Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Diana (Artemisa)

Zeus, enamoradizo e inquieto, tenía una nueva amante: Letos había sido seducida por las tretas irresistibles del dios de dioses, y sería así como acabaría quedando embarazada. Pero Hera, esposa de Zeus, se había propuesto desde siempre perseguir esta descendencia bastarda de su marido, eliminando a los hijos que su licenciosa y disoluta pareja hubiera tenido y que hubieran sido el fruto de una infidelidad. Cada hijo de Zeus amenazaba con heredar el poder de su padre, por lo que Hera mantendría el control acudiendo con premura a los partos y asesinando a niños y niñas por igual. Conocedora de este proceder, Letos se refugia en la isla flotante de Delos, y será allí donde podrá dar a luz a la desafiante Diana. Pero Diana no vendría sola al mundo. Su hermano mellizo, Apolo (Febo para los romanos), dios de la belleza, esperaba aún dentro del vientre de su madre, y luego de nueve días de parto, en los que Letos contaría con la asistencia de su hija Diana, finalmente Apolo conocería la luz. Expertos natos en el arte del combate, lo primero que harían el par de hermanos sería defender a su madre de los ataques de Hera, así como de cualquier afrenta que alguien se atreviera a proferir en su contra. Fue el caso de Níobe, quien se burló de Letos por ser una madre a la que la naturaleza apenas la había agraciado con dos hijos, siendo que ella, mejor para parir y un ser más maternal, había engendrado a ocho hembras y a ocho varones. Apolo y Diana no vacilaron y cada uno se encargó de matar a los de su género. Níobe subió a lo alto de un cerro y no dejó nunca de llorar, por lo que Zeus se apiadó de ella y la transformó en una roca húmeda de la que brotan los manantiales perennes de un incesante río. Cuando Diana tenía 3 años, su madre la llevó al Olimpo para que conociera a su padre, quien al instante quedó fascinado con su pequeña hija, y en un arrebato de amor paterno le ofreció los dones y regalos que ésta deseara. Diana le pidió libertad e independencia, capacidad para elegir ella misma por su destino, y para lo cual debería renuncia al amor de pareja y ser insensible a la sexualidad. Le pedía, pues, la virginidad eterna. Le pidió además que la convirtiera en cazadora, para lo cual su padre la dotó con una túnica azafranada con bordes rojos que le llegaba a las rodillas, sesenta oceánicas que le hicieran coro y una veintena de ninfas fluviales que se encargaran de la jauría de sabuesos ofrecidos por el dios Pan. Así mismo fue el dios Hefesto quien le fabricó en plata una lanza, un arco e infinitas flechas. Zeus le dio también todas las montañas del mundo y treinta ciudades. Como una vocación a la que se encomendó apenas fue concebida y que cumplió a cabalidad, Diana le pidió a Zeus llevar la luz, es decir, el don de asistir a las mujeres en sus partos. Por último, le pidió la posibilidad de tener multitud de nombres que le permitieran asumir varias identidades. En adelante, Diana se dedicaría a vagar por los montes y bosques de la Arcadia, terrenos en donde cazaba a las bestias más feroces y ofrecía sus tributos a Gea empapando la tierra con sangre. Diana se convirtió en una deidad protectora de lo femenino. Varios fueron los hombres que serían castigados por intentar acosarla a ella o a alguna mujer que entonces reclamara su intervención y ayuda. Fue así como defendió a algunas mujeres castigando a quienes se atrevieran a acercárseles, como en el caso de Alfeo, Búfago y Ticio, o a Sipretes, a quien convertiría en mujer por dedicarse a espiarla mientras la diosa se bañaba, o al pobre de Acteón que también sería condenado por la misma osadía, pero a quien convirtió en ciervo para luego dárselo de comer a sus sabuesos. En sus rituales las mujeres ocupaban un lugar único y exclusivo, y no se le permitía al hombre acceder a su prestigioso círculo de benefactoras. Es por esto que quien se consagrara a sus cuidados tendría que conservarse casta, y el castigo por violar el voto de virginidad sería condenado severamente. Vengativa, Diana castigó a Calisto cuando se dejó seducir por Zeus y acabó quedando en embarazo. La diosa que custodiaba la virginidad no le perdonó su ofensa y convirtió a su hija en un caballo y a Calisto la transformó en una osa. Zeus, lamentando la suerte de su amante, la elevó a los cielos y creó la constelación de la Osa Mayor. Rechazó siempre a todos sus pretendientes, y jamás tuvo un marido. Pero tal vez no fue siempre del todo inmune al amor, siendo otro cazador llamado Orión quien si acaso lograra deslumbrarla. Varias versiones hay respecto a esta y a sus tantas historias. Se dice que Orión encantó a Diana con su belleza y que éste pudo haberse sobrepasado con sus requiebros, lo que acabaría por enojar a la diosa. También se dice que Orión pudo haber retado a una competencia de lanzamiento de disco a Diana, y que de la misma forma la irritable diosa se habría enfurecido. Sea como fuera, Diana pidió ayuda a Gea para que hiciera brotar de la tierra a un ser monstruoso que no dejara de perseguir a Orión, quien se preciaba de no temerle a ningún demonio y de haber vencido a todos los que le hicieron frente. Un escorpión gigantesco surgiría de las entrañas del inframundo, a lo cual Orión no tuvo más remedio que evitar el combate y emprender la huida. Se cuenta que a lo lejos Diana vio un punto negro al que disparó su flecha, acertando justo en el corazón del desdichado Orión, quien desde entonces quedó consagrado como una constelación que es perseguida eternamente por otra, la constelación del terrorífico Escorpión, que tampoco en el espacio cesará con su acecho. Otra versión cuenta que su hermano Apolo, celoso de que Orión despertara el interés de su virginal hermana, engañaría a ésta haciéndole notar un punto lejano que se perdía entre las aguas del mar. Apolo sabía que se trataba de la cabeza de Orión que se asomaba de entre la marea y que era reflejada con un destello enceguecedor por los últimos rayos del crepúsculo, y retó a Diana para que diera en el blanco de aquel destello, acabando así con la vida de Orión. Dolida, la diosa guerrera lo llevó a los cielos, lo convirtió en constelación y le regaló una estrella a la que llamó Sirio, la más brillante del firmamento, para que esta estrella como un perro guardián lo alumbrara y lo protegiera. Salvó a Ares de los dos gigantes que lo tenían cautivo, salvó del sacrificio mortal a Ifigenia, hija del rey Agamenón, a quien antes había castigado deteniendo los vientos e impidiendo de esta manera que sus navíos pudieran avanzar, y asistió en compañía de su hermano a los troyanos durante la Guerra de Troya, donde se enfrentaría a Hera en un combate del que la avezada cazadora no saldría bien librada. Alta, esbelta, ágil, rubia y de ojos cristalinos, portando su carcaj repleto de flechas, su arco y su lanza, su túnica corta, de botas o sandalias, la deidad de Diana tomó forma en varios relatos y transmigró a otras culturas. Los romanos adoptaron su mito y le llamaron Artemisa. Más tarde ella y su hermano reemplazarían a las divinidades astrales del sol y la luna. Es la diosa protectora de los animales, cazadora, guardiana de la virginidad. Forma parte de los doce dioses que conforman el alto círculo del Olimpo. Su culto se hizo más fuerte entre los espartanos, donde incluso se celebraban sacrificios humanos en su honor, y sería en la ciudad de Éfeso en donde se erigiría su mítico templo considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo por su imponente arquitectura de singular belleza, y que en el 356 a.C. sería quemado por un pastor que únicamente quería fama y reconocimiento histórico, Eróstrato. Hoy día se conserva una sola columna en pie. Adorada en festivales paganos, Diana es también invitada a las fiestas auspiciadas por el dios Dionisio. Vestida con su traje de cazadora, impoluta y virginal, a Diana suele representársela acompañada de un ciervo, un perro y la luna. Es alabada en la poesía y su leyenda ha sido fuente de inspiración para pintores, dramaturgos, músicos y cineastas. Diana, que significa “La Divina”, esa mujer que renunció al amor para convertirse en cazadora, es hoy un símbolo del espíritu feminista, mujer independiente que eligió su propio destino y que no era otro distinto de luchar en el terreno de los hombres. En el 2024 la NASA pretende volver a las viejas rutas que recorrió la misión Apolo, pero esta vez el recorrido hacia la luna será una empresa femenina, y una Diana de esta época pisará por primera vez la luna en una misión que se conocerá como Artemisa.

DIANA ARTEMISA

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