El último pasillo

Publicado el laurgar

Qué linda es la navidad

Imagen de Surykami. Tomada de aqui: http://bit.ly/fvFeZn

Para NU

Aquí voy con mis bolsas de regalos primorosos recién empacados, caminando por la Alameda, rumbo a mi casa. Y pienso: qué linda es la navidad, con sus adornos plateados y dorados, con sus enormes pinos plagados de Santas Claus (o Viejitos Pascueros, o Papá Noel, o lo que sea), y sus pesebres de todos los tamaños. Qué linda.

Qué linda es la navidad con las calles de esta ciudad atestadas de madres amorosas llevando de la mano a sus retoños, que gritan, chillan y berrean. Qué lindo. Y el “espíritu navideño”, ese sentimiento especial, incomprendido por tantos, que embarga los corazones y los bolsillos. Y todas esas tarjetas que circulan por ahí deseándonos feliz navidad: la Ripley, la CMR Falabella, las Visa, las Mastercard.

Qué linda es la navidad.

Qué alegría ese movimiento ingente de masas que se apodera de las avenidas principales; millones de seres a la búsqueda de cumplir los sueños de nochebuena, sueños terrenos, sueños humanos: el pavo, la muñeca a la que sólo le falta pensar, y el wii. Qué linda es la navidad. Y sus bolsas gigantes de las grandes tiendas (y de las chicas) que todos cargan felices: normalmente todos van por ahí llevando diez en cada mano.

Y uno piensa: cuánta prosperidad inesperada trae la navidad.

No entiendo qué le ven de malo a esta época del año. No entiendo a los que se quejan, y en todo caso: ¿a quién reclamar? ¿al Niño de Belén o al Viejo del Polo Norte? No tiene sentido. Es mejor disfrutarlo todo: los pisotones en la calle, los empujones en las tiendas, las enormes filas para empacar regalos, el llanto de los niños, los gritos de las madres, la resignación de los padres, del dolor de espalda por armar dos árboles: el de la oficina y el de la casa, los accidentes en avenida Irarrázaval porque todos andan enloquecidos, los cien panes de pascua, los cientos de abrazos, porque todos van por ahí propensos al abrazo fácil…

En fin: la alegría de la navidad.

Y aquí voy yo con mis bolsas de regalos primorosos recién empacados; navegando en este río de gente; intentando encallar en mi casa; escuchando a Jacques Brel que canta “Rosa”. Quisiera ser feliz al entregar estos regalos, quisiera que no me molestaran tanto, pero me pesa en todo el cuerpo el vacío que deja el regalo que no te puedo enviar. Y mientras todos piensan “qué linda es es la navidad”, yo sólo pienso en ti todo el día con mis brazos adoloridos de tanto desear el abrazo que no te puedo dar.

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