El Magazín

Publicado el elmagazin

Hipótesis sobre un jugador de billar

Flickr, Conan
Flickr, Conan

Juan Villamil (*)

No habría pensado en los desenlaces de su familia como en un juego de ajedrez si no fuera porque la noche del día de los muertos se encontró con que su esposa le había escondido las bolas. Puedo dar fe de que a él eso, la acción premeditada por la que su esposa habría escondido el juego de bolas de marfil, no le causó ni el espanto ni la ansiedad que muchos le adjudicarían más tarde. Nada más equivocado. A él esto le pareció, al contrario, una actitud normal; algo que haría, en fin, casi cualquier esposa del mundo. Sin embargo, sospechó en la falta de atención a los detalles –el pomo de la puerta del clóset permanecía girado, el lomo del cajón de madera sobresalía derramando una sombra poco habitual– que su esposa no quería esconder sus bolas, sino que había pretendido poner a prueba la veracidad de su trastorno. A eso sí que no podía responder con una sospechosa tranquilidad, ni aún con sus normales espanto y ansiedad. El mal ocultamiento de las bolas era una estridencia de cuerno que lo exhortaba a pelear. Considerando su ubicación jerárquica dentro de la casa, que había sido suya en principio pero ya no le pertenecía más, optó por combatir a la manera de las guerrillas. Usaría para su propio beneficio los efectos de una cotidianidad implantada por los años, y esa, había aprendido con la experiencia, es la tortura más eficaz. Como si nada pasara entre los dos, él continuó asistiendo cada tarde al salón de juegos que había instalado en el sótano de la casa. Ella, como si nada pasara entre los dos, fingía ignorar que el reloj daba las 5 y debía bajar a depositar sobre el paño las tres bolas de marfil recién pulidas. La cotidianidad, que se esconde adentro de un caballo de madera a punto de ignición, se encargaría de entregar la victoria al más resistente de los dos. Al hombre trastornado que nunca perdonaría a su esposa el ocultamiento de las bolas. O a la esposa embalsamada de un hombre trastornado.

—————————————–
(*) Colaborador.

Comentarios