Nanyue era el nombre con el cual los chinos conocían a lo que hoy es Vietnam, y que comprendía un territorio mucho más vasto ya que se extendía hacia la zona sur de la China. Para el año 111 a.C. la dinastía Han, en cabeza del emperador chino Wu, había convertido a Vietnam en una provincia de su imperio luego de ganar la Guerra Han-Nanyue. China impuso un yugo represivo sobre la población conquistada intentando por todos los medios de imponer su propia cultura. Los emperadores que sucedieron a Wu emplearon una forma abusiva de gobierno, reordenando tradiciones a su antojo y eliminando costumbres ancestrales e imponiendo un sistema tributario excesivo. Se les prohibió a los vietnamitas escribir en su idioma, obligándolos al aprendizaje del mandarín, y supliendo su estilo de vida por el estilo chino, una literatura china e incluso las técnicas agrícolas que empleaban los campesinos chinos. Fue así como su conquista no estaría exenta de un continuo descontento por parte de la población, y muy pronto se hicieron de notar los movimientos revolucionarios que pugnaban por libertar a Vietnam del avasallador imperio. Entre estos desobedientes serían dos mujeres las que protagonizarían la lucha imposible contra el gran gigante asiático. Acostumbrados a que las historias de la liberación de los pueblos las lideren los machos, en esta ocasión serían las hermanas Trung quienes estarían al frente de los ejércitos de rebelión que le harían frente al gran imperio. Trac y Nhi nacieron en la localidad de Jiaozhi, al norte de Vietnam, hijas de un político aristócrata que servía como prefecto de la región, y que pese a trabajar para el Imperio Chino se consideraba un patriota y estaba en desacuerdo con la invasión a su país. Sería él quien se apersonara de la educación de sus dos hijas, instruyéndolas en los campos del intelecto, y así también como en el uso de armas, técnicas de combate bélico, y el adiestramiento en artes marciales. El padre había formado a dos guerreras, y el ánimo revolucionario de sus hijas no se mostraría apocado y sumiso como el de él, por lo que las hermanas pasarían a formar parte activa de los grupos insurgentes que empezaban a manifestarse en todo el país. Por aquellos años Trac, la mayor de las hermanas, conocería a un militar hijo de otro prefecto de una región vecina que sí mostraba un enojo declarado a la China, y que había legado sus ánimos revolucionarios a su hijo. Los dos agitadores se conocen y pronto se casan, pero un tiempo más tarde el marido de Trac caerá preso en una subversión fallida y que a la postre acabaría con su ejecución. El resentimiento de esta pérdida lograría motivar a las hermanas para iniciar una verdadera revuelta, y quién mejor que la esposa del fallecido pata tomar su lugar. Ni la China ni nadie se imaginaría que el mando de la insurrección estaría ocupado con éxito por dos mujeres, pero el pueblo requería con urgencia de alguien que se apersonara de la lucha y liderara la guerra, y ahora las hermanas Trung se mostraban como las más opcionadas para encabezar la primera batalla. Esto sucedió en la primavera del año 40 con los primeros levantamientos en los campos norteños de Yue. Varios nobles se unieron a esta revolución, y en poco tiempo las hermanas Trung habían conseguido reunir un ejército de más de treinta mil soldados. Al mando de las tropas, las hermanas dejaron a cargo a una treintena de mujeres, muchas de ellas emparentadas de familia, y a lo largo de tres años las valerosas Trung lograrían retomar los dominios vietnamitas e incluso expandir su territorio. Se les recuerda a lomo de elefante, cercadas por arqueros que las protegían, liderando pelotones de hombres que avanzaban en la conquista contra los invasores chinos. Tranc se autoproclamaría Vuong (Reina) de su país, luego de que su naciente imperio, gobernado hombro a hombro con su hermana Nhi, se hubiera apoderado de más de setenta ciudades. Casi todas las regiones controladas por las hermanas Trung eran zonas rurales, por lo que muy tarde el emperador chino se mostraría preocupado por la situación en Vietnam, y no queriendo darle más largas al asunto envió un ejército de diez mil hombres encabezado por Ma Yuan, general al que le concedió el título de Fubo Jiangjun (General que calma el oleaje). Y así fue. Ma Yuan comenzó una reconquista paulatina, amparado en el continuo suministro de armas y víveres a lo largo de las rutas del Río Rojo, y que le permitía la dotación y el abastecimiento permanente a sus ejércitos. Finalmente, para la primavera del año 43, las hermanas Trung no conseguirían resistir a las tropas chinas y caerían prisioneras del imperio mandarín. Sobre su destino poco se sabe. Hay quienes dicen que fueron violadas, torturadas y ejecutadas, y que sus cabezas fueron enviadas al emperador como el trofeo de la victoria. Otros aseguran que las hermanas, ante el avance inminente de los chinos, y queriendo precisamente evitar este final lamentable, se habrían suicidado arrojándose a las revoltosas aguas del Río Hat. Hay versiones que hablan de alguna guerrera que dio a luz en medio de la lucha y que aún así continuaría batallando con su recién nacido entre brazos, y otra leyenda más absurda en la que los soldados chinos pelearon desnudos, y que sería la vergüenza de las mujeres vietnamitas lo que logró disuadirlas batallar. Unos afirman que, valientes, las Trung perdieron sus vidas en el campo de batalla, y otros, los menos escépticos, aseguran que las hermanas jamás murieron. Y es que Trac y Nhi Trung siguen vivas en la memoria del pueblo vietnamita. Durante los próximos cinco siglos los chinos consiguieron mantener su dominio sobre estos territorios sin que ninguna figura volviera a aparecer para hacerles frente. Hoy, pasados dos milenios, las hermanas Trung siguen ciertamente vivas, y cada año se destina un día para conmemorar una fiesta en recuerdo de sus hazañas. Sus historias son un legado que va viajando a lo largo de las distintas generaciones, siendo las Trung un símbolo de identidad y unificación nacional. A pesar de que su gobierno apenas duró tres años, su proeza fue suficiente para inspirar el heroísmo de los combatientes vietnamitas que mucho tiempo después volverían a hacerle frente a una gran potencia. La imagen de las Trung ha vuelto a enarbolarse luego de acabada la guerra contra Estados Unidos, y a lo largo del país se reconstruyeron pagodas, monumentos y otros templos milenarios que fueron erigidos en memoria de las dos libertadoras de Vietnam.
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