El Magazín

Publicado el elmagazin

El Eje Tomado

(Homenaje al Centenario de Julio Cortázar)

Darío Hidalgo*

Nos gustaba el Eje Ambiental porque guardaba los recuerdos del Maestro Salmona y del cambio de milenio. Nos habituamos a transitar por él en bus de TransMilenio, mientras observábamos a peatones y ciclistas, porque había espacio suficiente para no estorbarse. Nos gustaba ir hacia las 11 de la mañana porque más temprano los buses iban muy llenos. 

Cómo no acordarme de la distribución del Eje Ambiental. El lado de la Plaza de San Victorino que fue recuperada en 1999-2000 de una ocupación ilegal de varias décadas y se re-abrió como espacio público. Pero poco a poco se volvió a llenar de vendedores ambulantes,  sin que si hiciera mucho por reubicarlos. El sector de la Carrera 10ª muy desordenado porque seguían circulando miles de buses y busetas a pesar de la reciente construcción y puesta en marcha de otra troncal de TransMilenio.

La zona frente a la antigua Gobernación y el Ministerio de Agricultura, con sus edificios neo-clásicos y republicanos de una época que Bogotá se quería parecer a París. La Estación Museo del Oro, cerquita de los principales destinos del centro histórico –y era la que nos gustaba usar. Los negocios florecientes, incluso de cadenas de restaurantes famosos, entre la séptima y la quinta. Y los grandes espacios en el sector del Parque de los Periodistas.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Vimos en el periódico un anuncio que el Eje sería peatonalizado y los buses de TransMilenio no circularían más por allí.  El anuncio era impreciso, porque no decía cuándo ni cómo. Unos meses después quitaron algunas de las rutas, las que venían del norte. Afortunadamente aún dejaron rutas que venían del Portal de las Américas.

Le dije a Irene:

-Tenemos que cambiar nuestro itinerario, han quitado la ruta que nos sirve para ir al Museo del Oro. Hay que hacer trasbordo en la Jiménez.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que viajar un poco más temprano.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos estábamos acostumbrados al viaje directo y la Estación de la Jiménez vivía repleta. A veces los buses se demoraban mucho y pensábamos que nos iría mejor a pie.  Pero somos viejos y caminar largo nos cuesta trabajo.

Encontramos una nueva rutina hasta que leímos otro anuncio. Los servicios serían suspendidos desde 10 de la mañana a las 3 de la tarde.

-Han quitado los buses por cinco horas -dijo Irene.  -Y anunciaron que los quitarían del todo – completó.

Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, y tiré la tarjeta sin contacto a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera usarla para ir al Eje Ambiental tomado por peatones y ciclistas.

*Exsubgerente de Transmilenio y director de Investigación y Práctica de Embarque.

Comentarios