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Sólo serás el mar

mar enamorado

 

Andrés Felipe Sanabria

Creí que ver un naufragio era suficiente para descansar en paz. Pero no lo fue. De una u otra forma volví al mar, a sus tempestades, a sus itinerarios, a su furia, a su calma sosegada y me di por muerto. Eso me dije ese día en el espejo: estás muerto Andrés. Pero de nuevo su magma, de nuevo su pulso magnético, hasta que la vi por última vez. Todo parecía una adivinanza, como si ambos no lo creyéramos. Después de eso el naufragio fue soñarla hasta que encontré el manuscrito de la muerte, pero no lo pude leer, porque lo que me hacía amarla me hizo leer el amor de su corazón, que es lo que estoy haciendo ahora.

Cuando estaba en el colegio más aburrido del mundo, solo pedía una razón para vivir, y se cumplió al conocerla. Pero su partida solo  hizo que abriera mi cripta, y me dedicara a escribir y a leer, y a releer los breves momentos que no dictaba la noche. Entonces alzaba los ojos, y sí, algún día el mar, solo serás el mar.

 

 

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