.” Desde su primera autobiografía publicada, Maya tuvo problemas de censura, dado que sus historias contaban situaciones lésbicas, convivencia de parejas que se juntaban en el condenable concubinato, violencia, situaciones explícitas de sexo, trasgresiones a los postulados religiosos, denuncias de los abusos de los blancos frente a los negros, un lenguaje procaz y todo tipo de material que la sociedad conservadora estadounidense condenaría siempre. A finales de los 90`s su primera biografía ocupó el tercer lugar entre los “100 libros más controvertidos” de la década, y el sexto puesto durante los diez años siguientes según la American Library Association. Esto no sería un óbice en la carrera de la notable autobiógrafa, quien con su tercer libro, Singin’ and swing and gettin’ Merry like Christmas, se convertiría en el primer afroamericano en escribir una tercera obra sobre su propia vida, y de esta forma no paró hasta la edad de los 85 años, cuando entonces nos daría a compartir su séptima y última obra, Mom & me & mom, y que ya vista en su conjunto, como realmente lo es (una sola historia), esta talentosa escritora no sólo acabó comunicándonos su vida y sus pensamientos, sino que se convirtió en un testigo concreto que logró narrar el transcurso de toda una época. Entre su trabajo también se destaca una colección de ensayos que recogió en cinco volúmenes, y que algún crítico ha descrito como “libros de sabiduría… homilías unidas a textos autobiográficos.” Para 1971 Angelou quiere deslumbrarnos también en el ámbito poético, publicando su libro de poemas, Just give me a cool drink of wáter ‘fore I Diiie, y que al año siguiente estaría postulado para el Premio Pulitzer. Como todos sus demás libros, este no sería la excepción, y se convertiría en cuestión de días en un best-seller. La prosa y la poesía de Angelou son similares, pero su fuerza poética radicaba en el momento en que era ella misma quien le daba voz a sus poemas, consiguiendo persuadir al público a través de lo que algunos definen como “himnos para los afroamericanos”. Valiéndose del lenguaje musical del blues, contando sus experiencias ricas en vida, empleando la ironía y la metáfora, la poesía de Maya ha sido fuente inspiracional para las nuevas generaciones de músicos afro, quienes se han servido de sus letras para incorporarlas dentro de sus canciones. En 1972 aparece de nuevo como una pionera: será la primera mujer afroamericana en escribir el guion para una película, Georgia, una producción sueca para la que fue contratada y para la cual estuvo también a cargo de la composición musical. En 1973 volvió a los caminos del amor, y contrajo matrimonio con un carpintero inglés, para entregarse durante la próxima década a sacar adelante todos sus sueños y empresas, logrando en cuestión de años lo que la mayoría de los artistas no consiguen a lo largo de toda su carrera. Compuso y produjo obras teatrales, escribió guiones televisivos, artículos y relatos cortos, y trabajó como profesora invitada en varias universidades. En 1973 es nominada por primera vez al Premio Tony por su rol en la obra teatral Look away. Por esta época conoce a Billie Holyday y comienza una relación de amistad con Oprah Winfrey, quien para ese entonces apenas empezaba su prometedora carrera como presentadora de televisión. En 1981 se divorcia y decide regresar al lugar de sus orígenes y confrontar así a su pasado. Un año más tarde empieza a dictar cátedra de Estudios Americanos en la Universidad de Wake Forest en Winston-Salen, Carolina del Norte, y en donde estará vinculada durante las siguientes tres décadas, considerándose a sí misma como “una maestra que escribe”. Desde inicios de la década de los 90’s Maya se consagraba ya como una prestante, reconocida y laureada oradora, poeta y conferenciante, siendo así que en 1993, durante la campaña presidencial, Bill Clinton le propondría inaugurar uno de sus actos más célebres y conmemorativos con una de sus fastuosas interpretaciones poéticas. La poetiza declamó On the pulse of morning, logrando la conmoción de todo un pueblo. Esa misma semana la venta de sus libros de poesía aumentó en un 600%, y Random House, la editorial encargada de las publicaciones, tuvo que reimprimir casi medio millón de copias para poder satisfacer la demanda, y durante ese año la venta de los libros de esta autora superó las ventas totales de todos los libros vendidos el año anterior por dicha editorial, además que la grabación del poema en la voz de Maya Angelou le hizo merecedora de un Premio Grammy. En adelante continuarían los halagos, las lisonjas, los homenajes de todo tipo, y la imparable y vivaz Maya no pararía de concretar sueños. En 1994 es ganadora de la prestigiosa Medalla Spingarn, y un año después, durante la conmemoración del quincuagésimo aniversario de las Naciones Unidas, daría a conocer su segundo poema público titulado A brave and startling truth. Un año más tarde cumple dos de sus deseos tardíos: escribe y dirige una película titulada Down in the delta, y participa en los proyectos musicales de distintos géneros tales como el R&B, y cuyos trabajos estuvieron varias veces en los primeros lugares de la lista Billboard. En 1998 produce la obra teatral Moon on a rainbow shawl, la cual presenta en el Teatro Almeida, de Londres, y dos años más tarde, comenzando el milenio, es distinguida con la Medalla Nacional de las Artes. Dos años más tarde incursiona en el ámbito de los negocios, produciendo artículos decorativos que la marca Wallmart se encargará de distribuir, y por lo que se le criticará de haberse convertido en una figura codiciosa con ánimos de enriquecerse. Ella pretextó que no había ningún tipo de incongruencia cuando se permitía explorar también su faceta de comerciante, y que ella sería siempre la “poeta del pueblo”. Lo cierto es que no paró nunca de escribir. Para el año 2002 publicaría su sexta autobiografía, A song flung up to heaven. Destacada como anfitriona y experta cocinera, para el 2004 Maya reuniría un compendio de recetas que le había enseñado su abuela, y seis años más tarde publicaría otro libro de cocina enfocado en la pérdida de peso y el control de las porciones alimenticias. En el 2008 publica Letter to my daughter, al que algunos se refieren como a su testamento espiritual, dedicado a la mujer negra, y a quien se dirige como si se tratara de su propia “hija”. Ese mismo año participa en las elecciones primarias del Partido Demócrata, brindando su apoyo a la senadora Hillary Clinton, y luego uniéndose al representante electo y futuro presidente, Barack Obama. Tras la asunción presidencial se expresaría orgullosa: “Estamos logrando superar las idioteces del racismo y del sexismo.” En el 2010 donó sus manuscritos al Centro Schomburg para la Investigación de la Cultura Negra, y que comprendían 340 cajas repletas de páginas amarillas con todo el arsenal de su prolífica producción como escritora, además de telegramas y correspondencia. En el 2011 recibe la Medalla Presidencial de la Libertad, y participa del tributo que se le rinde en Washington a Martin Luther King, inaugurando una escultura de cuerpo entero que estaba acompañada de una “frase que hace parecer al Dr. Martin Luther King como a un imbécil arrogante”, según se quejó, y por lo que la cita fue retirada para ser cambiada por otra. No había quién no le hiciera caso. Le llovían los honores, los saludos de famosos y celebridades, las frases de gratitud y las congratulaciones. Más de cincuenta universidades la condecoraron rindiéndole títulos honorarios, fue ganadora de docenas de premios de distintas organizaciones literarias y agencias culturales, entre los que se cuentan tres Premios Grammy. En 2013, a la edad de los 85 años, la incansable maratonista de las letras nos sorprenderá con su última biografía. Y se hubiera quedado contándonos mil años más, si no hubiera sido porque un año más tarde su enfermera la encontraría muerta en su cama. Estaba trabajando en su próximo proyecto, una autobiografía enfocada en sus vivencias con los distintos líderes mundiales. Hasta el último día gozó de lucidez. Así lo expresó su hijo durante las ceremonias exequiales a las que acudirían millares de personas para despedirla: “Dejó este plano mortal sin perder la agudeza, perspicacia y comprensión”. Una semana después de su muerte su libro fue número uno en ventas en la plataforma de Amazon.com. Algunos la llaman “mujer renacentista”, y no le queda mal el rótulo. Lo cierto es que fue un ser vivo, destinado a encarnar muchas vidas en una sola, desde cocinera y poeta hasta proxeneta y periodista, pasando por cantante y escritora, y no quedándose en ningún sitio logró explorar las distintas variantes del panorama artístico. En el 2015 el Servicio Postal de los Estados Unidos imprimió una estampa con la figura emblemática de la recordada poetiza. Una apasionada que, como ella misma lo señala, hacía “de la escritura una parte tan importante de mi vida como comer o escuchar música.”

Maya Angelou

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