El Peatón

Publicado el Albeiro Guiral

Roberto Segrov y el viaje hacia el sentido

Una apreciación del libro Formas de romper las olas del Roberto Segrov, publicado en septiembre de 2018 por Buenos Aires Poetry.

Roberto Segrov, Formas de romper las olas, Editorial Buenos Aires Poetry, 2018.

«La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos». Fernando Pessoa, El libro del desasosiego

Permítanme empezar esta apreciación de Formas de romper las olas con una evocación. En la primera crónica de viajes de su compilación titulada Aguasfuertes, Roberto Arlt les pide a sus lectores, que primero fueron asiduos compradores de periódico, y hoy nostálgicos amigos de libreros los sábados en la tarde, que lo acompañen con la imaginación a recorrer Cádiz, a donde acaba de llegar. Dice: «Supóngase que le conducen a un cine y le vendan los ojos. ¿Puede usted formarse una idea del tema que se ha desarrollado en la película escuchando su música?» (43). Supongamos, pues, como el inmenso escritor argentino, que debemos hacernos una idea del tema del libro de poemas de Roberto Segrov gracias a su música porque, de un modo inevitable, vamos por sus páginas con los ojos cerrados.

Estamos en la puerta y esperamos el oleaje de los sueños roto por el poeta mediante su palabra, pero lo que encontramos es una invitación al viaje. Podría decirse que es el viaje la más profunda raíz del libro, movediza raíz que reniega de la tierra a la que vuelve sin remedio. Nos avisa: «me moveré tras el enigma del olvido» (17), y le seguimos en esta cacería, en esta detectivesca labor en la que, como Edipo, vamos en busca de la verdadera identidad del asesino, que es la nuestra.

Sabemos que este propósito conduce al abismo, que las palabras son peldaños que nos llevan allí, que hay seres que se van primero. Lloramos los muertos de nuestra vida, les despedimos en los cementerios, les imaginamos bajo la tierra llovida de una imprecisa fosa común en cualquier lugar de Colombia. «Hay personas que no contentas con desaparecer/ […] se llevan nuestros gestos, usurpan nuestras derrotas» (20), reza en el poema Abismo, luminiscente señalización que aparece en este punto de la carretera.

Sin embargo, el viaje es interrumpido por la sospecha de que somos un sueño, de que somos apenas parte de la imaginación del autor. El poema Suspenso (23) hace honor a su nombre: «hay un planeta fabulado/ un universo imposible/ todo lo he imaginado». Como en el relato de Jorge Luis Borges, asumimos que el encuentro como lectores con Roberto Segrov está sucediendo, pero mientras nosotros lo soñamos él lo vive. Somos terceros en este juego y estamos conmovidos; no formamos parte del universo de Segrov, el otro, quien escribe, tan diferente a aquel que vive en los poemas y nos guía como un lazarillo ciego.

Al salir de esta encrucijada entendemos que el poeta concibe el hecho de caminar como un acto de resistencia, un compromiso con la belleza o un conjuro contra el olvido. Le escuchamos decir en medio de la noche: «no podíamos prever que las calles desiertas eran el refugio/ eran la condena» (26), y más adelante su voz toma un tono tranquilo como el de quien sabe que su casa es el lenguaje: «los caminos serán mi morada/ […] no habrá reposo, no habrá alegría/ la angustia del abandono y la incertidumbre obrarán como la singladura de un paciente que aguanta/ que espera/ en un pasillo que conduce al abismo» (36).

El poeta está de paso por la vida y sabe que, a diferencia de sus semejantes, no podrá dejar sus huellas en las cosas, salvo en la palabra, tan efímera. Como el protagonista de Le feu follet, el filme de Louis Malle basado en la novela homónima de Pierre Drieu La Rochelle, admite que todo se le escapa de las manos, todo lo que estas tocan desaparece; pero, en este caso, la derrota que es haber nacido tiene una reivindicación, una revancha, un triunfo que deja de ser secreto cuando invoca a su amada y nos revela que es el amor la justificación de la vida, es decir, de la escritura: «acuérdate de mí porque llegaste al límite de todo/ de tu ingobernable desproporción de mujer suprema/ sostenme por un instante/ solo para que mi paso por acá tenga un sentido» (42).

El viaje por Formas de romper las olas ha llegado a su fin con la asunción de que el mar de adentro es más inmenso que el verdadero. El camino termina frente a la playa y es por primera vez el silencio. De vez en cuando hay un viento triste perdido de la montaña que nos susurra que busquemos un mejor país. El poeta nos ha llevado frente a la roca a donde van las olas a morir para que escuchemos la voz de otro Roberto, el de El juguete rabioso, quien nos recuerda la necesidad de beber siempre de los libros que son el agua del alma: «Allí bebimos, pero la vida giraba en torno nuestro como el paisaje en los ojos de un ebrio» (210).

¿Quién eres tú, Roberto?

Twitter: www.twitter.com/amguiral

 

Referencias
Arlt, Roberto. Aguasfuertes. Madrid: Hermida Editores, 2015.
—. El juguete rabioso. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1996.
Segrov, Roberto. Formas de romper las olas. Buenos Aires: Buenos Aires Poetry, 2018.

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