El Magazín

Publicado el elmagazin

Superhéroe

nino-superman

Sebastian  Pemberthy  Quintero

¡Qué día hace hoy! Resplandeciente el sol, primer inicio de semana que me agrada, no me costó despertarme, lo hice al escuchar la voz de mi mamá diciendo: “¿Quieres levantarte, amor?”. Le pedí que me llevara cargado hasta el baño para asearme. Le sugerí que me dejara solo, lo hizo, me dejó ahí y ajustó la puerta.

Abrí la llave de la ducha, sentí rica esa agua fría caer en mi espalda, pegar “saltitos” de alegría, de un “dolor placentero”, me apliqué el jabón, mi champú para bebés, quise probar todo lo que me decía la televisión, si en realidad no picaba al caer en los ojos, y sí, así fue, los ojos no me picaron. Me enjuagué y le grité a mamá para que me llevara cargado de vuelta a mi pieza para vestirme, me pasó la ropa y me dijo “Si ya te bañas solo es hora de vestirte por tu cuenta, ya creo que estás preparado, mi pequeño superhéroe”. Me vestí  y  desayuné rápido. Terminé, me cepillé y salí para el colegio con mi hermana de siete años. Antes de salir mi mamá nos gritó que esperáramos, terminó de lavar un plato y fue hacia nosotros, nos dio un beso en la frente a cada uno, nos dio las moneditas para la escuela y se despidió.

Llegamos al colegio, mi hermana se fue hacia su salón y yo hacia el mío. Qué gran recibimiento me hicieron. Todos se reunían para hablar conmigo después de ese gran receso ¡Qué bien se sentía! Todos los hombres me daban la mano, algunas mujeres piquitos en la mejilla, incluso Laurita, la niña que me gusta, ella me dio el mejor beso del mundo, con sus labios sobre mi mejilla me hizo detener el tiempo, me gustaba que después de tres años que empecé a sentir mariposas en el estómago por ella, de tantas cartas y chocolatinas, de tantas tareas que le hice, de tanto tirarle aviones de papel con mensajes que sacaba de libros, otros míos, después de tanto tenía su atención, tenía su rostro ante mí.

En el descanso todos querían salir conmigo, todos. Fui a verlos jugar fútbol, después jugué ajedrez con varios, iba de un lado para otro, todos jugaban conmigo. ¡Qué bien se sentía!

Así finalizó el colegio, mi padre fue hasta mi salón por mí y nuevamente regresamos a casa.

En cuanto llegamos, me dirigí para ese agujero mío llamado cuarto, donde me había escondido durante varios meses. Me hice cerca de mi cama, cogí mi libro favorito y me dispuse a leer, buscaba nuevos poemas para Laurita, la niña de mis ojos, encontré dos perfectos, los copié en una hoja, le puse muchos corazones y armé dos aviones, que le tiraría al día siguiente mientras ella estudiaba matemáticas. Me pasé esa tarde pensando en Laurita, en su beso y en lo bien que lo había pasado en el colegio aquel día.

Antes de acostarme me cepillé, mi madre me acostó, me tiró las cobijas encima y junto con mi papá y mi hermana me dieron las buenas noches; todos agregaron “Te quiero mucho, mi superhéroe”, y se fueron. Pero… ¿Por qué me decían así? No tenía poderes ni nada por el estilo pues con esa inquietud me acosté, rápido me dormí y empecé a soñar. Soñé que caminaba de la mano con Laurita por el parque, que íbamos a comer helado, yo la montaba a caballito y corríamos hasta cansarnos, hacíamos travesuras, no nos importaba nadie, el mundo éramos nosotros, yo en ella encontraba todo, era mi todo.

El sueño se interrumpió al sentir ruidos en mi habitación, mis padres y mi hermana se encontraban alrededor de mi cama, me extrañaba ese encuentro, no sabía cuál lloraba más, su cantidad de lágrimas se podía comparar con las derramadas aquel día el cual parecían recordar, aquel triste día a partir del que me empezaron a llamar “superhéroe”. Me uní a ellos, todos empezamos a llorar, hasta que cansado de eso les pedí que se calmaran y les dije “Papá, mamá, hermanita, no estén tristes, no quiero que recuerden ese día, yo estoy bien, prefiero estar así, que sin mi hermana. Me dirigí hacia ella y le dije: “Aún recuerdo cuando estabas en medio de la calle y vi venir algo, te grité pero no reaccionaste, así que sin pensarlo decidí arrojarme a la carretera y sacarte de ella, a partir de ahí todo es confuso, pero quiero que sepas que no me lamento de haberlo hecho, prefiero estar sin piernas que sin ti, no me arrepiento, aquí me tienen, aquí tienen a su superhéroe en silla de ruedas».

Comentarios