Fernando Araújo Vélez y Alejandro Araújo Larrahondo
A nosotros nos enseñaron a temerle a la muerte; ellos nacieron viéndole el rostro todos los días, y sin ese miedo la asimilaron y ya no les importa matar o morir.
A nosotros nos educaron en las leyes; ellos supieron desde siempre que las leyes son maleables, y que se compran y se venden, y las compraron cuando las necesitaron, y las cambiaron a su antojo cuando ya no les sirvieron, pero fundamentalmente nacieron sin más ley que las de la familia, y a sus leyes las llamaron códigos. A nosotros nos atafagaron de mandamientos: amarás, no robarás, no desearás; para ellos los únicos mandamientos son vivirás, acumularás y comprarás. A nosotros nos aleccionaron con vivir para el futuro; ellos viven el presente. A nosotros nos infundieron culpas y nos amenazaron con el infierno en vida si no obedecíamos y el infierno después de la muerte si pecábamos; ellos viven libres de culpa porque las han heredado todas, y libres de infiernos porque nacieron en un infierno.
A nosotros nos colgaron un horario; ellos son su propio horario. Nosotros nos jactamos de bellas palabras como libertad, solidaridad, respeto, amor, prudencia; para ellos sólo importa una: poder. A nosotros nos vendieron apartamentos, casas, fincas; ellos las compraron. Nosotros vivimos en la superficie; ellos, en una prisión protegida por guardias que hacen parte de su nómina, desde donde negocian, mandan matar, se protegen, se desamparan, se traicionan, aman y odian. Nosotros fundamos periódicos y radios y televisiones; ellos consignan para que esos medios digan lo que les conviene. Nosotros nos ufanamos de nuestros libros, pinturas, películas y discos; ellos le pagan por debajo de cuerda al artista más renombrado para que les pinte un cuadro del Divino Niño Jesús. Nosotros intentamos dejar un legado; ellos impusieron su cultura de camionetas, oro, estridencias, vivezas y yo no me dejo.
Nosotros conversamos y discutimos; ellos deciden. Nosotros jugamos; ellos compraron los juegos. Nosotros creamos las instituciones y nos desgañitamos hablando de democracia; ellos las infiltraron y se las apropiaron. Nosotros multiplicamos la burocracia; ellos la aprovecharon. Nosotros inventamos una policía y un ejército cuyos salarios oficiales provienen de nuestros impuestos; ellos los convirtieron en el más visible de sus anillos de seguridad. Nosotros les decimos mafiosos; ellos nos dicen ingenuos.