Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Amelia Earhart (1897-1937)

De niña desafiaba a los hombrecitos imponiéndose en la escopeta con su puntería certera, escalando hasta la rama más elevada del árbol o deslizándose en el trineo con una audacia vertiginosa. Coleccionaba recortes de revistas en las que aparecían imágenes de mujeres destacadas en logros y empresas que hasta entonces habían sido conquistas exclusivas de hombres. En su vida matrimonial varias veces tuvo que recordarle a su esposo lo consciente que era de los peligros que corría con sus tantas proezas, insistiéndole que lo hacía porque quería hacerlo: “Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres”, le reclamaba en una de sus misivas. Sería en un espectáculo aéreo donde tendría su primer deslumbramiento frente a esa maquinaria alada que los hermanos Wright habían perfeccionado pocos años atrás. Sobrevoló Los Ángeles durante unos minutos: “Tan pronto como despegamos sabía que tendría que volar de ahora en adelante”, y así fue. Tres años después obtuvo su licencia como aviadora profesional, siendo la decimosexta mujer en recibirse como piloto. En su época era apenas comparable con el atrevido Charles Lindbergh, por lo que además sería apodada como Lady Lindy. Nadie en su momento voló tan rápido ni tan alto ni tan lejos, arriesgándose a acometer hazañas en las que muchos otros habían perdido la vida, como aquella de viajar desde Hawai hasta California en un viaje que ya había costado la vida de diez intrépidos. No sólo consiguió esta marca sino que atravesó también el océano Atlántico, y años más tarde volvió a cruzarlo, siendo la primera persona en conseguir sobrevolar estas aguas en dos ocasiones. Al no consumir té ni café, se valía de un termo con sopa y una lata de jugo de tomate para alimentarse, e inhalaba una mezcla de sales para mantenerse despierta. Así mismo llegaba lozana al otro lado y aterrizaba como despistada, preguntando dónde se encontraba. “En Irlanda”, le contestaron al arribar como por sorpresa en algún aeropuerto de este mundo, después de haber pasado varios días a bordo de una aeronave. Pero su reto más ambicioso tendría que ser desde luego lo último que le quedaba por conquistar: realizar el primer viaje aéreo alrededor del mundo sobre la línea ecuatorial. Al avión lo llamó Electra. Más de 35.000 kilómetros logró volar, y aún le quedaban otros 10.000. Perdieron comunicación con su aeronave cuando volaba sobre las aguas del océano Pacífico. En su último mensaje se le notaba desgastada y quejosa por las dolencias de la disentería. Notificó que le quedaba poco combustible y que había perdido su orientación. El presidente Franklin D. Roosevelt emprendió su búsqueda que contó con el apoyo de nueve barcos y sesenta y seis aviones, en un operativo que tuvo un costo superior a los cuatro millones de dólares. Unos años después de su desaparición fueron encontrados en un islote del Pacífico los restos de un avión, unos zapatos y el cadáver de una mujer, y apenas recientemente se comprobaría que, en efecto, se trataba del final de la historia de Amelia Earhart: la piloto habría sobrevivido durante algún tiempo en un terruño recóndito y deshabitado en medio del océano. Su arrojo, osadía y resolución las resume en uno de sus comentarios más conocidos: “La forma más eficaz de hacerlo, es hacerlo”.

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