Emmeline nació en Moss Side, Manchester. Sus relatos de cuna eran los que su madre le narraba del libro La cabaña del tío Tom, lo que no solamente demuestra la tendencia ideológica de su madre, sino además la influencia que desde la infancia tendría respecto al abolicionismo y a los derechos civiles. A los tres años ya leía y se dice que a los nueve ya había devorado La Odisea y los tres volúmenes de La Revolución Francesa, y pese a que sus padres mostraran una tendencia al pensamiento liberal, consideraban que lo mejor para su hija sería aferrarse a la tradición de conseguirle desde joven un marido que velara por ella mientras esta se consagraba a los cuidados de su esposo, los hijos y el hogar, a “crear un hogar atractivo”, como lo diría su padre. En sus memorias Emmeline cuenta de lo frustrante que fue para ella escuchar a su padre decir, creyendo que ella se encontraba durmiendo: “Qué lástima que no naciese muchacho.” No obstante, esto no sería un escollo para que Emmeline se abriera paso por cuenta propia, y recuerda que ya de niña visitó un bazar con el ánimo de apoyar la recaudación de fondos para los esclavos recién liberados de Estados Unidos. También se valió del legado de su padre, quien disfrutaba de interpretar papeles en obras teatrales y declamar poesías, despertando en su hija el histrionismo que le sirvió muchísimo como futura oradora. A los 14 años ya había heredado de sus padres la pasión por la política, la necesidad de hacerse escuchar y discutir sobre los abusos de las leyes y de su falta de igualdades, y es por esto que desde su adolescencia pasaría a formar parte del movimiento sufragista. Sucedió un día en el que su madre se dirigía a una reunión donde haría presencia Lydia Becker, editora de la Women’s Suffrage Journal, y a la que su madre estaba inscrita, y luego de acompañarla a dicha reunión su vocación se esclarecería: “Dejé la reunión como una consciente y confirmada sufragista”, confesó en sus memorias. Un año después fue enviada a la capital francesa para iniciar su formación en la École Normale de Neuilly, donde recibiría una formación en bordado, contaduría y química, a parte de algunos estudios relacionados con las artes. Antes de cumplir sus 20 años ya se encontraba casada con Richard Pankhurst, un abogado 24 años mayor que ella, y con quien a lo largo de la siguiente década establecería una familia conformada por cinco hijos. Ella le había propuesto que convivieran sin la necesidad de formalizar su matrimonio, pero a él no le pareció conveniente para su mujer, si es que ella quería dedicarse a la actividad pública. Pese a esto Richard era famoso por su pensamiento liberal y por ser un enérgico defensor de los derechos de las mujeres, y en especial por su lucha para que estas pudieran votar. Ambos creían que la mujer no estaba para convertirse en una “máquina del hogar”, por lo que contratarían a una sirvienta que ayudara con los cuidados de la casa, y de esta manera Emmeline podría explayar sus capacidades sin los limitantes que le impondría la crianza exclusiva de sus hijos. En 1886 la pareja se establece en Londres, donde Richard se lanzará sin éxito al Parlamento mientras Emmeline ayudará con las finanzas del hogar montando una tienda de telas a la que llamó Emerson & Company. Por otro lado su hogar ubicado en Russel Square serviría como el epicentro de reuniones de activistas, y así también como el refugio para algunas mujeres necesitadas del auxilio de los Pankhurst. Las diferencias al interior de la National Society for Women’s Suffrage (NSWS) era notoria. La división estaría en que una parte consideraba que el proceso debía ser paulatino, concediéndoles en principio el derecho del voto a mujeres solteras y a las viudas, ya que en el caso de las mujeres casadas sus esposos “votaban por ellas”. Finalmente para 1888 el movimiento acaba disolviéndose en varias organizaciones independientes o afiliándose a algunos partidos políticos. Es así como, junto a su esposo, en 1889 los Pankhurst fundarían en su propia casa el movimiento Women’s Franchise League (WFL), entidad encargada de promover las causas del sufragio femenino, pero también otras iniciativas como la igualdad de derechos laborales para las mujeres y otros derechos que valía la pena revisar, como los tocantes al divorcio y a las herencias. Un año después la organización llegó a su fin, y Emmeline, interesada en los movimientos de izquierda y las ideologías socialistas, quiso continuar su activismo político, esta vez militando en el Partido Laborista, pero no sería aceptada por la condición natural de ser mujer. La tienda de telas de Emmeline no logró despegar, y el trabajo de abogado de Richard no iba muy bien, por lo que en 1893 decidieron regresar a Manchester, donde Emmeline comenzó a trabajar de lleno en distintos movimientos feministas, convirtiéndose en miembro activa de la Women’s Liberal Federation (WLF). A través del Comité de Asistencia para Desempleados, Emmeline trabajó como Poor law guardian en Chorlton-on-Medlock, pudiendo enterarse de las penosas condiciones que viven los pobres en los workhouses, aquellos asilos donde supuestamente se les brindaba algún tipo de apoyo pero cuya realidad sería muy distinta. Denunció el trabajo de niñas menores de siete años que fregaban corredores interminables, mujeres embarazadas haciendo oficios pesados “casi hasta que sus bebés llegaban al mundo”, un ambiente donde proliferaba la epidemia de la bronquitis, y un descuido en todos los niveles y por lo que Emmeline se sintió ciertamente tocada y comprometida: “Estoy segura que todo esto fueron potentes factores en mi educación como militante.” En adelante Pankhurst se destacó por su labor y sus denuncias sirvieron para reformar la Poor Law (Ley de los Pobres). Estando en Suiza recibe un lacónico comunicado de su esposo que le telegrafiaba: “No me encuentro bien. Por favor regresa a casa, mi amor.” La esposa no alcanzaría a llegar y recién estaba por abordar el tren que la llevaría a Manchester cuando se enteró en un periódico sobre la muerte de su marido. La muerte de Richard la llevaría a tomar un empleo en el registro civil de Chorlton, donde se mudaría con sus hijos a una casa más pequeña y trataría de pagar las deudas que había heredado de su difunto esposo. Sin embargo este trabajo le permitió a Emmeline enterarse de otros tantos abusos perpetrados a la mujer, y de seguir ampliando su visión sobre las injusticias que padecen en todos los ámbitos. Para 1900, al ser nombrada como parte de la Junta escolar de Manchester, Pankhurst seguiría recopilando historias que sumaría a su causa, y en un grito de independencia reabrió su tienda de telas, esperanzada en que esta vez le sirviera como la fuente de ingresos con la cual mantener a su familia. No conforme con la blandura de los movimientos a los que pertenecía, en 1903 Emmeline y un grupo de sufragistas más radicales fundan la Women’s Social and Political Union (WSPU), cuyas banderas serían las mismas de promover el sufragio femenino, y que sería recordada por su lema: “Deeds, not words” (“Acciones, no palabras”). La organización, conformada exclusivamente por mujeres, se declaraba un movimiento independiente y desligado de cualquier partido político. Al comienzo recogerían firmas en apoyo a su causa y publicarían artículos respecto al tema en un boletín llamado Votes for Women; celebrarían mítines políticos y debatirían en debates públicos con proclamas y discursos en favor del sufragio femenino, pero pasado un tiempo el movimiento empezó a contar con cierto reconocimiento por sus métodos de protesta no muy pacíficos. Uno de los mayores opositores con los que se encontró el WSPU fue nada menos que el influyente político Winston Churchill, y de esta misma forma serían ridiculizadas e incluso llegarían a sufrir agresiones físicas, como aquella tarde de invierno de 1908 en la que Emmeline recibió una lluvia de huevos y una pedrada oculta en una bola de nieve que lastimaría su tobillo. Pese a todo esto para ese año ya el WSPU congregaba a medio millón de activistas, quienes se convocaron en el Hyde Park para reclamar en masa por el derecho al voto femenino. Después de estas revueltas, y como sería costumbre, Emmeline sería llevada a prisión, y durante su juicio le recalcó a la corte: “No estamos aquí por ser infractoras de la ley; estamos aquí por nuestros esfuerzos de convertirnos en hacedores de leyes.” Creía con convicción en que su lucha era legítima. Saboteaban actos públicos, rayaban las paredes de los edificios, asaltaban propiedades de políticos y mandatarios, se batían físicamente contra los policías, rompían ventanas a su paso e incendiaban negocios, fábricas y establecimientos comerciales. Para 1906, luego de un artículo publicado en el Daily Mail, Pankhurst y su grupete de revoltosas pasarían a ser conocidas como las suffragettes, una manera despectiva de llamar a estas rabiosas y radicales sufragistas. “Finalmente somos reconocidas como un partido político: nos encontramos en el centro de la política y somos una fuerza política”, serían las declaraciones de Emmeline tras uno de sus tantos arrestos. Y es que muchas fueron las ocasiones en las que no sólo Emmeline sino también sus tres hijas, Christabel, Adela y Sylvia -también militantes de la WSPU- serían detenidas y encarceladas. Para 1907 Pankhurst y sus hijas iban y venían de un lado a otro, participando de convenciones y foros y dictando charlas, conferencias y discursos, en una batalla incansable por sacar adelante los proyectos de ley que permitiera por fin el anhelado voto femenino. Al interior de los precintos carcelarios Emmeline quedaría horrorizada del trato penoso que se le daba a las reclusas, describiendo cómo se sintió luego de su primer confinamiento de seis semanas: “Como un ser humano en el proceso de ser transformado en una bestia salvaje.” Denunció las plagas que abundaban al interior de estos recintos, la poca comida suministrada, y “la tortura civilizada del confinamiento solitario y en silencio absoluto.” Había pues encontrado el método perfecto para hacerse escuchar, y era así como no tenía temor de regresar una y otra vez tras las rejas. Carecía de miedo, y es por esto que en 1909 abofeteó un par de veces a un policía, solamente como un pretexto para ser enviada otra vez a prisión, porque según explicaba “la condición de nuestro sexo es tan deplorable que es nuestro trabajo romper la ley para llamar la atención hacia las razones por las que hacemos lo que hacemos.” Un reportero le preguntó si por defender su causa estaría dispuesta a pasar un largo período encarcelada, a lo que ella respondió sin vacilar: “Oh, sí, por supuesto. Sabes, no sería tan terrible y además sería una valiosa experiencia.” Es así como en 1910 llegaría uno de los sucesos más sonados de sus tantos escándalos, en un episodio conocido después como el “Viernes Negro”, cuando en luego de una protesta frente al Parlamento, Emmeline, junto a más de cien agitadoras, serían llevadas a prisión. Unos días más tarde de este suceso Emmeline tendría que vivir la muerte de uno de sus hijos, quien desde hace unos años se encontraba paralítico, y apenas unos días más tarde la veríamos dando un discurso en Manchester frente a más de cinco mil personas; el Partido Liberal, acostumbrado a abuchearla, mantuvo silencio y no se atrevió a sabotear a Pankhurst durante su intervención. Era tanta su actividad pública, que en 1912 Pankhurst fue arrestada una docena de veces, y las acciones del WSPU llegaron a ser tan extremas que incluso causaron la muerte de Emily Davison, quien sería arrollada por un caballo de carreras perteneciente al rey Jorge V, cuando esta saltó al hipódromo queriendo colgar del jinete un polémico letrero. Pankhurst había encontrado en el vandalismo una forma de hacerse escuchar y hacer valer su voz: “Nos tienen sin cuidado vuestras leyes, vamos a continuar esa guerra como lo hicimos en el pasado; pero no seremos responsables de la propiedad que sacrifiquemos o del perjuicio que la propiedad sufra como resultado. De todo ello será culpable el gobierno que, a pesar de admitir que nuestras peticiones son justas, se niega a satisfacerlas.” Por esa época, ya una experta en prisiones, Emmeline y sus amigas encontrarían otra herramienta poderosa que utilizarían a partir de ese momento: la huelga de hambre. Las suffragette se harían famosas en todo el país por mantener prolongadas huelgas de hambre, a lo que las autoridades tendrían que interceder valiéndose de prácticas que a la larga serían desaprobadas y repudiadas por la misma sociedad. “Escenas repugnantes de violencia tenían lugar a casi cada hora del día, mientras los doctores iban de celda en celda efectuando su horrible trabajo”, declaraba Pankhurst. Para evitar que las reclusas murieran de inanición, las presas eran amordazadas con fierros de acero que se empleaban para abrirles la boca, y a través de sondas les introducían el alimento a las irreverentes presidiarias. Se cuenta de una ocasión en la que un par de guardias intentaron ingresar a la celda donde permanecía Pankhurst, y esta los amenazó sosteniendo una jarra de terracota mientras les advertía: “Si alguno de ustedes se atreve a dar un paso adentro de esta celda, me defenderé.” Muchos años más tarde Emmeline describiría en su biografía el espanto de estas experiencias: “Mientras viva, nunca podré olvidar el sufrimiento que experimenté durante esos días, cuando los gritos taladraban mis oídos.” En 1912 las autoridades intervinieron las instalaciones de la WSPU y se llevaron presa a Emmeline, quien sería sentenciada un año más tarde a pagar tres años de prisión, achacándosele un atentado con una bomba explosiva. Su hija Christabel, leal militante del movimiento, huyó a París, y desde allí continuó impulsando las actividades del WSPU. Pankhurst siguió empeñada en hacerse oír dejando de comer, y durante los años siguientes fue enviada a prisión y nuevamente puesta en libertad a los pocos días, y esto debido a su mal estado de salud. Por esos días sería promulgada la ley conocida como Cat and Mouse Act, la cual otorgaba la libertad para aquellas suffragettes que se encontraran en delicado estado de salud debido a las prolongadas huelgas de hambre. Las revolucionarias se aprovecharían de esta ley para causar una explosión con pólvora y gasolina que por fortuna no pasó a mayores; una de ellas lanzó un hacha contra el carruaje en el que viajaban los tres más altos dignatarios de Asquith; una rasgó el cuadro de la Venus del espejo de Velásquez como una forma más de protesta; incendiaron una empresa de refrigerios en Regent’s Park, así como un invernadero de orquídeas en Kew Gardens, el buzón de correo y un vagón de tren; una colocó un letrero en el carruaje del Primer Ministro que decía: “Voto para las mujeres”, y el mismo mensaje dejaron escrito sobre el césped rociado con ácido de un campo de golf en el que jugaban los miembros del Parlamento. Emmeline se ocultaba empleando disfraces e incluso se dice que llegaría al punto de contratar a un grupo de mujeres ninjas para que la defendiera. Para 1913 varios miembros de la WSPU estaban descontentos con los extremismos a los que había llegado el movimiento, por lo que muchos abandonaron la organización, y entre estos sus hijas Adela y Sylvia. Llegada la Primera Guerra, Emmeline entendió que su compromiso estaba primero en defender a Inglaterra contra el “peligro alemán”, por lo que haría una pausa en su lucha para consagrar sus esfuerzos en favor de los intereses nacionales, impeliendo a los jóvenes a que se alistaran a las filas de los ejércitos, e integrando un movimiento de ayuda a la causa conocido como White Feather (Pluma Blanca). “Cuando sea el momento correcto, renovaremos la lucha… pero en estos momentos debemos dar lo mejor de nosotros para vencer a un enemigo común”, dijo Emmeline, quien nunca dejaría de defender su actuar durante la época de la guerra, sosteniendo que en ese momento sus fuerzas debían volcarse a otros asuntos, ya que “esto era militancia nacional. Como sufragistas no podíamos ser pacifistas a ningún precio.” Durante la guerra Emmeline se preocupó por asistir a los huérfanos, viudas y madres solteras, para lo cual fundó una casa de adopción en Campden Hill, donde aparte se dictaban clases para niños a la luz del Método Montessori. Interesada por ayudar a cualquiera, Emmeline adoptó a cuatro niños, siendo ya casi una sexagenaria que apenas podía valerse por sí misma. Alguien le preguntó cómo se atrevía a adoptar a cuatro niños en una situación precaria como la suya, a lo que ella respondió: “Querido, me sorprende no haber adoptado a cuarenta.” En 1914 escribe sus memorias tituladas My own story, donde nos enterará de varios detalles de su vida y de su lucha. Con el afán de recaudar fondos y difundir aún más su mensaje, en 1916 viaja a Canadá, Estados Unidos y Rusia, donde tendría la oportunidad de entrevistarse con el Primer Ministro del país de los zares, Alexander Kerensky, y de quien diría después en declaraciones al New York Times que se trataba del “fraude más grande de todos los tiempos modernos”, y no congeniando con sus ideologías y pensamiento sentenció que Rusia podría “destruir la civilización.” Acabada la guerra un acta del Parlamento británico concedió el derecho al voto a las mujeres mayores de 30 años, y esto porque se estimaba un gran número de viudas menores de esa edad y que pudieran significar un grande caudal electoral determinante en cualquiera de las elecciones. Más de ocho millones de mujeres quedarían beneficiadas con la ley, que además permitía la representación femenina en el Parlamento, y para 1919 Nancy Astor se convirtió en la primera mujer en integrar y hacer parte del Parlamento inglés, luego de haber salido ganadora en las elecciones de Plymouth Sutton. Para ese momento Pankhurst se enfocó más en alentar el nacionalismo de la Unión Británica, defendiendo el orgullo del Impero, un Imperio con “gran potencial económico”, según decía, pero cuyo poder sugería fuera empleado para otros fines: “Si tan solo usáramos ese potencial adecuadamente podríamos erradicar la pobreza y terminar con la ignorancia.” En adelante se dedicó a viajar por Norteamérica e Inglaterra alertando sobre las consecuencias de las ideologías bolcheviques, y volvería a retomar su actividad política luego de que se aprobara la ley que habilitaba a las mujeres, presentando su candidatura a la Cámara de los Comunes. A pesar de que eran muchas las mujeres que querían postularla como su representante, Emmeline consideró que sería mejor opción apoyar la candidatura de su hija Christabel, pero a pesar de los muchos esfuerzos -como aquel episodio en el que Emmeline daría un discurso bajo la lluvia-, Christabel perdería por una franja muy reducida frente a su oponente del Partido Laboral. Esta derrota decepcionó profundamente a Emmeline, y de esta manera terminaba el WSPU, que para ese entonces había transformado su nombre por el de Women’s Party. En 1922 se muda a Toronto con sus cuatro hijos adoptivos, y queriendo seguir haciendo parte de la lucha en todos los frentes, se une al Consejo Nacional Canadiense para Combatir las Enfermedades Venéreas. En 1925 regresará a Inglaterra con ánimos renovados, y en un acto de lo más contradictorio, para 1926 se unirá al Partido Conservador, gesto que no le perdonarán nunca el Partido Laborista y así también como el Partido Liberal. En 1927 es elegida en Stepney para que sea ella la candidata del Partido para ocupar un escaño en el Parlamento de Whitechapel and St George’s, pero debido a sus problemas de salud, y sumado a un escándalo reciente con su hija Sylvia, Pankhurst se retiraría de la contienda y se mudaría a descansar en un asilo de ancianos ubicado en Hampstead. Finalmente, en 1928, y a pocos meses de que el sufragio femenino fuera extendido a todas las mujeres mayores de 21 años, la más grande luchadora inglesa en esa batalla fallecía ad portas de cumplir setenta años. Sus restos reposan en Londres en el cementerio de Brompton, y su entierro, anunciado en la prensa mundial, contó con la asistencia de un sinnúmero de personas que acudieron a despedirla. El periódico New York Herald Tribune se refirió a Pankhurst como “la más notable agitadora social de la primera parte del siglo XX y la suprema protagonista de la campaña de emancipación electoral de las primeras mujeres.” Su leyenda cobró más forma a través de los distintos homenajes y de los que divulgarían su vida y lucha por medio del arte. Un año después de su muerte su retrato fue añadido a la National Portrait Gallery, y un año más tarde se le conmemoró con una estatua dedicada a ella y ubicada en el Jardín de la Torre Victoria, en el corazón de la capital inglesa. A Emmeline Pankhurst Goulden se le compara con personajes de la talla de Martin Luther King, Jean-Jacques Rousseau y otras figuras notables que serían cruciales para los movimientos que lideraban. En 1974 la BBC contó su vida en una mini-serie titulada Shoulder to shoulder. En 1987 se inauguró en Manchester un museo en una de las casas que habitó, y que estaría destinado a reuniones de mujeres que se congregaban para discutir todo tipo de asuntos políticos, económicos y sociales. En 1999 la revista Time incluyó a Emmeline Pankhurst en su listado de las “100 personas más importantes del siglo XX”, justificando su elección con el argumento de que “ella moldeó una idea de mujeres para nuestra época; impulsó a la sociedad hacia una nueva estructura de la cual ya no podía haber vuelta atrás.” En el 2002 en una encuesta realizada por la BBC sobre los “100 Grandes Británicos”, Pankhurst estaría ubicada para los ingleses en el puesto número 27. En la película de Walt Disney, Mary Poppins, se le rinde un discreto tributo cuando se le menciona en la canción Sister Suffragette”. En el 2015 se estrenó la película Suffragette, donde Meryl Streep encarnará y le dará vida al personaje mítico de Emmeline Pankhurst Goulden. Una mujer incansable, que cuestionaba cómo era posible una sociedad en la que eran los hombres quienes hacían las leyes, leyes tanto para hombres como para mujeres, y en donde ellos siempre se verían privilegiados y favorecidos. “Tomemos unas cuantas de esas leyes y veamos qué hay que decir al respecto desde el punto de vista de las mujeres”, proponía la cabeza de las suffragette.

EMMELINE PANKHURST GOULDEN

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