El Magazín

Publicado el elmagazin

El ruido que aún sigues causando

 

 

 

 aruido548799_1363435060

Luisa María Rendón

Pasé por un bar para olvidar que el ruido ya no tiene tu nombre. Cuando soporté mi cuerpo en la silla supe de inmediato que mi presencia en el lugar iba ser tan incómoda como el mismo motivo que me había llevado hacia él. El primer trago y de primera impresión tu presencia sentada a mi costado; varias sonrisas,  coqueteos de miradas y un poco de regocijo.  Para desgracia o fortuna no eras tú, sino el reflejo que guardó mi alma de tu cuerpo para refugiarme en esos momentos de desesperanza.

Después de coquetear con tu fantasma y olvidar el motivo por el cual había llegado a ese bar, sorprendí a mis pulmones con un cigarrillo que no hizo más que relatarme la tristeza de un humo que se esparce por el cuerpo como si fuera la metáfora del amor.  Ahí comprendí que zafarme de un recuerdo es tan absurdo como intentar ignorar que se respira para soportar la vida.

Mi estadía no duró más de media hora, era de esperarse. Desde que tu vida hizo un espacio entre  tu tiempo y el mío, las cosas parecen ser mucho más apresuradas. Sorprender a un corazón con las letras ya no basta, sujetar una cintura para traerla hacia mi cuerpo  no busca ser un llamativo placer y buscar una boca con tu forma ya dejó de ser uno de mis momentos preferidos.

Perpetuar tu recuerdo se ha vuelto tan innombrable que en las noches los versos que describo en mi mente se dirigen hacia tu olvido.  Pareciese ser que busco sin saberlo no volver a los lugares que frecuentábamos,  ni busco nombrarte en conversaciones para no sentir que el frío se transforma también en palabras y no sólo se siente en la piel.

Hoy confieso que  tu ausencia prematura me hizo un paro en la vida pero no en los sueños. La vida pareciese confrontarme con tu abandono mostrándome que hay espacios en los que puedo volver a encontrar tu amor pero no tu presencia. Es por eso que ahora entendí que estas letras ya no hacen parte de mi amor incondicional hacia ti, sino de mi olvido que se transforma en algo que amo y a veces no soporto por la facilidad que tiene para desnudarme el alma.

Al salir del bar hubiese pensado en otro momento en llamarte y proponerte cualquier excusa absurda para que ocuparas mi soledad con un poco de tu mirada, pero si después de llenarme los pulmones de humo aún seguía pensando en llenar mi vida con tu ausencia significaría que ni el trago ni la nicotina habían hecho algo bueno en la noche, así que decidí postergar de nuevo la llamada, como en todas las noches. Y así va pasando el tiempo, yo frecuentando el norte y tú el sur, yo buscando huir en el ruido y tu situándote en la memoria, yo buscando un grito diferente y tu llegando con el recuerdo del orgasmo.

 

 

Comentarios