Se le recuerda por haber sido la que estuvo al final de una era y por haber sobrevivido a esta para dar comienzo a otra. También conocida como Egilo, sería ella quien testimoniaría el pleno debacle del cristianismo en lo que hoy es España, una vez y los moros consiguieran apropiarse por entero de la península ibérica e impusieran en dichos territorios la religión que profesaba su profeta Mahoma.
En algunas crónicas árabes su nombre también aparece como Ailo o Ayluna, pero a pesar de estos tantos nombres, es más bien poco lo que se conoce de Egilona. Se sabe que nació en Toledo, y que sus padres eran un par de acaudalados nobles visigodos, y que posiblemente en su adolescencia pudo haberse visto seducida por un joven llamado Pelayo, quien a la postre acabaría convirtiéndose en el rey de Asturias.
Sin embargo por conveniencias políticas el padre de Egilona considera oportuno casar a su hija con Rodrigo, quien para ese entonces fungía como rey de los visigodos, y quien moriría un par de años más tarde sin enterarse que sería él el último de aquella centenaria dinastía. Pelayo serviría a Rodrigo, y este acabaría muriendo en el año 711 en la Batalla de Guadalete, otra derrota del cristianismo ante la expansión musulmana y tal vez la más definitiva.
Finaliza así la era de los godos abriendo paso a la naciente cultura andaluza, y para tratar de mantener la cercanía con la nobleza de los rezagos godos, Egilona sería desposada por su captor, el primer valí en regir sobre la península, Abd al-Aziz ibn Musa, y de esta manera los musulmanes se permitirían instaurar un cambio menos dramático toda vez que la conquista del islam había sido ya definitiva.
La última reina visigoda de Hispania pasaba a convertirse entonces en la primera reina del imperio musulmán, o así lo creería Egilona, para quien según sus costumbres germanas el matrimonio sería una institución formada por una pareja con la intención de constituir una familia con hijos. Pero no era esta la manera como su marido entendía el deber conyugal, para quien la poligamia y el sistema patriarcal no concedía a ninguna de sus esposas ninguna clase de legitimidad real, y cualquiera de ellas no eran más que objetos de alianzas con los pueblos que iban siendo vencidos en su avanzada territorial.
En ese caso, Egilona pasaba a ser una más de entre tantas. Aun así, según algunas fuentes como la crónica anónima Fath al-Andalus, revelan que Egilona cambiaría su religión y se convertiría al islamismo, bautizándose con el nombre de Umm Asim, cuya traducción es “La madre de Asim”, dejando en claro que habría tenido un hijo varón con Abd al-Aziz ibn Musa.
Otras fuentes históricas como la Crónica del Pacense, indican que Egilona conseguiría
destacarse entre las demás esposas del califa, llegando a ejercer una fuerte influencia en las decisiones que este ejecutaría durante su mandato. En la Crónica mozárabe del año 754 se habla de un marido que llegó a ser convencido por su influyente esposa para que conspirara contra el califato y la ayudara en la restauración de la monarquía visigoda.
Parece que de cualquier forma los demás líderes musulmanes ya habrían advertido de las debilidades de su califa, y queriendo impedir cualquier brote de cristianismo sería Suleimán, califa de Damasco, quien enviaría a Sevilla a cinco de sus más avezados comandantes para que dieran muerte a Abd al-Aziz ibn Musa y a su sibilina mujer.
Pero según parece los esbirros llegarían tarde, ya que para el año de 716 Abd al-Aziz ibn Musa habría muerto asesinado, en lo que algunos cronistas especulan pudo haberse tratado de un envenenamiento por parte de su esposa.
Lo cierto es que muy poco se conoce acerca de la vida de quien sería así la última de una especie y el germen de la siguiente, la amalgama religiosa entre cristianos y musulmanes, pero que varios historiadores discuten se trató de una leyenda y poco crédito le dan a su existencia real.
Siguiendo sin embargo con las crónicas que nos dan cuenta de su vida y sus desventuras, se desconoce el paradero de Egilona luego de la muerte de Abd al-Aziz ibn Musa, y así también el destino de su hijo. Algunos sugieren que pudo haber sido asesinada en Toledo unos dos años después, pero todo alrededor de su historia no pasará de ser una interpretación de los pocos textos que la nombran.
Por su lado los cristianos defienden su presencia histórica, e insisten en que Egilona ciertamente existió, pero que, sobre todo, jamás, renunciaría a la fe de Cristo.