
Francisco Barrios (*)
I
Espero días enteros
a que mi destino muestre sus aciertos
mientras mi cara se gasta en despedidas
y las palabras son el yerro
de mi voluntad sin acogidas
II
Ya sabes lo del tiempo, amiga,
que no pasa en realidad
que lo que dije ayer te lo diré mil veces más
y que el licor, que hoy anega mi cabeza,
es por la sombra de tu cuerpo y por mi suerte
(es la vida y nuestra cercanía)
Porque nadie entiende, amiga mía,
que no podamos querer a otros más que a nosotros
y ese querer, ya lo sabes, es de todos
porque somos
felizmente
los otros
Nocturno
La neblina esparce la última luz de la ciudad
Oigo un carro en otra calle
Las bestias botan humo
En la mañana helada de los campos
Relinchan y pisan la hierba
Tú duermes sola un gran amor
(su sombra es para mí)
En mi soledad, en su silencio,
en la noche blanca de mi cuarto
Oigo el galopar en el río de tu sangre
Siento los caballos en tu palpitar
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(*) Periodista freelance y profesor.