Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Maria Ann Mozart (1751-1829)

El ciprés no crece a la sombra del roble. Es así como a la hermana mayor del afamado Mozart le tocó conformarse con un destino clandestino, siendo ella la que tal vez despertaría la pasión musical del gran genio, y quien además le acompañaría con gran devoción a lo largo de su carrera musical. Cinco años mayor que Amadeus, Nannerl -como le llamaba su hermano- causaba gran admiración en ese pequeño gran prodigio que se gestaba, interesándose desde muy temprano en las lecciones de clavecín y piano que el padre le dictaba a su hermana, y que ella solía interpretar con deslumbrante maestría. El padre de ambos, Leopoldo, aseguraba que a la edad de los 12 años ya su hija figuraba como una de las mejores pianistas de toda Europa. Fue así como influenciado por su hermana, el virtuoso Amadeus aprendió a tocar el piano primero que a caminar, y su talento llegó a ser tan reconocido, que antes de alcanzar la pubertad el mismísimo Papa le pidió que lo visitara para ofrecerle en privado sus composiciones propias. Nannerl también cantaba, y poseía un gran talento para interpretar y componer, y es por esto que durante su infancia tuvo la oportunidad de acompañar a su padre y a su hermano a conciertos celebrados en las altas cortes de grandes ciudades como Viena y París, haciendo parte activa de los espectáculos que ofrecían el talento musical de los hermanos Mozart. Amadeus y Maria Ann sostuvieron siempre una relación cariñosa. Mantenían un lenguaje secreto en un mundo imaginario en el que se llamaban el Rey la Reina. Amadeus solía escribir en el diario íntimo de su hermana, en ocasiones haciendo referencia a él mismo y tratándose en tercera persona, como si aquellas palabras provinieran directamente de su propia hermana. Sin embargo Nannerl alcanzaría esa edad de los 18 años en la que se vería interrumpida su corta trayectoria musical, para encargarse en adelante del cuidado y la atención de los deberes del hogar, permaneciendo cercana a su madre y aprendiendo las labores y oficios que la convirtieran en una mujer digna de casarse. Luego se comprometería en matrimonio, teniendo así que renunciar a su pasión por la música, y obligándose a contraer nupcias por conveniencia con un acaudalado y viejo magistrado. Nannerl estaba enamorada de un joven capitán al que también se le prohibió volver a acercase, ya que en adelante le correspondería la tarea de cuidar de los cinco hijos del pasado matrimonio de su esposo, además de los tres hijos que durante los próximos años tendría con su marido. Por su parte, y gozando de su género, el pequeño hermano se rebeló siempre a los mandatos de su padre, logrando llevar una vida libertina y pudiendo así desplegar el talento de sus posibilidades. Amadeus mantuvo siempre un contacto con su hermana a través de cartas y todo tipo de correspondencia, en donde era común que el músico le consultara opiniones y sugerencias que pudieran pulir y fortalecer su trabajo, además de alentarla a desatender las obligaciones y mandatos del padre, a los que Nannerl obedeció con devota sumisión durante toda su vida. Al parecer Amadeus confiaba plenamente en el criterio de su hermana, quien según parece pudo haber sido la encargada de oficiar algunos arreglos en la obra del gran músico. Nannerl seguiría tocando el piano como un divertimento que era propio de las buenas esposas, ya que dedicarse al oficio y devengar dinero de sus composiciones era en su momento comparable al ejercicio de la prostitución. Poco a poco se fue quedando ciega, como en las sombras su música; sin embargo nunca pararía de tocar. No se conservan trabajos de Maria Ann Mozart; su obra se ha perdido en ese olvido al que fueron a parar las creaciones artísticas de todas las demás mujeres a lo largo de nuestra historia. Se perdió irrecuperablemente la promesa y el potencial musical de una mujer sensible y apasionada que de cualquier forma se las arreglaba para seguir practicando. Luego de la muerte de su hermano, Maria Ann se dedicaría a la enseñanza del piano, y a la edad de los 78 años abandonaría la muda escena musical de este mundo sin oídos para lo femenino. Silenciada, nadie escuchó su música. Su afamado hermano reconoce el talento de Maria Ann en una de sus misivas: “Tengo el temor de no componer tan bien como tú. La canción que escribiste es hermosa”. Es muy posible que Amadeus interpretara en sus conciertos algunas obras compuestas por Nannerl, a quien dedicaría cantidad de preludios, fugas, sonatas y caprichos. Pero Maria Ann Mozart vivió siempre a la sombra de su hermano, obedeciendo sin cuestionamientos el mandatado de una época que la censuraba y le impedía desafiar su riqueza artística. Hay una pintura en la que se puede contemplar a los dos hermanos con las manos puestas sobre el piano. La genialidad de Mozart está compuesta por su hermana; los Mozart, geniales, son dos. El arte humano ha sido creado hasta hoy, casi con exclusividad, por hombres. Que aquello que conocemos como la belleza de la pintura, la poesía, la música, etc, es producto del genio creativo del hombre. El mundo actual espera por fin tu música, tu pintura y tu poesía, mujer. Nuestra historia merece conocer la belleza femenina expresada con libertad en el arte y en todas las demás áreas humanas y del conocimiento, y resarcir de esta manera la obra y el nombre de tantas mujeres que desde hoy no perecerán en el olvido.

Maria Ann Mozart

Comentarios