Mónica Sarmiento Duque
El secreto de sus ojos, cinta ganadora del Oscar a la mejor película extranjera, dirigida por Juan José Campanella, constituye una historia sorprendente cuyo origen tiene lugar en los sucesos desencadenados a raíz de una investigación judicial. La muerte brutal de una joven maestra que gozaba al reunirse al medio día en su casa a ver con su esposo la serie norteamericana Los tres chiflados marca el comienzo de una historia que produce vértigo emocional.
El posible desenlace judicial de un crimen cometido en Buenos Aires en la década de los años setentas es el punto de partida y de llegada a una historia bien realizada, dramática y expresiva que pone en evidencia el relativo papel de la justicia en la Argentina en tiempos de Isabel Martínez de Perón.
Este argumento aparentemente sencillo se enriquece con la inclusión de temáticas como la diferencia de los mundos sociales, la idea de élites intocables y el temor reverencial al poder ejecutivo y judicial. Se destaca también la magnífica mezcla de ficción y realidad con manejos de tiempos y espacios que muestran que el presente, el pasado e incluso el futuro están entrelazados con emociones muy fuertes.
El caso Morales constituye una excusa magnífica para mostrar los abusos del poder, los desmanes de la justicia y las acciones que a modo propio buscan las víctimas para justificar la revancha.
Además de sus excelentes roles, los actores de El secreto de sus ojos logran a través de las diversas miradas penetrar el alma de los espectadores. Se dan cita la nostalgia, la alegría, el odio, la venganza, el deseo, la pasión y el amor. Justamente esa mirada de amor es la que hace que Benjamín Espósito el protagonista se obsesione por ayudar al viudo a encontrar al verdugo de su esposa.
La mirada, como espejo del alma representa una bella metáfora de los sueños, las ilusiones y los temores de sus protagonistas que se mueven entre el presente de un hombre pensionado que decide dedicar su tiempo a escribir la novela sobre un caso judicial en el cual participó activamente en una historia ocurrida en su pasado afectivo y laboral.
Reconstruir la historia es una manera legítima de reconstruir la vida cuando se ha tenido el silencio como cómplice de un gran amor. La vida cotidiana de un Buenos Aires inmortalizado en cientos de películas y libros, mantiene su frescura a través de una producción impactante que permite evidenciar una verdad de a puño.
Nadie cambia sus pasiones, como le sugiere Sandoval el amigo de Espósito el protagonista. Por esta razón un estadio de fútbol con los hinchas del Racing de Avellaneda enloquecidos cantando el gol de su equipo, constituye el escenario ideal para atrapar a un criminal que no había sido capturado antes por no haber pensado en algo tan argentino como la pasión futbolista. Lo obvio es aveces invisible.
En la justicia no hay casos cerrados. En la mente y en el corazón de los protagonistas de esta producción hispano-argentina se develan los fantasmas, las cuentas pendientes, los desafíos que supone para un empleado de banco superar el asesinato de su joven mujer.
La película logra conectar muy fuertemente al espectador a través de diálogos oportunos, palabras de reflexión e imágenes claras que lo atrapan en los más de 127 minutos de proyección. Maravillosa actuación de los actores Soledad Villamil, Ricardo Darín y Guillermo Francella que resaltan escena tras escena el espíritu argentino de esta cinta.
Es una bella lección de la vida. El presente nos obliga a mirar hacia adelante, no obstante, el pasado tiene cuentas pendientes por resolver, a las cuales nunca se llega tarde. Se recomienda ir a presenciar cómo la novela se convierte en catarsis de una historia tan profunda y enigmática como las miradas que a lo largo de la cinta se cruzan sus protagonistas.
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(*) Colaboradora.