Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Elizabeth, “Isabel I de Inglaterra” (1533-1603)

Fue la hija que Enrique VIII de Inglaterra tuvo con su segunda esposa Ana Bolena. El rey andaba buscando un varón para asegurar la sucesión de la Casa Tudor en el reinado inglés, y queriendo no darle más largas al asunto, y acusando a Ana Bolena de adulterio e incesto, consideró que lo más conveniente sería decapitarla. Isabel no había cumplido 3 años cuando ya se quedaba huérfana de madre, además de haber sido declarada como hija ilegítima y de haber sido despojada de su título de princesa. Fue así como esos años de infancia la pasó distanciada de la corte y de su padre, hasta que a la edad de los 11 años, y mediante un decreto oficial, pudiera retomar su título sucesorio al trono, y esperar a ver si un día le llegaba el turno de gobernar, luego de que antes viniera su hermano Enrique, y su hermana María que también recobraría su título después de haber sido deslegitimada por las mismas razones de Isabel. La futura reina tuvo una formación de alta calidad, interesándose principalmente por el conocimiento de idiomas, estudiando español, francés, italiano, griego, latín, y afianzando su conocimiento de su natal inglés, aparte de formarse como una devota consagrada del protestantismo. En 1547 muere el rey Enrique VIII y lo sucede como estaba previsto su hijo Eduardo VI, quien apenas gobernaría unos años, hasta que en 1553 moriría siendo apenas un adolescente. No queriendo reconocer el legado que por escrito había dejado su padre, Eduardo VI se negaba a que su hermana María lo sucediera, y pese a que en su testamento rechazaba la voluntad de Enrique VIII, una vez fallecido María se las arreglaría para coronarse como reina de Inglaterra. Creyendo que sería una estrategia conveniente para su país, decide contraer nupcias con Felipe II, futuro rey de España, pero contrario a sus pretensiones el pueblo inglés se mostró inconforme, siendo así que la boda fue saboteada por una turba de energúmenos. María gozaba de una alta impopularidad y temía que su hermana Isabel pudiera arrebatarle su reinado, por lo que mandó a confinarla en la Torre de Londres, evitando sin embargo que fuera ejecutada tal cual lo pedían los españoles. María trató por un documento legal de desposeer a Isabel de su título de sucesión al trono, pero la joven Isabel gozaba de la simpatía de un Parlamento que le impidió a la reina cumplir con sus intenciones. Luego de dos meses de encierro, y sintiendo la amenaza que pesaba sobre sus hombros, María libera a su hermana y le permite que sea ella quien se encargue en delante de los asuntos del pueblo. Y a pesar de que Isabel le había jurado a su hermana convertirse al catolicismo, su fervor protestante la llevaría a reconocer que simplemente se había tratado de una estratagema con el cual contentaba a María. Pero ahora que era ella la monarca indiscutible, el protestantismo en Inglaterra sería la religión adoptada que profesaría su pueblo. A los 25 años Isabel es coronada reina en la abadía de Westminster en medio de vítores y celebraciones con pífanos, órganos, trompetas y campanas, y recibe todo tipo de halagos de un pueblo que parecía estarla esperando, para que fuera ella quien controlara la amenaza creciente del catolicismo tanto dentro como fuera de Inglaterra. Fue por esto que una de sus primeras medidas fue la de decretar a la Iglesia Protestante como una iglesia independiente de Roma, de la cual ella misma sería su máxima representante. Isabel había heredado de su madre una personalidad carismática y apasionada, un alma fogosa, y dicen que también se le parecía en su contextura y en su cara. De Enrique su padre heredaría su distintivo pelo rojo. De inmediato el reinado de Isabel se vio confrontado por las guerras externas. La relación con Francia no andaba en buenos términos desde que su hermana María hubiera estado apoyando a su esposo Felipe II en una contienda que venían desatando españoles y francés desde años antes, siendo así que Isabel no tendría otro camino más que continuar con su apoyo a España, e intentar una tregua entre ambos para unir fuerzas contra los franceses. Por otro lado las rebeliones en el país vecino de Escocia constituían otra de las amenazas con la cual la reina tendría que lidiar siempre. La reina de Escocia y hermana de Enrique VIII, María Estuardo, casada con Francisco II rey de Francia, representaba también una amenaza más que legítima para sucederla en el trono, y coronarse monarca de lo que hoy conocemos como el Reino Unido. La alianza con España no tiene mayor repercusión, y para 1564 Isabel firmó la paz con Francia, luego de que protestantes y católicos hubieran zanjado sus diferencias al interior de esa nación. De esta forma Isabel logró apaciguar a los subversivos escoceses, por lo que ya no hubo excusa para romper otra vez los vínculos con Felipe II y retomar una confrontación que apenas se encontraba en sus albores, y a pesar de que se remontara a una época en la que ninguno de estos dos protagonistas actuales habían sido siquiera concebidos. Otro asunto que durante años la acosaría tendría que ver con su casamiento y la descendencia de su linaje. El Parlamento le pediría en múltiples ocasiones que se consiguiera un marido, ofreciendo un listado de los mejores y más convenientes candidatos, pero una y otra vez la entonces llamada “Reina Virgen” se negaba a convertirse en la consorte de un hombre elegido como al azar. Ella estaba destinada a gobernar hasta el final de sus días, y a pesar de que su tía María Estuardo fuera la sucesora legítima y la menos apropiada para los intereses de Inglaterra. Isabel necesitaba la aprobación del Parlamento para ciertos asuntos, pero varias veces le era negado su apoyo ya que todavía no se decidía a casarse, y ante la constante voluntad de Isabel de permanecer sola, a esta no le quedó más que disolver al acuciante y molesto Parlamento. En 1569 se exacerbaron los problemas con las rebeliones del norte y el alzamiento de los irlandeses que fueron apoyados por Felipe II, y aunque no contaran con ningún apoyo extranjero los ingleses lograron repeler la rebelión. Un año más tarde la Iglesia Católica recrudece su desafío en contra de Isabel y declara por medio de una bula papal la excomunión de la reina. Hay una serie de conspiraciones y entramados de traiciones e intentos para asesinarla, pero a todos ellos Isabel logrará salir airosa y continuar con las riendas de su gobierno. A pesar de la Matanza de San Bartolomé, en donde serían masacrados más de mil hugonotes protestantes en todo el territorio galo, Isabel se muestra inclinada por la corona de Francia para que ambas realezas puedan combatir en conjunto al reinado español. En 1583 Isabel logra contener una rebelión liderada por su archienemigo español y el mismísimo Papa, y dos años después empezaría a librarse una batalla anglo-española que se prolongaría de forma ininterrumpida durante los próximos diecinueve años, hasta la muerte de Isabel. España reafirmaba su apoyo a los rebeldes irlandeses para presionar a Inglaterra, y de la misma forma Isabel trataba de hacer presión brindando su apoyo a los corsarios ingleses liderados por Francis Drake, para que se unieran a la naval inglesa, dándoles vía libre y autorizándolos a que sabotearan toda operación mercante de los españoles. Pero Felipe II necesitaba un motivo significativo que pudiera justificar una declaratoria oficial de guerra. La excusa perfecta la tendría cuando Isabel, cediendo ante las presiones del nuevo Parlamento, aprobó la ejecución de su prima María Estuardo acusada de alta traición. Ambos países empezaron a reforzar sus naves y ejércitos para librar una histórica batalla marina. En 1587 los piratas al mando de Francis Drake atacaron el puerto de Cádiz, consiguiendo destruir parte del arsenal español que ya se alistaba para emprender batalla, pero que tuvo que esperar un año más debido a las tantas bajas. Finalmente en 1588 una campaña bélica conformada por una cantidad inusitada de barcos -conocida después por los ingleses como la Armada Invencible-, zarpó hacia el encuentro de los ingleses que ya estaban advertidos y esperándolos para hacerles frente. Las malas condiciones climáticas y el tesón demostrado por la resistencia británica darían el triunfo final a la reina Isabel. Sin embargo en Inglaterra no hubo un clamor de júbilo ni celebración y, contrario a esto, el pueblo andaba agitado, descontento y enardecido, ya que la guerra había dejado en bancarrota a toda Inglaterra, y muchos ingleses habían prestado sus servicios sin haber sido recompensados. A pesar de esto, y en vista de que también España se encontraba devastada, un año más tarde Isabel envía una expedición mucho más poderosa en número que la Armada Invencible -conocida como la Contraarmada- para que ataquen la capital portuguesa y terminen de liquidar los últimos restos de la marina española. Pero los portugueses soportarían el abate de los ingleses que no conseguirían conquistar Lisboa, perdiendo barcos y soldados en una batalla que representó el debacle financiero de Inglaterra. Inglaterra había dejado ir esa ventaja ganada tras la batalla pasada, y durante la próxima década Felipe II aprovecharía para renovar su flota naval. Isabel prestaría su apoyo para apaciguar con éxito los levantamientos en Holanda, y así mismo sus campañas en alianza con el también protestante Enrique IV, rey de Francia, tuvieron sus frutos. En 1596 envió un par de flotas a que saquearan algunos dominios españoles en el Caribe, y sería en uno de estos combates en donde moriría su amigo y aliado, el pirata Francis Drake. Un año más tarde ordenaría a otra expedición tomarse el puerto de Cádiz, y durante estos mismos años los españoles también estarían asestando golpes, en específico con un par de expediciones cuyo propósito tenía el de apoderarse de los territorios circundantes al islote británico, consiguiendo que una de ellas naufragara y la otra apenas si lograra un asalto furtivo. Para 1603 la lucha contra la rebelión de los irlandeses ya ajustaba una década. La reina llevaba ya casi un año sumergida en una terrible depresión y la tanta muerte a su alrededor la tenía devastada. Se retiró al palacio de Richmond, cercano al río Támesis, y se negó a ser asistida por médicos o a seguir recomendaciones de cuidados para su salud. Permanecía largas horas de pie y en silencio y a pesar de la advertencia de mantenerse en cama y guardar reposo. Los cortesanos que la asistían eran testigos de cómo se le iba apagando la vida mientras ellos le tocaban música y acompañaban cada uno de sus movimientos con un traer y llevar de cojines para que la reina se tirara en el suelo o en donde prefiriera. Finalmente Isabel I reina de Inglaterra muere el 24 de marzo de 1603. El pueblo está entristecido por su muerte. Un cronista de la época dirá que murió “ligeramente como un cordero, fácilmente como una manzana madura del árbol”. Se desconoce ciertamente la causa de su fallecimiento, pero se especula sobre un posible envenenamiento de la piel a causa del uso de maquillaje con un alto contenido de plomo. La ceremonia fúnebre consistió en un paseo de sus restos sobre una barcaza adornada con teas, donde al final del viaje estaría siendo esperada por una carroza, y cuatro caballos la llevarían hasta una tumba ubicada en la misma abadía que testimonió su coronación cuarenta y cuatro años atrás. Fue enterrada junto a su hermana María compartiendo un epígrafe que las dejaría unidas: “Compañeras en el trono y la tumba, aquí descansan Isabel y María, hermanas en la esperanza de la resurrección”. La última de la dinastía de los Tudor muere sin dejar un heredero. Murió en su ley, es decir, murió virgen. No pudo ser derrocada y sólo la muerte la divorció de su único marido: el trono de Inglaterra. Mucho se ha especulado de sus supuestos amoríos con aquel filibustero encantador, Francis Drake, que tras regresar de sus aventuras de pirata solía sorprender a su amiga la reina con los nuevos hallazgos venidos de otros mundos: café, tabaco, una jirafa… La Reina Virgen nunca quiso librar la guerra del matrimonio porque le parecería más práctico y sencillo el destino que le correspondía cumplir de pelear en los mares y en las calles. Su reinado ha sido el quinto más largo en la historia de la monarquía inglesa. Al momento de su muerte había conseguido que el pueblo inglés se convirtiera en su mayoría al protestantismo, logrando acabar con el catolicismo creciente durante la época de su hermana María. Vivió en un momento de esplendor cultural en donde se paseaban figuras como William Shakespeare y Christopher Marlowe, una época que fue tan duradera y poderosa y que representó el desarrollo de una futura potencia imperialista, y a la que con razones de sobra se le conoce como la “Época isabelina”. En uno de sus retratos más famosos la gran reina de Inglaterra aparece con su mano derecha puesta sobre un globo terráqueo. No es necesario decir que esta imagen sugiere por sí misma su poderío, su anhelo de gobernar y conquistar el globo por entero.

ELIZABETH ISABEL I DE INGLATERRA

 

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