Tom, el sastre del pueblo, fue el único que violó el acuerdo de no mirar. Se dice que en alguna pared del frente de su casa abrió un huequito por el que vio pasar desnuda nada menos que a la esposa del rey de la comarca, quien se paseaba en el lomo de una yegua blanca por las calles de Coventry cubriendo apenas sus senos con sus largos cabellos rojizos.
El pacto había sido muy claro y el pueblo por entero parecía respetarlo. Interesada en el bienestar de su gente, Lady Godiva le había reclamado a su marido las fuertes imposiciones tributarias que había adoptado, pidiéndole que cambiara sus políticas y le concediera a las personas alternativas no tan rigurosas.
Su marido no midió el alcance de sus palabras ni menos la determinación de su mujer, y quizás a modo de burla le dijo que aceptaría echar reversa a sus medidas económicas si aceptaba el reto de pasearse a caballo y desnuda por todo el pueblo.
Lady Godiva, en un gesto desinteresado por las personas, y con un gran sentido social, no vaciló en aceptar la alocada propuesta, la cual comunicó a la gente pidiéndole que la apoyaran preservando finalmente su honra y su intimidad, guardándose al interior de sus casas y cerrando sus ventanas, para que ella pudiera cumplir sin vergüenza ni humillaciones con la promesa de su desafío.
La atrevida Lady Godiva se retiró todas sus prendas, subió al lomo de su potra, tomó las riendas y se fue a dar un paseo por las calles de un pueblo fantasmal, donde todos sus habitantes permanecieron resguardados al interior de sus viviendas en espera de que su señora cumpliera con la hazaña.
El marido de la intrépida Lady Godiva no podía creer que su mujer por cariño al populacho se hubiera atrevido a tanto, y en cumplimiento a su palabra y como premio a la osadía de su esposa, derogó las leyes tributarias tal como lo había prometido.
Lady Godiva, un personaje entremezclado con la leyenda, sería la esposa del conde de Chester y de Mercia y señor de Coventry, un gamonal de aquel tiempo conocido como Leofric, y que como era común se aprovecharía de su poderío para ahogar en impuestos y tributos a los comerciantes. Fue entonces cuando su esposa, interesada en velar por su pueblo y reconocida por sus virtudes altruistas, quiso convencer a su señor para que corrigiera sus políticas.
Esta es la historia de Lady Godiva, cuyo nombre significa “Gift of God” (“regalo de Dios”), la primera mujer que habría así utilizado su cuerpo para solidarizarse con una causa y defenderla con su propia piel. Lady Godiva quiso aceptar el reto, y no teniendo otra alternativa aceptaría pasear desnuda si es que de esta forma su gente se vería recompensada.
La heroína es recordada por su belleza y, desde luego, por la bondad que mostró con su pueblo. Se dice que fue gestora de la construcción del monasterio Coventry, y también se dice a modo de leyenda que aquel sastre imprudente perdería la vista al verla pasar desnuda, y para la historia será recordado como Peeping Tom (Tom el mirón).
Lady Godiva se ha visto perpetuada en la historia popular y son muchas las bandas musicales en cuyo repertorio aparecerá una canción dedicada a su historia, y así mismo la veremos en películas y series, y en literatura son varios los autores que le dedicaron un par de versos, como Sylvia Plath, Ezra Pound, Charles Bukowski y D.H. Lawrence. Así también hace presencia en la famosa marca de chocolates belgas llamada Godiva.
En la pintura su retrato más famoso y el más antiguo es el cuadro de Adam van Noort, y que fue rescatado hacia 1586 en la ciudad de Coventry. La imagen reconstruye lo que cualquiera tendría en mente: la mujer de piel blanca a lomo de caballo, desnuda, de largos cabellos rojizos que ocultan discretamente sus pezones, desafiando a un hombre, a la autoridad, luchando con honra por su pueblo, poniendo la propia carne de su pellejo.