Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Artemisia I de Caria (520-460 a.C.)

Fue la que le recomendó a Jerjes I el Grande que se abstuviera de una confrontación naval en Salamina, que ella mejor le sugería aguardar con los navíos en altamar y estar atento para la huida, o trasladarse directamente al Peloponeso para atacar sus costas. Proponía un ataque conjunto por tierra y mar. Que los ejércitos se desplazaran al istmo de Corinto y que a su vez las flotas marítimas atacaran a los trirremes griegos, con lo que se esperaba la disolución de las fuerzas atenienses, mientras los persas conservaban su unidad de ataque en conjunto. “Si te apresuras a luchar, temo que la derrota de tu fuerza marítima no cause daño e igualmente tu ejército terrestre”, sugirió de esta manera Artemisia a Jerjes I. Además aprovechó para hacerle notar al rey que sus aliados los egipcios, chipriotas, cilicios y panfilianos no contaban con la preparación ni la experiencia en la batalla naval. Corría el año de 480 a. C. y el rey persa tenía la confianza en alto, luego de haber salido victorioso durante la batalla de las Termópilas, en el marco de la Segunda Guerra Médica, que tuvo como protagonistas a los persas enfrentándose a las legiones griegas. Sin embargo el rey quería saber qué opinaban los comandantes navales, por lo que envió a Mardonio a conversar con cada uno, siendo Artemisia la única mujer, y también la única en considerar inapropiada la estrategia del rey. Artemisia no vaciló en hacerle saber su inconformismo, y aunque el monarca valoró su sinceridad, no tomaría en cuenta sus recomendaciones y daría inicio a la famosa guerra. Fue así como Artemisia se presentó en la batalla comandando cinco barcos de combate de los setenta que componían la flota persa, y según cuenta Heródoto, Jerjes I la enviaría al frente para de esta forma humillar a los griegos, quienes en todo caso no sobrevaloraron a la mujer que comandaba los navíos, e incluso ofrecieron diez mil dracmas de recompensa por su cabeza, lo que equivaldría a unos tres años de salario. En medio de la batalla Artemisia se vio acosada por una embarcación griega que la perseguía, y ante la dificultad para emprender la fuga, la comandante ordena atacar a mansalva a uno de los barcos de la flota persa comandado por los calyndianos y por su rey Damasithymos, logrando de esta forma engañar a sus persecutores, quienes entonces desistirían de su acecho. Al enterarse del episodio Jerjes I se pronunció: “¡Mis hombres se han convertido en mujeres y mis mujeres en hombres!” Finalmente Artemisia aconsejó a Jerjes I para que se exiliara en Asia Menor luego de haber perdido la Batalla de Salamina, y esta vez el rey seguiría su consejo, enviándola a ella a Éfeso para que se encargara del cuidado de sus hijos. Poco sabemos de la historia de Artemisia I de Caria, siendo la principal fuente las Historias escritas por Heródoto hacia el año 450 a.C., también nacido en Halicarnaso, y quien muestra simpatía por la figura de Artemisia, destacando su “iniciativa y valentía”, y quien también comenta de la deferencia de la que gozaba esta mujer por parte del gran rey persa. El autor macedonio del siglo II d.C., Polyaenus también se refiere a ella en su libro Estratagemas en la guerra, y por esa misma época en pleno apogeo del Imperio Romano también sería citada por Justino. Aristófanes la pinta en Lysistrata como a una guerrera notable semejante a las Amazonas, y en el siglo V Tesalus la describe como a una “pirata cobarde”. Se sabe que fue la reina o tirana de Halicarnaso, una satrapía griega doria situada en Caria (cerca a Bodrum, Turquía), antigua capital del Imperio Aqueménida durante los tiempos en los que Darío I gobernaba sobre la vastedad de Asia Menor. Parece que perteneció a la dinastía Lygdamid, que gobernaría Caria entre los años 520 y 450 a.C., que su padre era un cario llamado Lygdamis y que su madre era de origen cretense, y aunque se desconoce su nombre. Regentó también sobre islas aledañas como Cos, Calymnos y Nysiros. Según parece Artemisia comenzaría a gobernar luego de suceder a su esposo, también desconocido, y por tratarse Halicarnaso de una especie de colonia persa, sería que la gobernante se inclinaría por apoyar las fuerzas del rey Jerjes I (quien sucedería a su padre Darío I) en sus peleas y reyertas contra las polis griegas. Del desenlace de su historia se conoce aún menos. Al parecer tuvo un hijo llamado Pisindelis I, que la sucedería en el trono y que gobernó entre los años 460 y 450 a.C., y respecto a su muerte las historias parecieran tergiversarse con el mito. Photius y también Focio cuentan la leyenda de que Artemisia, luego de ser rechazada por un mancebo de Abydos llamado Dárdano, se arrojó desde la roca de Léucade para sumergirse en las aguas del mar Jónico, tal como se lo había recomendado el oráculo. Una versión difícil de creer tratándose de una mujer a la que no vencieron los embates y tropelías del campo de guerra y que de seguro tampoco se dejaría vencer así de fácil en las batallas del amor. Su nombre es el mismo de la diosa griega, a la que luego los romanos conocerían con el nombre de Diana, la cazadora. Recientes hallazgos arqueológicos demuestran el posible vínculo que existió entre Jerjes I y Artemisia I de Caria. En las ruinas del mausoleo de Halicarnaso, construido por Artemisia II, fue encontrada una vasija de alabastro y escrito en persa, egipcio, babilónico y elamita se aprecia la rúbrica del rey persa, y que se cree un regalo que el mismo Jerjes I ofrecería a Artemisia y que luego sería heredado y conservado por sus descendientes. En la cultura popular Artemisia I de Caria ha venido cobrando protagonismo en los últimos años, y su presencia se ha destacado en películas, series, libros, cómics y videojuegos, e incluso un destructor iraní construido durante la dinastía Pahlavi fue bautizado Artemis en honor a la emblemática guerrera.

ARTEMISIA I DE CARIA

 

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