Ella es la Historia

Publicado el Milanas Baena

Aixa (1435)

Su padre, Muhammed IX, era el gran sultán de los nazarí, dinastía musulmana que por más de doscientos años y a lo largo de una veintena de califas venía gobernando los territorios granadinos, pero que en los últimos tiempos se estaba viendo amenazada por la campaña emprendida por la Corona española en su intento por reconquistar los antiguos dominios católicos. Siendo la única heredera del trono, Aixa fue consentida por su padre con toda clase de lujos y comodidades, además de instruirla en cultura y arte y forjar en ella una personalidad dominante, caprichosa, decidida y temperamental. Se deleitaba viendo los desafíos navales y las estrategias militares de los ejércitos de su padre, y sus días eran un continuo y tranquilo trasegar por los salones del palacio. Poco se conoce de su historia. Se sabe que contrajo nupcias con su primo Muley Hacén, aspirante sucesor al trono, y que dicha unión se trató más de un vínculo de conveniencias políticas con la que se pretendía consolidar el poder de los nazarí, así como vengar la muerte de Muhammed IX, recientemente decapitado por las huestes de los cruzados. Muley Hacén asciende al poder. Con él tendrá tres hijos y llevará una vida inquietante al interior del palacio, entrometiéndose en los asuntos políticos y a veces tomando decisiones importantes, dueña y señora de la corte por casi veinte años, hasta aquel día en que llegó al palacio una deslumbrante joven que su marido había traído para que oficiara como sirvienta de sus hijos. Se trataba de Isabel de Solís, una rumí que había sido tomada como esclava y que, tal parecía, había logrado seducir a su marido perturbando la paz al interior del palacio. La prestigiosa reina se estaba viendo amenazada por la presencia de lo que ya parecía un concubinato. El sultán intentó sobornar a jueces y escribanos para poder legalizar su unión con Juana, y poco le importó que los funcionarios públicos no se dejaran convencer, ya que en adelante Juana pasaría a ocupar la lujosa habitación principal en la Torre de Comares, desplazando a Aixa con sus hijos hacia la habitación en la que residían las hermanas de ésta, y que era conocida como el Cuarto de los leones. Desde ese momento Juana adoptó la religión musulmana y fue bautizada como Soraya, “lucero del norte”. Su posición de primera esposa se anunciaría en público el día de los festejos de pascua de los moros, ocasión en la cual los musulmanes se desplazan hasta la Alhambra para besar los hombres los pies del sultán y las mujeres las manos de la reina consorte, y para la ocasión sería Soraya quien oficiaría la celebración como la primera compañera de Muley Hacén. Años más tarde tendrían dos hijos, lo que despertaría en Aixa una pasión celosa, y en el sultán una desconfianza acechante a la cual tendría que hacerle frente. Estos nuevos descendientes del sultán constituían un obstáculo y una amenaza para los intereses de Aixa. No sólo su esposa sino también sus hijos y gran parte del pueblo andaban descontentos con los cambios del sultán, y fue así como éste, advirtiendo de un posible complot que pudiera conspirar para destronarlo, decide encarcelar a Aixa y a sus hijos y evitarse así los tormentos y el inconveniente de una revuelta al interior de su palacio. Sin embargo Aixa se las ingeniaría para contar con la ayuda de la aristocracia nazarí, y auxiliada por un grupo de rescate, logra escabullírsele al presidio del sultán y huir con sus hijos y hermanas. Aixa se ocultará un tiempo hasta que finalmente muera el sultán, y es entonces cuando empieza una nueva disputa por el trono, donde el hermano de éste se autoproclamará como máximo soberano nazarí, y para hacer notar su poderío asesina a uno de los hijos de Aixa y le envía su cabeza envuelta en ramajes de alcanfor. Soraya huye a España y adopta de nuevo la religión católica. Aixa, empeñada, mujer de genio, viril, de prestancia y gran injerencia pública, acompañará siempre a su hijo Boabdil en su empresa por coronarlo un día como el líder de la dinastía. Vende bienes y posesiones y hace valer su inteligencia, valentía y suspicacia, estableciendo alianzas con los principales líderes de la comunidad, y poniendo todo su empeño para que su hijo logre encabezar el sultanato musulmán de Granada. Poco tiempo después Boabdil (conocido como el “Chico” por los españoles y como Muhammed XII por el pueblo musulmán) asciende al trono, pero muy pronto comenzará una fuerte rivalidad con Isabel I, al negarse a pagarle sus correspondientes tributos a la Corona. Boabdil caerá prisionero en la batalla de Lucena, y será su madre, caracterizada por su tenacidad y firmeza, quien estará a cargo de interceder por él y negociar por su liberación. Eran tiempos agitados para la dinastía de los nazarí, vivían guerras internas y la corona española había comenzado a expandirse recuperando varios territorios, por lo que a Aixa no le quedaría más que resistir. Una estrategia de sitio por parte de los españoles la llevaría a la dimisión, no sin antes intentar negociar con Fernando el Católico una tregua que pudiera favorecerla a ella y a su familia. El rey no accedió, y Aixa tuvo que entregar las llaves de su palacio como un gesto de rendición, huyendo al exilio con su hijo, el último sultán de la dinastía nazarí, y cuenta la leyenda que al llegar a lo alto de una colina desde la cual podían contemplarse los dominios de la Alhambra, Boabdil prorrumpió en llanto, y fue cuando su madre profirió las famosas palabras por las que su historia será recordada: “¡Alá Akbar! (Dios es grande). Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”. Se dice que de allí el nombre de este monte, Suspiro del moro. Fue esta dinastía la que edificó el suntuoso Palacio de la Alhambra, máximo exponente de la cultura musulmana y una joya invaluable de la arquitectura mundial. Conocida como la “honesta”, Aixa será recordada por su carácter enérgico, combativo, desafiante, símbolo y referente femenino del pueblo islam.

Aixa

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