Por: Juan Monsalve
¡Tanto corre el cojo.., como el viento…!
Jack, el travieso, tomó una trozo de tiza
y, trazó en el patio una línea, desde el Pico de una loca gallina que, en un tris
De tiempo, quedó hipnotizada en menos De lo que canta un gallo culeco. Y, la Doña, Con la mente en blanco, las plumas erizadas Despatarrada y los ojos bizcos!
El pisco Que había llegado a la fiesta, regañó a Jack Por travieso, y le dio con su palo tieso. ¡Ay! A Jack, sin razón, le bajaron el calzón. ¡Ay! Veintiún palazos en su trasero.
Y, la profe de
Geometría le puso cero y cero, y le quitó su Lapicero. La pobre gallinita quedó patitiesa Bizca, desecha. ¡La triste ñeca, una presa para El sancocho de la cena, y con buenas arepas!
Jack tenía las patas tiesas, los zapatos rotos La nariz fría y las manos congeladas, era como
Una paleta de guanábana sin pepas. La Tía Lía lo tenía fregado, pues le reclamaba todo
Hasta para comprar un pito lo tenía frito. Era un travieso irreparable, desbarató el Triciclo nuevo de su hermano, metió un Gato negro en el horno, y se disfrazó de Frankenstein La Noche de Brujas. Le pescó Una ranita a Amita, jugó a las muñecas, Trajo a su finca las cometas, los trompos Y, dio cuarenta vueltas a la cancha de tejo.
II
Paró de cabeza a Monseñor y, a un señor, Lo metió en un escaparate. Jack era un Pilluelo, un loquillo, más que el pillo de Los barrios de abajo, no tenía sombrilla.
Un día, por sonarse los mocos, anegó la Capilla, rompió la campana, espichó los Cirios, bebió en las copas, se comió todas Las hostias y se orinó en el quicio, y sacó
De quicio al curita de la parroquia. Izó la Bandera, tocó el redoblante, la trompeta Y la matraca y haciendo alharaca se pifió Sin aliento y terminó su concierto sin nada!
Sobrevivió a los truenos y a los rayos, en Una noche de tormenta, cuando un rayo Fulminante mató a Margarita, la vaca pinta. Y, se emborrachó con El Diablo Cojuelo,
Y llegó al Cielo, después de ir al Infierno, Donde lo recibió san Pedro con un pellizco, Un coscorrón y no le dio asueto…, lo puso A la lavar todos los pisos del paraíso y a
Secar la ropa, a coser los calzones del Rey A limpiar el espejo de la Reina, y el culito Del Principito… Sirvió de paje, de cocinero Y sacó cero en todas las materias. Así, Jack,
El Travieso, cruzó la vida haciendo pilatunas, y en el desierto de las dunas se espinó un dedo y se fue muy quedo a dormir la siesta, que aún duerme como oso en invierno, ronca y ronca sin piyama y sin sombrero, bajo un aguacero que lo arrulla como a un bebé.
¡El niño este es un bebito huérfano, no tiene cargaderas y sus caderas son famosas en el barrio entero!