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Sin novedad en el frente de Remarque

Sin novedad en el frente

Rosario Cárdenas Téllez *

Su padre fue cubano y murió por la libertad de América. Eso le dijeron cuando tenía seis años y ya estaba en edad de recordar algo para la posteridad. También le contaron que ahora todos eran americanos, pero no a la manera de Marti, sino en función de la forma de un billete verde. Poco faltó para que lo bautizaran ONEDOLLAR, como le pasó a otros. A los veinte años entró al ejercito americano y pronto lo enviaron a cuidar un puente en Alemania. Eran los últimos años de la Guerra Fría. En su primer día en Berlín fue a un burdel, pero no le alcanzó el dinero para pasar la noche y terminó durmiendo en una estación de trenes. 
En su primer fin de semana libre se escapó a París y encontró en un mercado público del sur de la ciudad un libro que atrajo toda su atención: “À l’ouest rien de Nouveau” (“Sin novedad en el frente”) de Erich-Maria Remarque. Aunque él no leía francés e ignoraba la obra de ese célebre escritor alemán de los años veinte, lo sedujo la portada (un frenético avance en la guerra de trincheras) y lo compró por quince francos. Lo guardó en su maletín y lo perdió de vista.

Un par de meses después, en enero de 1980, cuando ya estaba en la temible cárcel de la Santé en París, otro recluso le empezó a enseñar francés y un par de semanas más tarde ya estaba leyendo a Remarque. Esa novela lo acompañaría el resto de sus días, es decir, lo que quedaba de ese año. En su diario transcribió algunas frases: “le train marche lentement. De temps en temps il s’arrête, et l’on descend les morts. Il s’arrête souvent…”; “lorsque quelqu’un meurt, nous disons qu’il a fermé son cul et c’est ainsi que nous parlons de tout. Cela nous empêche de devenir fous…”. También  escribió un par de comentarios incomprensibles.

Treinta años después, mientras yo recorría ese mismo mercado, me encontré con el mismo libro. Adentro hallé un calendario de la revista Time de 1980 con todos los días marcados, unos meses en rojo y en otros en azul, como si representaran las bandera de Estados Unidos. También había un par de días marcados con negro. Me fijé detalladamente en el trazo de las equis y me pregunté varias veces si ese soldado había marcado de una sola vez todos los días o si lo había hecho día a día.

El almanaque tenía una foto de la tierra por el lado A y una frase: “brings you the World”  y por el lado B sólo decía 1980. Cuando volví a mirar el calendario noté que el 31 de diciembre estaba marcado en amarillo. Al final del libro estaba escrito: “Au Revoir…je ferme mon cul. JP Freedom. US ARMY. 31 december 1980”. Al año siguiente se aboliría la pena de muerte en Francia, pero eso Freedom no lo sabía.

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(*) Colaboradora.

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