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Literatura, una vocación a flor de piel y un desafío social

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(Entrevista al maestro Fernando Soto Aparicio. Agosto 26 de 2005. Universidad Nueva Granada.)

Por: Alba Nelly Cedeño Castañeda

Un acercamiento precoz a la lectura y escritura hizo del maestro Fernando Soto Aparicio ser un gran escritor. Y es que es a través de las letras como él expresa el sentir de una sociedad de la cual también hizo parte. Para nadie es un secreto que la literatura cumple una función muy importante dentro de una sociedad o dentro de un país, “el escritor es el vocero de una sociedad muda, es el que habla por los que se callan, es el que grita por los que se esconden, es el que se expone por los cobardes…”, de esta manera, Soto Aparicio describió la función de su profesión, la de ser escritor.

Un escritor, de manera muy sutil, expone la realidad de su país, de su mundo, de su época, y de  su circunstancia. Esto le  dio a su voz una gran autenticidad dentro de una comunidad y de un mundo porque: “…el arte es lo único que sobrevive a la muerte del hombre…”, manifestó, con la tranquilidad y sencillez que transmitía el maestro, quien se ganó el respeto y admiración de quienes a través de sus escritos han logrado una identificación.

Escribir es una vocación más que una profesión. Desde los 11 años ya estaba escribiendo libros de ficción y novelas. Su infancia fue muy solitaria, afirmó el maestro. A sus 15 años de edad realizó su primer publicación, un poema llamado Himno a la Patria, “…un poema muy romántico, muy soñador, muy limpio y que tiene todavía mucha validez…” y desde entonces no ha dejado de publicar cuentos, poemas, novelas, ensayos, en fin…

Como suele decirse que nadie es profeta en su propia tierra, sus trabajos recibieron sus primeras miradas en el exterior y fue así como en 1960, en Madrid, logró publicar su primer libro cuando una de sus novelas “Los Bienaventurados” ganó un importante premio en España, auspiciado por la editorial Aguilar. A los 28 años de edad, un año después de su primer premio, en 1961, volvió a ser noticia literaria por otro premio internacional  ganado con la obra “La rebelión de las ratas”, en Barcelona. Sus primeros seis libros fueron publicados en España y luego el país giró su atención hacia él y, se comenzaron a editar todas sus obras en Colombia, los 55 libros que ha publicado en el transcurso de más de medio siglo de entrega a su vocación literaria.

En cuanto al género, el maestro no manifestó una inclinación específica, lo que sí tenía claro es que, era un apasionado de la literatura “… el escritor nunca clasifica su trabajo, es el más mal analista de su trabajo, uno simplemente escribe, todo lo que hace es escribir…”  y como él mismo lo afirmó “…quienes lo leen, quienes lo interpretan, quienes lo estudian, lo van clasificando, lo van poniendo en una escuela determinada, lo van definiendo…”. Siempre trabaja con la misma pasión, “…con el mismo conocimiento, con la misma devoción la poesía, el teatro, el ensayo, la novela todo lo que tenga que ver con la literatura y todo lo que tenga que ver con los géneros literarios…” para el maestro, todo lo que sea literatura era absolutamente hermoso, era fascinante, interesante y lo entusiasmaba tanto leerla como escribirla, lo afirmó con una voz tierna que le salía del corazón. De esta forma, él logró la misma aceptación y difusión a través de los años.

En su trabajo lo que hacía el maestro era registrar con su mirada silenciosa y detallada ciertos momentos de la vida “…uno no se inventa nada, uno mira, ve, escucha, puede decir que uno se convierte en un fisgón de la realidad…”, para construir sus historias no necesitaba de la musa o de la inspiración, le basta con hacer una lectura minuciosa del contexto para comprender de manera profunda la realidad.

El trabajo del maestro Fernando Soto Aparicio es la muestra de que en Colombia o, Latinoamérica, la literatura ha estado en uno de sus mejores momentos; él afirma que en los últimos años se ha dado un cambio casi radical, diferentes escritores latinoamericanos como Mario Vargas Llosa, José Donoso, Carlos Droguett, entre otros, fueron acuñando una serie de términos propios de cada país, que han permitido a la literatura latinoamericana hacer un gran aporte al castellano universal. Lo ha renovado, y podría decirse que esta renovación del idioma español se le debe a América y se le debe a los escritores latinoamericanos, además “…sigue habiendo una revolución de fondo, y es que, empezamos a contar nuestras propias historias, nuestros propios problemas, a meternos dentro de nuestra realidad, a gritar nuestras quejas…”, la literatura cumple una función social porque recrea mundos a partir de una realidad que difícilmente se pueden desconocer y es en la escuela donde se aprenden a identificar los contextos y los pretextos empleados por el escritor para denunciar problemáticas que en realidad no le son ajenas a la sociedad.

La literatura como herramienta en la educación

Si la literatura se puede mostrar como uno de los mejores espejos dentro de una sociedad ¿por qué no se crea una cultura de la literatura desde la escuela?, la literatura tiene la manera más sutil de seducir a la infancia y encaminarla hacia la construcción de hombres y mujeres sensibles frente a una realidad que les permite construir nuevas propuestas que generen grandes cambios dentro de la humanidad.

El problema de la literatura en la escuela es que “…pusieron la literatura al servicio de la gramática, eso es exactamente lo mismo que poner una princesa al servicio de una camarera…”, el maestro afirma que “…una cosa es la gramática que es una ciencia matemática para aprender a escribir, otra cosa es la literatura que es absolutamente el desborde completo de la imaginación…”. A diferencia de la gramática la literatura no tiene reglas, el gran problema que se presenta en la educación es el de usar la literatura como trampolín para enseñar gramática, esto lleva a que los estudiantes de primaria y bachillerato terminen por odiar la literatura “…los ponen a leer como una obligación, como un trabajo, como un castigo y nadie le ha dicho que la literatura es un disfrute, que la literatura es un goce, es uno de los mejores goces que tiene el ser humano…”, lo que ocurre en algunos casos es que en su afán de cumplir con un requisito, el docente, en oportunidades, no se toma la molestia de contextualizar la lectura para que el estudiante se enamore de ella y surja así el placer y goce de disfrutar la literatura.

Para el maestro, la literatura era la mayor riqueza que pudo encontrar, que aunque no da plata y que en Colombia no se apoya, sí le produce gran satisfacción, él alternó su vocación con otros trabajos, entre esos, el de la academia, en la Universidad Nueva Granada.

 Su amor por la literatura fue tan grande que aunque no es rentable, no produce ningún dinero “…la literatura produce enormes satisfacciones espirituales, produce el respeto de la gente, la sociedad, el aprecio, el cariño de la gente, y eso es una cosa que no se puede pagar con nada…”, entonces, sin lugar a duda el maestro insistió en que “…volvería a ser escritor y volvería a tener los mismos sueños, los mismos tropiezos, los mismos fracasos, los mismos éxitos y no cambiaría nada del libreto…”

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