Eduarda fue acogida en cuna de oro. Su madre una mujer encantadora perteneciente a la alta élite argentina, y su padre un general destacado en el marco público. Era la consentida de su tío, quien llegó a convertirse nada menos que en presidente de Argentina, Juan Manuel de Rosas, y quien a lo largo de su vida se manifestó con escritos públicos que elogiaban los talentos inconfundibles de la prestante literata. Y quién mejor que sus cercanos y amigos para testimoniar la personalidad inquieta, creadora e inagotable de Eduarda Mansilla. Así se refirió otro primer mandatario de su país, Domingo Faustino Sarmiento, refiriéndose a la loable empresa de Mansilla tras vencer los obstáculos y prejuicios de una sociedad que limitaba desde siempre el papel creador de la mujer intelectual: “Eduarda ha pugnado diez años por abrirse las puertas cerradas a la mujer, para entrar como cualquier cronista o reportero en el cielo reservado a los escogidos machos, hasta que al fin ha obtenido un boleto de entrada, a su riesgo peligro.” Dotada de una belleza y una espiritualidad cautivante y singular, un crítico de aquel entonces nos sugirió: “No la olvides nunca. Es una mujer de talento extraordinario, un alma exquisita.” En 1955 contrae matrimonio con un jurista y diplomático, declarado opositor político de su tío, por lo que este encuentro sería recordado como la “unión de Romeo y Julieta”. En 1860 da a conocer su primera novela, El médico de San Luis, editada en Buenos Aires, y que firmaría bajo el seudónimo de “Daniel”. Un reconocido crítico destacó el valor de esta obra, señalando que si bien era notorio que se trataba de un “joven”, había que resaltar su mérito y adivinar en éste a una promesa de la literatura argentina. Sus capacidades para urdir el entramado de la historia permiten vislumbrar a la futura gran novelista célebre en la que se convertirá Eduarda Mansilla, y más aún al tener en cuenta que esta podría ser la primera novela publicada en su país. También firmada por “Daniel”, ese mismo año presenta su segunda novela, Lucía Miranda, y cuya historia relata los avatares y odiseas vividas por una inmigrante durante el primer asentamiento europeo en Argentina, retomando su estilo bucólico, en donde predominan los elementos, paisajes y la cotidianidad de vida del provinciano. Acompañó a su marido en un recorrido por Europa, donde se codearía con lo más prestante del mundo del arte y la política. Conoció a Víctor Hugo y a Alejandro Dumas, compartió con Napoleón III y con su consorte Eugenia de Montijo, y se entrevistó en la corte de los Habsburgos con Francisco José de Austria y su legendaria esposa, la intrépida Sissi. De la mano de su esposo viajaría también a los Estados Unidos, y allí sería bien recibida por figuras notables como Abraham Lincoln y el general Ulysses Grant, así como el poeta Henry Wadsworth Longfellow, quien dedicaría algunos versos a la ya consagrada escritora argentina. Unos años más tarde editó en París una novela escrita en francés, siendo también la primera escritora de lengua española en escribir una novela en este idioma, para luego ser traducida a la lengua original de su autora. La traducción fue realizada por su hermano, y la publicación estuvo a cargo del diario La Tribuna, que se encargaría de darla a conocer por capítulos, y al igual que en su versión francesa, al final terminaría siendo editada en un solo libro. Fue así como, escrita en lengua francesa, la pureza de su lenguaje y su destreza y conocimientos de dicho idioma, lograron hacer de Pablo ou la vie dans le pampas una novela aclamada por los más ilustres autores franceses. Víctor Hugo le envió una carta en la que decía: “Su libro me ha cautivado. Yo le debo horas cautivantes y buenas. Usted me ha mostrado un mundo desconocido. Escribe una excelente lengua francesa, y resulta de profundo interés ver su pensamiento americano traducirse en nuestro lenguaje europeo… Se lo agradezco señora, y rindo a sus pies mis homenajes.” Así también Edouard Laboulaye le manifiesta su interés por su novela a través de una misiva en la que le dice: “Vuestro Pablo me ha proporcionado uno de los goces más vivos que puede proporcionar un libro; me ha hecho vivir en un país que no he visto nunca, que probablemente no veré jamás; me ha hecho comprender sentimientos y pasiones que no tienen ni el mismo ardor ni el mismo aspecto bajo nuestro frío clima. En dos palabras vuestra novela, tiene un sabor completamente español y americano; vese en ella la pampa, su inexorable serenidad durante el día, su animación durante la noche…” Pero resultaba que Mansilla no había dado ni siquiera un corto paseo por la pampa, y sin embargo supo viajar en su mente para relatarla como si se tratara de una auténtica provinciana. Antes del Martín Fierro, de su compatriota José Hernández, Eduarda se adelantaría a la obra más célebre respecto a la vida y a las aventuras gauchas, para incursionar con esta novela en el estilo de género costumbrista, y que sería catalogada por algún crítico de la época como una novela “apasionadamente argentina”. Para 1880 incursiona junto a Juana Manso y Juana Manuela Gorriti en un mundo hasta ahora inexplorado dentro de las letras argentinas: la literatura infantil. Sabe que con su repertorio de cuentos para niños ya está haciendo historia, y así lo destaca en el prólogo de uno de sus libros de cuentos, confesando su orgullo de ser pionera en dicho género. Se destacan los relatos de Tío Antonio, El ramito de romero y Dos cuerpos en un alma. Un año más tarde presentaría su obra teatral de tono dramático, La marquesa de Altamira, y al año siguiente volvería a deslumbrarnos con su obra literaria Recuerdos de viaje. Para 1883 publicó Creaciones, y dos años más tarde publicaría Un amor. También prestaría sus palabras para la colaboración de artículos de distintas revistas, y en todos ellos dejaría el sello distintivo de su característica narrativa naturalista, describiendo tanto la vida rural como citadina, así como sus modos, maneras y costumbres, y plasmando de esta forma todo el componente social que permite testimoniar el entorno y los contextos de una época por entero. Por si fuera poco, Eduarda se destacó por su virtuosismo musical. Con una voz prodigiosa y cuidadosamente educada, la polifacética artista solía ofrecer recitales a cualquier lado a donde la invitaran, ejecutando al tiempo afamadas piezas que interpretaba en el piano y deslumbrando a todos con sus tantos dones. Fue así como compuso boleros, romanzas y baladas, varias obras para piano y canto, además de ser la primera persona en Argentina en contar con un espacio en los medios para explayarse en críticas dedicadas al ámbito musical. Eduarda es un ejemplo de la mujer que supo aprovechar el camino que parecía haberle sido allanado desde antes de nacer, y desistiendo de cumplir con el rol de la mujer servil y condescendiente, quiso explorar el mundo al mismo nivel de los hombres, demostrando así que el nivel creativo e intelectual no ha hecho nunca una distinción de género. Supo aprovechar las oportunidades que le brindó la vida para educarse y perfeccionarse en los distintos saberes del conocimiento, aprendió cuatro idiomas y se consagró como una experta en su propia lengua. Contó con el apoyo de su marido y los medios posibles para emprender su trabajo como escritora, y dedicada con libertad plena a su vocación literaria y el respaldo económico de su familia, consiguió ser una de las primeras escritoras argentinas que vería en vida su trabajo publicado. A pesar de esto ella misma pediría que sus obras no fueran reeditadas luego de su muerte, a lo que en todo caso desobedecieron como una afrenta a su persona, pero bajo la excusa de ser un acto que lo realizábamos por una cuestión de necesidad humana. Su obra trasciende el panorama nacional y sus palabras han sido traducidas a varios idiomas. Y a pesar de que durante un tiempo sus trabajos parecen haber sido relegados al olvido, las nuevas generaciones han desempolvado sus escritos y su obra completa fue reeditada en años recientes, sirviendo como una fuerte influencia de los nuevos escritores argentinos. En 1982, a sus 58 años, en Buenos Aires, la mujer genial e inspiradora que fue Eduarda Damasia Mansilla abandona este mundo por un fallo en su corazón.
Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.