El Magazín

Publicado el elmagazin

La Apología de Sócrates versus la falsa apología política de Restrepo

Foto: Óscar Pérez
Foto: Óscar Pérez

Jorge Alfonso Cabas de la Hoz(*)

La responsabilidad ética que implica el ejercicio de un cargo publico es a juicio de la filosofía política, una de las cosas de mayor trascendencia para el desarrollo de un democracia transparente. Sin este fundamento filosófico todo el edificio ético-jurídico de una sociedad se vería derrumbado, y por consiguiente lo que se instituye a cambio es un estado de corrupción permanente, pues nadie tendría por qué verse abocado a responder jurídica y éticamente por el desempeño de sus funciones públicas. Además, una voluntad arbitraria que dentro de un Estado democrático llama abiertamente al desconocimiento del statu quo puede dar al traste con su destrucción. Nada hay más peligro para una democracia que el llamado a desestabilizarla y desconocer su sistema constitucional y jurídico, esto podría constituirse en una apología abierta al delito, piensan algunos como el periodista Daniel Samper Pizano. Este tipo de actos implica declararse en rebelión contra el sistema. Para el caso en cuestión, el llamado de Luis Carlos Restrepo de oposición al establecimiento nos permite inferir entonces que su intención es desmontar un sistema e institucionalizar otro (Restrepo lo llama alegremente retomar el gobierno). No obstante, todos los indicios de sus declaraciones apuntan a que su interés no es legitimar un proceso democrático, si no evadir su responsabilidad frente a la justicia

Es claro que el fin que pretende el excomisionado Luís Carlos Restrepo es no asumir la responsabilidad ético-jurídica por un acto de corrupción, dentro del ejercicio de su función como comisionado durante el gobierno de Uribe, falta que se ha hecho a todas luces palpables. La forma como Luis Carlos Restrepo ha planteado la situación jurídica en la que se encuentra es abiertamente equivocada por cuanto desde el punto de vista institucional cuenta con los elementos legítimos para su defensa, pues no creo que no tenga un buen Jurista del cual asesorarse debidamente. Por los tanto, si tiene dudas sobre la imparcialidad del fiscal investigador bien podría recusarlo. Pero pretender una “persecución política” en su contra es irracional, cuando públicamente se conoce su falta ética y jurídica en el caso de la falsa desmovilización del supuesto bloque Cacica la Gaitana de las FARC-EP ocurrido en Alvarado, Tolima, el día 6 de marzo de 2006. (Uribe habla confusamente de una “venganza criminal”, como si a Luis Carlos Retrepo lo persiguiera una banda de hampones y no que estuviera procesado por un acto de corrupción frente al Estado y la sociedad colombiana. Últimamente Uribe ve venganzas personales y persecuciones políticas por todos lados. La falsa tesis de una “venganza criminal” ha sido desplegada por Uribe desde que los funcionarios de su gobierno han venido siendo investigados.)

Ciertamente, desde hace ya un par de años la Fiscalía General de la Nación viene procesando a algunos funcionarios (raro, casi todos del partido de la U) por haber gestado en las instituciones del Estado actos de corrupción. Este hecho es por todos conocidos, los actos de reyezuelos que algunos funcionarios venían ejerciendo en la administración pública han conocido hoy la luz pública y estos pequeños emperadores del poder son debidamente investigados y procesados, ya hay algunos privados de la libertad. Pretender como quiere el ex-presidente Uribe que estos actos de corrupción sean ocultados alegando persecución política es pretender tapar el sol con las manos. La ética en el ejercicio público de administración del Estado debe primar frente a las pretensiones de ilegalidad y de favorecimiento a cualquier partido político o funcionario público.

Los principios de transparencia y debido proceso en la administración de justicia deben ser el sentido que oriente la investigación para los casos que investiga la Fiscalía. Estos principios jurídicos no solo se le deben aplicar a Luis Carlos  Restrepo, sino que debe ser aplicables a todo ciudadano que sea investigado por este ente del Estado. Amén, que si este principio es violado dentro de un proceso, éste se podría ver viciado de nulidad. Ahora, si lo que Luis Carlos Restrepo cree es que no se le están dando las condiciones jurídicas de un debido proceso, para ello cuenta con las herramientas jurídicas necesarias de hacer valer sus derechos. Pero con sus ultimas actuaciones lo que nos ha demostrado es precisamente todo lo contrario, su comportamiento deja mucho que decir, pues sus actos no son los propios de un hombre ético, integro y justo.

En verdad, cuán difícil es ser un hombre honesto, si no, recordemos lo dicho por al poeta griego Simónides, quien escribe en uno de sus «trenos» (el 542 en la numeración de D. L. Page): «Es difícil llegar a ser un hombre excelente, cuadrado de manos, de pies, de inteligencia, terminado sin reproche… » Los filósofos griegos han estado de acuerdo con el poeta, tanto Platón en el Protágoras (339 b) como Aristóteles en su Retórica (1411 b 26) citan esta metáfora de Simónides, para hacernos ver cuán necesaria es esa integridad y excelencia en el hombre justo. La humanidad ha tenido su mayor ejemplo en Sócrates. Este hombre ecuánime nos ha hecho ver que la excelencia y la justicia deben estar por encima de los intereses personales y que espiar las faltas del alma no solo nos enaltece, sino que nos educa para ser hombres justos y sabios. El juicio contra Sócrates es la mayor prueba con que contamos de esa  integridad ética que debe caracterizar a un hombre de bien. Pero desafortunamente hoy en día hay muy pocos socráticos dentro de nuestra clase política, o ¿es qué no nunca los ha habido?

La defensa pública de Luis Carlos Retrepo es en absoluto sarcástica y está viciada de todo propósito digno y de justicia. Su intención de desestabilizar el sistema e instaurar un nuevo orden parecen más una apología irresponsable, desprovista de todo fundamento ético. Todo este comportamiento raya al contraste con la dignidad del cargo que desempeñaba y con la honestidad que debe caracterizar a todo hombre que está al frente de una función publica tan importante.

En ningún momento el propósito de Restrepo ha sido defender públicamente su inocencia, atacando la imputación de cargos hecha por la Fiscalía, sino que se salió por la tangente tratando de evadir la responsabilidad ética y jurídica de su falta frente a tan delicado cargo público: Alto Comisionado para la Paz.

Cuán diferente es la actuación de Luís Carlos Restrepo en comparación con la de Sócrates. Mientras el filósofo asumía una posición de respeto frente la institucionalidad de la Justicia de la Polis, nuestro ex-comisionado pretende negarle todo criterio de legitimidad al Estado haciendo llamado a una nueva  constituyente. Lo que con este hecho nos logra desmostar es la poca actitud ética que tiene quien venía desempeñando una alta función en nuestro Estado. Habrá posiciones éticas y respetables en algunos  funcionarios pero últimamente esas excepciones no se dejan ver.

Mientras Sócrates enfrentaba la acusación ante el tribunal ateniense para demostrar su inocencia (esto quedó sabiamente registrado en la obra de Platón La Apología de Sócrates cuando expresa: «No sé, atenienses, la sensación que habéis experimentado por las palabras de mis acusadores. Ciertamente, bajo su efecto, incluso yo mismo he estado a punto de no reconocerme; tan persuasivamente hablaban. Sin embargo, por así decirlo, no han dicho nada verdadero»), nuestro ilustre excomisionado sale cual estudiante revoltoso con una papa explosiva en la mano, argumenta su defensa desde la clandestinidad (dice el seudo-filosofo José Obdulio Gaviria “que esta en la trinchera de combate,” creo que ahora podrían ser bien recibidos en las filas de las FARCEP, la cual está en estos días acéfala de pseudo-pensadores), aduciendo que es víctima de una persecución política y que no tiene garantías para un proceso justo. En el comunicado de fecha 16 de febrero de 2012, expresa Restrepo: «He escuchado con espanto las imputaciones calumniosas que me hace la Fiscalía. Como si fuera poco, para declararme un peligro para la sociedad, recurren a testigos falsos que jamás he visto en mi vida, cuyos nombres desconozco, para decir ahora que intenté comprar silencios y preparar desmovilizaciones fraudulentas». A su vez su más firme aliado, José Obdulio Gaviria, dice que el organismo que investiga a Restrepo  “dictó una orden de captura ilegitima”,  otro ostensible desacierto. Todo el discurso fogoso de Luis Carlos nos deja entrever que su más firme intención es evadir el juicio: no enfrentarlo y demostrar su inocencia.

Ciertamente la falsa apología con la cual Restrepo intenta defenderse es muy distante a la actitud ética asumida por el sabio filósofo. Así, mientras Sócrates pretendía enfrentar la causa, Restrepo la evade utilizando la clandestinidad; Sócrates escucha de viva voz la acusación, Restrepo ha escuchado, desde su trinchera, con espanto, que la Fiscalia le hizo imputaciones calumniosas; Sócrates conoce a sus acusadores, Restrepo los desconoce; los testigos contra Sócrates hablan en el juicio abiertamente, Restrepo expresa que se le acusa de comprar el silencio de los testigos. En la rara cosa en la cual parecen coincidir las dos causas, la de Sócrates y la de Restrepo, es que son un peligro para la sociedad. La diferencia, no obstante, en esta azarosa coincidencia es que el uno fue declarado inocente por el juicio de la historia (es modelo de comportamiento ético) y el otro, creo yo, no lo será.

Al final sólo Dios y el Diablo saben quiénes dicen la verdad en esta falsa comedia política de todos los días en la que se debate nuestra sociedad. Como dice el mismo Restrepo ¡Pobre Colombia!

Apéndice. No me imagino a un hombre como Luis Carlos Restrepo tomando la cicuta para demostrar a la posteridad cuán justo y sabio era. Creo que mejor me voy a continuar de releer la Apología de Sócrates y me olvido de la falsa apología político de Restrepo.

—————————————————-
(*) Colaborador.

Comentarios