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Reencuentro

A Silent Calling, Flickr, Alyssa L. Miller
A Silent Calling, Flickr, Alyssa L. Miller

Jaime Caballero *

Entre, acérquese, me dijo con una voz cacofónica que no conocía, que no parecía la suya. El tiempo parecía haber deshojado por partes y sin escrúpulos las pocas cosas que la hacían hermosa, pensé. “El oxígeno tiene poco espacio aquí ¿no? Apenas se percibe en este cuarto”, le dije irónicamente repasando la oscura habitación y fijando detenidamente la mirada en el lecho repleto de harapos que la asemejaban con una emperatriz romana y en el cual reposaba impertérrita. “Perdóneme por la atención y el desorden”, me respondió, “es que usted sabe que una así de enferma es difícil de que se pueda poner en esos menesteres, además a una sola le toca muy complicado, y he estado muy sola desde hace tiempo”. “No se aflija más por sus desventuras”, le dije con voz cálida, “esos son los gajes de los ires y venires del ser humano, del estar aquí agazapado viviendo de la misericordia de Dios.

Usted sabe muy bien que quizás todo esto lo tiene merecido ¿verdad? ”. “De pronto si tiene razón”, me dijo con una voz forzada, “Dios es sabio y justo y hace sus cosas como él sabe, todo tiene una razón de ser y eso es bien sabido. Pero no sé a veces a la gente que le pasa. A todas estas ¿usted viene a disculparse? ¿Quiere dejar las cuentas claras para que me pueda ir tranquila y a usted le vuelva la paz? “. “Usted bien sabe que yo no me disculpo si no veo un motivo”, le increpé con voz serena, “no sirvo para eso, no creo plenamente en mis errores y no tolero que una hipócrita formalidad trivial de una tradición imbécil que se disfraza con lástima y cortesía me obligue a bajar la cabeza ante las idioteces del otro”. El hedor funesto que desprendía el lecho se fundía con la penumbra fétida del cuarto, y la visión parecía empañárseme por instantes, todo esto sumado a la asfixia desesperante que me suscitaba la situación en general. “No cambias”, me replicó amargamente, “eres el mismo, treinta y tres años de ausencia no te han cambiado: Arrogante, altanero, desagradecido, soez, diferente, muy diferente a lo quise, en eso sí se me equivoco Diosito”.

“Deje de lamentarse por lo que no tiene”, le interrumpí sin perder la mesura, “usted sigue siendo igual de miserable, pobre en sí misma, bruta, lastimera. Mire Mamá, yo sólo he venido a verla morir, ya es justo que se vaya, cállese y hágalo”.

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(*) Colaborador.

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