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“Inshallá”, dice la poeta

 

Nathalie Handal. Tomada de: nathaliehandal.com
Nathalie Handal. Tomada de: nathaliehandal.com

María Paz Guerrero (*)

Cuando dos amantes anónimos se encuentran e indagan por sus identidades, uno de ellos dice: “en la línea del enemigo, no pronuncié / mi nombre correctamente / y fui exiliado”. 

¿Para qué hablar de poesía en tiempos de convulsión? Acaso el verso puede decir algo sobre la sublevación de Egipto, la locura de Gadafi o la desolación del pueblo japonés? 

Una respuesta propone la poeta de origen palestino Nathalie Handal, reseñada por el New York Times como una de las voces femeninas más representativas de la poesía contemporánea. 

Lo mejor es que estuvo acá, durante el festival de poesía de Bogotá a fines del año pasado, y revolucionó los tediosos recitales con su presentación. No leyó sus poemas: primero se paró de la silla, luego los dijo de memoria, en inglés, con un tono neutro y sin aburrir a un auditorio demasiado acostumbrado a las voces quejumbrosas de los que suelen recitar poesía. Dejó al público atónito no sólo por su belleza física sino por la fuerza de un texto que, aun si no se entendió todo su significado, mostró la potencia de un ritmo, una dureza, algo que había que descifrar. 

Es que Handal habla desde su experiencia del exilio y de la patria perdida. Nació en Haití, tiene 42 años, ha vivido en América Latina, El Caribe, Estados Unidos y Europa. Sus poemas han sido traducidos a más de 15 idiomas y figuran en prestigiosos periódicos y revistas literarias.

La labor de esta intelectual y artista comprometida la ha llevado a dar a conocer el potencial creador de la mujer árabe, a través de la antología de poesía femenina  “The Poetry of Arab Women: A Contemporary Anthology”, con la cual se ganó el premio  Pen Oakland/Josephine Miles. 

En Colombia ha sido traducida y publicada por la Universidad Nacional de Colombia junto con Común Presencia Editores en una “Antología Poética”.

En un mundo donde el desplazamiento forzado es el día a día de poblaciones enteras, una voz como la de esta joven Palestina atrapa. La guerra aparece durante la intimidad del encuentro amoroso en el que una cicatriz es el recuerdo de la tortura. Nathalie mezcla el horror con la vida cotidiana, el amor con el recuerdo del conflicto y de esta manera parece decirnos que la guerra está con nosotros, siempre y en cualquier lugar: “¿Podríamos regresar / o la prisión ha venido con nosotros?”. 

Su poesía da vértigo, escrita en todos los idiomas, cada texto en inglés está atravesado por palabras en francés, español, árabe y hasta bosnio. Los poemas van saltando de  ciudad en ciudad, cosmopolitas. Para decir ese espacio perdido que se llama el hogar, el texto tiene que estallar en todas las lenguas. Porque cada idioma lleva el eco del suyo propio: ““Inshallah, diré, sí, la tierra habla árabe”.

¿Pero cómo es la relación con su patria si usted vive en Estados Unidos y escribe en inglés?, le pregunta un joven. Entonces ella cuenta que cada año va a Palestina y en ese viaje se llena de motivos porque su verdadero hogar es el poema.

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