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Lunes otra vez

El Caminante
El Caminante

Fernando Araújo Vélez *

Se despertó sobresaltado, y en un diálogo confuso que muy luego comprendería y sentiría, supo que el partido de esa noche lo habían cancelado. No habría fútbol, y sin fútbol, el día perdía su sentido. Se quiso animar. Buscó, como la noche anterior, como todos los días, la hora exacta en la que jugaría su equipo, pero el periódico no llevaba en sus carteleras más que novelas, realitys, más novelas y noticieros. De la sección de deportes había desaparecido el fútbol, como en su sueño. Ni jugadores ni columnas de opinión ni balones ni guayos ni estadísticas, pero era lunes y los lunes eran de no fútbol.

Se tranquilizó a medias, porque a medias, también, recordó a retazos algunas partes de su sueño. Sintió temor cuando evocó una vieja y muy mediocre película en la que unos aborígenes decían algo como que los sueños son las sombras de la realidad, y se alivió luego porque pensó en los sueños, sueños son de Calderón de la Barca. Entonces preparó una especie de desayuno e hizo jueguito con un papel que volvió pelota, como en sus tiempos de niño, cuando de dos pares de medias se inventaba un balón en la playa y jugaba cada tarde una final de Mundial. Contó uno, dos, y antes del tres perdió. Su Adidas agonizó contra el baldosín, y él la terminó de aplastar con una pirueta que jamás le había salido. Algún día será, pensó. Algún día.

Se bañó. Se afeitó. Volvió a su habitación y quiso encender el televisor, pero prefirió dejar los controles donde estaban. No quería arriesgarse a que de la guía se hubieran esfumado Espn, Fox y TyC y todos sus canales preferidos. Respiró profundo. Habló en voz alta para convencerse de que no estaba loco. Sonrió de su propia idiotez. Salió a la calle y tomó el bus verde y blanco de todos los días que en un costado exhibía el escudo del Deportivo Cali. No lo vio. Pensó que, tal vez, estaba del otro lado, o en últimas, que el chofer lo había borrado después de la última derrota. Volvió a musitar dos o tres palabras en voz alta, vigilante de que nadie lo descubriera. Cerró los ojos y lloró de nuevo por los dos goles que eliminaron a su equipo 12 horas antes.

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(*) Periodista, escritor y editor de El Magazín online. Tiene a su cargo la edición de los Lunes Festivos del periódico El Espectador.

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