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Emergentes XXXVI: Electric Sasquatch, una experiencia mítica

 

Katherine Morales

Oír hablar de Electric Sasquatch es algo común en Cali, al menos cuando se trata de bandas reconocidas de la ciudad.

Se hicieron más notables no sólo cuando su música apareció como algo innovador sino también por sus atuendos durante las presentaciones en vivo: hombreras y chalecos de pelo haciendo alusión a animales y las caras pintadas como quienes realizan un ritual. Sus referentes míticos se manifiestan desde su nombre, el sasquatch, o pie grande, animal que legendariamente habitó los bosques americanos, y el mito de Buziraco, en el que se dice que un demonio de este nombre vivió en el cerro de las tres cruces de Cali. Todo esto puede llegar a percibirse luego de indagar por las motivaciones de su proceso creativo. Sin embargo, Electric Sasquatch no es una banda que a primera escucha intimide con conceptos pesados y sonidos sobrecargados. Por el contrario, es una banda que invita a seguir conociendo su trabajo y ha sabido posicionarse muy bien como productora de rock, tanto local como nacional.

Su sonido, a lo mejor por el bagaje conceptual que lo sostiene, es sólido y característico, propenso a ser catalogado como rock psicodélico, alternativo o experimental (vale la pena resaltar que estos conceptos resultan ser muchas veces intentos fallidos e innecesarios para catalogar la música). El acompañamiento de la armónica en algunas de sus canciones y las letras en inglés le dan un sentimiento anglo a su música, así como algunos otros toques, como los arreglos de voces, dejan ver sus influencias de bandas como Pink Floyd.

Electric cuenta con un sonido particular que se da gracias a la unión de amigos de la infancia, quienes deciden empezar a hacer jams y fueron encontrando un sonido propio. Su primer álbum, Electric Sasquatch, grabado en Bogotá y lanzado en el 2014, cuenta con siete canciones (de aproximadamente seis o cinco minutos cada una) y un documental (o falso documental) titulado Facing de Buziraco. Este primer álbum les abrió el camino para tocar en festivales y hacer una gira por México.

Su más reciente trabajo, Aquarimantima, está inspirado en el poema de Porfirio Barba Jacob y da cuenta del nuevo concepto de Electric, el cual va acompañado de un vestuario específico que usan en algunas de sus presentaciones en vivo, en el que cubren sus caras con máscaras refiriéndose a “seres subacuáticos sin rostro”. El lanzamiento de su próximo disco está planeado para el próximo año, así como nuevos videoclips y, seguramente, más toques y festivales.

Aunque el recibimiento de su nuevo álbum es impredecible, por ahora lo que deja claro la banda es que se arriesga en sus propuestas musicales, cuenta con conceptos visuales y de vestuario que la diferencian de otros grupos y se da la libertad de experimentar nuevos sonidos. “Aquí en Cali, particularmente, las bandas con las que nos llevamos bien y que son bandas amigas que se están moviendo, cada una tiene su libertad y experimenta como quiere. Todos jugamos un poco con lo que queremos hacer y no estamos pensando en la finalidad de un producto, sino simplemente en que esta es nuestra obra y ya, vamos a defenderla y a apostarle en vivo”, añade Alejandro Orejuela, baterista y voz de la banda.

Electric Sasquatch está formada además por Jonathan Betancourt (guitarra, armónica), Lucas Orejuela (teclados) y David S. Millán (bajo), quienes en su presentación acústica realizada en un restaurante del barrio San Antonio, en Cali, lograron reunir a un grupo de gente a su alrededor, todos con expresión de satisfacción y orgullo por estar presenciando el toque de una muy buena banda local que se permite sonar innovadora y se vuelve memorable. Los sasquatches, no sólo de Cali sino de todo el país, van en aumento y se han ido sumando al recibimiento positivo que ha tenido la banda hasta ahora, y que seguramente seguirá teniendo en sus proyectos futuros.

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