Ha muerto Paul Auster. Ha muerto Leviatán. Hay humo de soledad en el aire.

En su obra maestra, “Leviatán”, Paul Auster nos sumerge en un laberinto literario donde la realidad se entrelaza con la ficción de manera magistral. La historia sigue los pasos de Peter Aaron, un escritor que narra los eventos que llevaron al trágico final de su amigo Ben Sachs, también escritor, brillante y enigmático, que fallece a raíz de la detonación de una bomba en Wisconsin, en plena carretera. La explosión despedaza el cuerpo hasta dejarlo irreconocible e imposible de identificar. Aaron, cuyo teléfono encuentran en uno de los bolsillos del difunto, decide revelar la verdadera historia antes de que la policía exponga su propia versión de los acontecimientos. Moría así El fantasma de la Libertad, el misterioso personaje que se había propuesto bombardear todas las réplicas de las estatuas de la libertad en Estados Unidos.

Oigo la noticia de la muerte del autor y a mi mente viene “Leviatán” y nada más que “Leviatán”. Una novela que desafía las convenciones y nos invita a explorar los rincones más oscuros de la mente humana. A través de una prosa poética evocadora, Auster nos transporta a un mundo donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan, y donde la búsqueda de la verdad se convierte en una obsesión que consume a sus personajes, aunque la verdad, como en Moby Dick, no exista y se la persiga a pesar de esta certeza.

Leviatán es una criatura monstruosa que simboliza el caos y la destrucción. En la mitología hebrea es un ser primordial que representa las fuerzas descontroladas de la naturaleza. Auster utiliza esta poderosa metáfora para explorar temas universales como el poder, la corrupción y la lucha entre el bien y el mal, y postular la anarquía como tema central. A través de los actos de Ben Sachs, Auster cuestiona los límites de la libertad individual y la moralidad en una sociedad marcada por la alienación y la desesperanza. ¿Qué significa ser libre en un mundo donde la realidad se desmorona? ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por la libertad?

La dualidad es un elemento recurrente en esta novela. Cuenta la historia de un escritor acomodado y mercantil, y la de otro que pierde su vida en el ejercicio de la clandestinidad. Auster nos presenta personajes complejos que luchan con sus propias contradicciones y ambigüedades morales. ¿Qué hay detrás de las máscaras que llevamos puestas? ¿Cómo reconciliamos nuestras múltiples identidades? Estas son las preguntas que acechan a los personajes de “Leviatán”, obligándolos a enfrentarse a sus propias sombras y a tomar decisiones que definirán su destino.

Es un libro, pues, que cuestiona la figura del escritor. A través de Peter Aaron, Auster reflexiona sobre el proceso creativo y el sacrificio necesario para dar vida a una obra de arte. ¿Cuál es el papel del escritor en la sociedad? ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por la verdad? Estas son las preguntas que atormentan a Aaron mientras busca desentrañar el misterio que rodea la desaparición de Ben Sachs, enfrentándose a sus propios demonios y descubriendo verdades que preferiría no conocer.

Comparada con su Trilogía de Nueva York, “Leviatán” destaca por su audacia narrativa y su profundidad temática. Auster nos sumerge en un universo literario más oscuro y provocador, donde las líneas entre el bien y el mal se desdibujan y la verdad se convierte en un concepto elusivo. Es esta ambigüedad moral la que hace que el libro sea una lectura fascinante y perturbadora, capaz de desafiar nuestras convicciones y hacernos cuestionar nuestra propia humanidad.

Con la partida de Paul Auster, el mundo literario pierde a uno de sus gigantes. Pierde a Peter Aaron y a Ben Sachs al mismo tiempo. Pierde a dos escritores en uno. Al que supo vivir en la comodidad de la fama pero que al mismo tiempo estaba convirtiendo a la literatura en un campo minado. Que su Leviatán siga navegando en las aguas turbulentas de la literatura, recordándonos la fragilidad y la grandeza de la mente humana. Que su voz perdure en las páginas de sus libros, inspirando o inquietando a futuras generaciones. Que siga vivo por los siglos de los siglos El fantasma de la libertad.

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