
Fernando Araújo Vélez (*)
La primera vez que oyó su nombre, Nietzsche, fue porque un compañero de estudios de Zipaquirá lo citó en una enrevesada discusión de universidad que tenía que ver con la compasión y las ataduras del amor, pero él no comprendió mayor cosa.
Luego se lo encontró en algunos de los libros de Hermann Hesse y en una cita de Fernando González Ochoa, pero huyó de su nombre. Le tenía pánico. Su miedo a Nietzsche era como un miedo a aceptar su ignorancia y su estupidez, pues Nietzsche le sonaba a profundidad, a verdad, y sobre todo, a que le podía romper su vida cómoda y tranquila para siempre. Nietzsche, en últimas, le sonaba a pecado.
Con los años, el temor-obsesión aumentó. Una tarde de viernes, distraído, buscó en la biblioteca de la universidad algún libro de él o sobre él. No halló nada. Cuando le preguntó al asistente del director, tuvo que conformarse con un escueto “está agotado”, que, más tarde comprendió, era en realidad un “está prohibido acá”. Revisó en su casa y en las casas de sus vecinos. Nada. Esculcó en la librería del barrio. Nada. Cada “nada” era un aguijón más de curiosidad que se le clavaba. Cada “nada” era un paso más hacia el infierno que temía. La última mañana del año de 1992, un amigo de eterno abrigo azul le llevó de regalo una edición de calle de Así hablaba Zaratustra, las hojas medio sueltas, la tapa amarillenta, las letras parcialmente impresas. Él se sumergió en Zaratustra. Leyó, subrayó, gritó, deliró, comprendió, lloró, sonrió, provocó. Celebró que alguien hubiera dicho lo que él no podía decir. “Romped, rompedme las tablas”, “Esto es lo único que he aprendido hasta ahora, que el hombre necesita para sus mejores cosas lo peor que hay en él”. Celebró la vida, las pulsiones, el arte. Maldijo las herencias, el interés de ciertos buenos, las recompensas. Y leyó de nuevo. Dos, tres veces. Una noche se encontró con una actriz que le contó las penas de su vida. Su desdicha, el desamor, el sinsentido. Él le regaló aquella edición callejera de Zaratustra, con sus tachones y sus frases y sus líneas.
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(*) Periodista, escritor y editor de El Magazín online y de la sección de cultura del periódico El Espectador. Además, tiene a su cargo la edición de los Lunes Festivos.