Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Ingrid Bergman (1915-1982)

Nació en Suecia. Su madre murió cuando ella tenía tres años, y quedaría huérfana a los 11, cuando entonces su padre dispuso de una pequeña herencia y antes de morir dejó a Ingrid en manos de sus tíos. A estos poco le agradó la idea de su sobrina de convertirse en actriz, ya que en aquel entonces el oficio era relacionado con mujeres libertinas, incluso prostitutas, y el tío de Ingrid consideraba que los dotes intelectuales de su sobrina podían depararle un mejor porvenir. Sin embargo Bergman ya tenía decidido que para realizarse tenía que aspirar a su más cierta vocación: actuar. “Soy más yo misma cuando soy otra persona”, decía. Luego de superar una dura prueba de acceso, Ingrid es elegida para estudiar en The Royal Dramatic Theater School, donde también Greta Garbo había cursado sus estudios de arte dramático. Una chica solitaria, tímida, y sin embargo extrovertida, de una belleza natural cautivante, rubia, alta, con mirada de intelectual o de sabihonda, esa fue la jovencita que vimos en segundo plano, actuando de extra en la película de 1932, Lanskamp, y que tres años más tarde ya figuraría como parte del reparto de tres películas suecas: Munkbrogreven (El conde del Puente del Monje), Banningar y Swedenhielms. Para ese entonces ya era considerada por algunos como la gran promesa del cine sueco. No se equivocaron quienes pensaban así. Para 1936 protagonizó la película Intermezzo, y en donde ya su talento y su belleza empezarían a seducir a la industria estadounidense. Un año más tarde contrae matrimonio con Petter Linström, un dentista con quien tendrá a su primera hija, y quien la acompañará durante años al rincón del mundo donde las cámaras esperan por ella. Fue así como se trasladan a Berlín, donde Ingrid rodará la película El pacto de las cuatro, y tras la cual sería contactada por el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, quien celebró la actuación de Bergman y le pidió protagonizara un film en alemán que pudiera incentivar las causas del Tercer Reich. Por esos mismos días Ingrid Bergman recibiría una propuesta con la que nada podía competir, ya que el productor David O. Selznick, director de la afamada compañía MGM, se interesó en los derechos de la película Intermezzo, e invitaba a Bergman para que se mudara a Hollywood y protagonizara la versión en inglés. Como única condición, la actriz pediría conservar su nombre, así como su estilo, ya que era propio de la industria cinematográfica darle un vuelco total a la vida de la mujer, rebautizando su nombre y hasta su vida misma. “Sé tú mismo. El mundo rinde culto a la originalidad”, decía. Es así como para 1939 Ingrid y su marido se trasladan a Estados Unidos, y mientras duró su contrato la prolífica actriz alcanzaría a rodar algunas películas que lograron gran notoriedad, consagrándola dentro del firmamento de las estrellas más reconocidas del séptimo arte. En 1941 se destacan películas como El extraño caso del Dr. Jeckyll, Los cuatro hijos de Adán y Alma en la sombra. Sin embargo sería dos años más tarde cuando Ingrid se encontró con el papel que la inmortalizaría en este mundo. Dirigida por Michael Curtiz, y compartiendo plató con el codiciado Humphrey Bogart, Casablanca se convertiría con el tiempo en una de las películas más icónicas del cine, teniendo como protagonista a la consagrada mundialmente, la famosa actriz sueca llamada Ingrid Bergman. En 1943, junto a Gary Cooper, Ingrid interpreta a María en la película Por quién doblan las campanas, consiguiendo con este papel su primera nominación al premio Oscar. Con el humor y honestidad que siempre la caracterizaron, al perder ante la actriz Jennifer Jones, Bergman declararía con agrado, felicitando a la ganadora: “Tu Bernadette es mejor que mi María”. Así pues, sólo sería cuestión de esperar un año para que se alzara con la codiciada estatuilla, luego de su actuación en la película Luz que agoniza, y sólo un año más tarde volvería a ser postulada por la Academia por su papel en la película Las campanas de Santa María. Se encontraba realizada, había superado sus temores e inseguridades, estaba en su salsa; Ingrid Bergman había encontrado su destino y su felicidad​: “Me convertí en una persona dichosa, abierta y distendida, porque hacía exactamente lo que deseaba y me resultaba facilísimo.” Para 1945 el director Alfred Hitchcock se interesó en aquella actriz de mirada profunda, mujer elegante y misteriosa, proponiéndole actuara junto a Gregory Peck en el film Spellbound (Recuerda), y un año después en la película Encadenados, protagonizando junto a Cary Grant uno de los besos más largos del cine hasta aquel momento. “¿Beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas”, comentó. En 1948 sería nominada por cuarta vez al premio Oscar, después de haberle dado vida a Juana de Arco en la película Arco de triunfo, en un papel con el que había soñado, dado la admiración que sentía por tan emblemático personaje. Junto a Kim Novak y Grace Kelly, Hitchcock la consagraría como a una de sus “rubias”, ofreciéndole en 1949 una tercera película, Atormentada. Para ese momento, y pese a que sus siguientes producciones no gozaron de un gran éxito, e incluso se le incluyó junto a Katharine Hepburn y Joan Crawford entre el ominoso listado de “taquilla envenenada” (aquellos actores que estaban pasando de moda y cuyos trabajos no eran ya taquilleros), Ingrid Bergman se había convertido en una de las actrices mejor pagadas de la industria cinematográfica. Admirada por el trabajo del director italiano Roberto Rossellini, en 1949 Bergman le escribe una misiva en la que confiesa su interés en trabajar algún día con él. El italiano no vacila y la invita a Roma para que protagonice la película Stromboli, por la cual un año más tarde la actriz sería galardonada con el premio Ruban d’Argento. Ingrid viajó con su infaltable marido y con U$300, y lo que en un principio se calculaba un viaje de algún par de meses para grabar una película, se convirtió en una odisea de varios años, un nuevo esposo y varios hijos, varias películas. De inmediato surgió una relación sentimental entre el director y la actriz, por lo que Ingrid abandonó a Peter para unirse a Rossellini en una relación amorosa, así como laboral, y en la cual ya se gestaba un fruto: el primer hijo de la pareja, llamado Roberto, nacería antes de que Ingrid pudiera adelantar los trámites para conseguir su separación legal. Finalmente en 1950 consigue divorciarse y unos meses más tarde se casa en México. La boda desató el escándalo internacional. En Italia la prensa llamaba a Rossellini “gigoló”, mientras que los medios no paraban de atacar a Ingrid Bergman en toda Europa, recibiendo a diario cientos de cartas en la que la injuriaban tratándola de adúltera, infiel, pecaminosa, y así también recibió pronunciamientos en contra de la iglesia luterana de Suecia y de los sacerdotes de la iglesia católica. En Estados Unidos Ingrid sería considerada persona non grata, cerrándole las puertas y condenándola a no regresar como un castigo y un reproche por abandonar a su marido y a su hija. Sin embargo nada esto fue suficiente como para opacar la empresa de esta pareja que en adelante se dedicaría a producir varios filmes. Aparte de otras dos hijas gemelas, Isabella e Isotta, la unión nos dejaría algunas películas que luego serían filmes de culto dentro del movimiento francés de la Nouvelle vague: En 1951 llegaría Europa 51, por la que nuevamente Ingrid sería condecorada con el premio Ruban d’Argento. Te querré siempre de 1952, Siamo donne (Nosotras las mujeres) de 1953 y La paura (Ya no creo en el amor) de 1954, inspirada en el relato Miedo, del escritor Stefan Zweig. La falta de acogida de las últimas películas representó también un declive económico y sentimental para la pareja. En 1956 Rossellini le propone a su esposa que trabaje para el director francés Jean Renoir en la película Elena et les hommes, y ese mismo año protagonizó la película inglesa Anastasia, que le valdría la conquista de su segundo premio Oscar, y que no pudiendo asistir para recibirlo, sería su amigo y colega Cary Grant quien subió al escenario en representación suya para reclamar la estatuilla. En 1957 se separó definitivamente de Rossellini, y un año después, durante el rodaje de la película Indiscreta (película de comedia romántica que parecía destinada a protagonizar con Clark Gable pero que acabaría compartiendo con su amigo Cary Grant), conocería al productor teatral sueco, Lars Schmidt, y quien se convertiría en su tercer esposo. En 1959 Ingrid Bergman es invitada de nuevo a Estados Unidos para presentar los Premios Oscar, ya que luego de su separación de Rossellini el pueblo estadounidense quiso perdonarla y acogerla de nuevo en las salas de cine y en sus teatros. Incluso el mismo Ernest Hemingway emitió un comunicado público dándole la bienvenida a Hollywood. Se le prohibió sin embargo casarse de nuevo, y no se le concedería permiso de entrada a sus tres hijos italianos hasta que estos no cumplieran la mayoría de edad. “Para ser feliz basta con tener buena salud y mala memoria”, decía. La industria se había olvidado de rencillas pasadas y Bergman regresaba para dejar en claro quién era una de las más grandes actrices de cine de todos los tiempos. En adelante también se dedicaría a explorar la televisión, destacándose por su trabajo de 1959 en la serie Turn of the screw (Otra vuelta de tuerca), y que la llevaría a ganar el más codiciado premio televisivo, el Premio Emmy. Para la década de los años sesenta Ingrid Bergman se mantendrá activa realizando varias películas, así como participando de obras teatrales que representará en giras alrededor de Europa, Canadá y Estado Unidos. De estos años se destacan los filmes El albergue de la sexta felicidad de 1959, No me digas adiós de 1961, La visita y El Roll-Royce amarillo de 1964, La voz humana de 1966, Flor de cactus de 1969 y Cuestión de tiempo, esta última dirigida por Vicente Minnelli, y en donde actuaría también su hija Liza, además de contar con la participación de las hijas gemelas de Ingrid dentro del departamento de maquillaje. En 1974 recibirá su tercer galardón por parte de la Academia, luego de su interpretación en la película Asesinato en el Orient Express, y un año más tarde dará inicio a una batalla de la que sí no saldrá bien librada. Diagnosticada con cáncer de mama, Bergman es intervenida quirúrgicamente, extrayéndosele un tumor del pecho luego de una exitosa operación. Ese mismo año se separaría de Lars, y a pesar de su enfermedad, la inagotable artista no pararía de actuar. “Actuar es la mejor medicina del mundo. Si no te sientes bien, desaparece porque estás ocupado pensando en algo que no eres tú mismo. Somos actores muy afortunados.” En 1978 tiene el gusto de cerrar su carrera cinematográfica bajo la dirección de su compatriota, el célebre director sueco Ingmar Bergman, en la película que nuevamente la postularía al Premio Oscar, Sonata de otoño. A finales de 1981 se traslada a Israel para la grabación de la serie televisiva inspirada en la primera ministra israelí, Golda Meir, Una mujer llamada Golda. Dicha interpretación le valió el reconocimiento de un Globo de Oro, además de su segundo Premio Emmy, el cual no alcanzó a reclamar. Después de terminado el rodaje en Oriente Medio, Ingrid se dirige a Londres para celebrar su cumpleaños número 67. Acabada la fiesta, la legendaria actriz se dirige a su alcoba, y ya nunca volverá a despertar. Muere el día de su cumpleaños, consagrada en como un rostro simbólico del cine de mediados del siglo XX. Ganó tres premios Oscar, empatada con Meryl Streep y apenas superada por Katharine Hepburn. Fue dirigida por los más destacados directores de la época, realizando siete películas con Gustaf Molander, seis películas con Roberto Rossellini y tres películas con Alfred Hitchcock. En su prolífica carrera tuvo la oportunidad de actuar junto a los principales galanes del momento y fue homenajeada con un sinnúmero de premios y reconocimientos. Debido al conocimiento de varios idiomas (sueco, alemán, inglés, italiano y francés), Ingrid Bergman fue una actriz destacada y conocida en todo el mundo. Logró gran notoriedad en el teatro al convertirse en la primera ganadora del Premio Tony, y así también con sus interpretaciones para la televisión. Sus cenizas fueron arrojadas a las gélidas aguas del mar de Suecia. La lista del American Film Institute la considera como la cuarta actriz más influyente en la historia del cine.

INGRID BERGMAN

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