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El arte carnal de ORLAN

ORLAN

Paula Santana (*)

“El arte carnal ama la extravagancia y la parodia, lo grotesco y los estilos dejados de lado, porque el arte carnal se opone a las presiones sociales que se ejercen tanto sobre el cuerpo humano como sobre el cuerpo de las obras de arte. El arte carnal es antiformalista y anticonformista”, sentenció ORLAN (quien exige que su nombre se escriba así, en mayúscula) en un manifiesto a principios de la década de los 90. Nacida en 1947 en Saint-Etiénne, Francia, la controvertida artista ha hecho de su cuerpo la materia prima de su obra.

A través del performance, la hibridación de su imagen con otras, mediante recursos digitales, el video y las intervenciones quirúrgicas, ORLAN cuestiona el estatus del cuerpo en contextos sociales, políticos y religiosos. Rebelándose contra los dictados de la ideología dominante que establece un canon de belleza, y convencida de poder esculpirse a sí misma, entre 1990 y 1993 dirigió las nueve cirugías plásticas que se hizo en el rostro.

Consciente y anestesiada sólo de manera local, orquestaba lo que sucedía en el quirófano. “Transformé por completo la estética del lugar. El equipo médico vestía trajes diseñados por Paco Rabanne, Isemi Ake, Lanvu y otros diseñadores. Las cirugías fueron grabadas y transmitidas en directo en distintas galerías y centros culturales. Mientras yo leía textos políticos, psicoanalíticos y filosóficos, sonaba música a mi alrededor”, afirma orgullosa de su trabajo.

Los dibujos que hizo con su sangre, los impactantes videos, las fotos y algunos textos que fueron recopilados en el Manifiesto del arte carnal salieron del quirófano para convertirse en comidilla de la prensa. “Los medios han dicho lo que han querido. Que quería parecerme a modelos de las pinturas de épocas pasadas, que quería ser la mujer más bella del mundo e incluso que me había hecho 164 cirugías”, afirma ORLAN, que por el contrario, ha ejercido su libre albedrío para reinventarse y crear miles de versiones de sí misma.

“La belleza es el resultado de factores geográficos, culturales y sociales, por eso me centro en presentar otras imágenes que no estén en la categoría de lo que consideramos bello. Me hice poner en las sienes dos implantes que normalmente se ponen las mujeres que quieren resaltar sus pómulos, para rebatir la imagen impuesta por los comerciales, la televisión, el cine, etc.”, explica y asegura. Transgresora y radical, su obra propone un cuerpo desacralizado y disidente, libre de los prejuicios más rutinarios y capaz de abrazar el goce.

Se declara abiertamente feminista y comenta: “Siempre lo más difícil de soportar es que una mujer haga lo que quiera con su cuerpo, no lo que se espera que debería hacer. Queremos tener un cuerpo y poder gozar de él más allá de lo que nos enseñan”.

Después de las intervenciones quirúrgicas, que han opacado parte de su obra artística, ORLAN quiso hacer un trabajo de apertura y de acogida de otras culturas. En la serie Self-hybridation, funde su imagen mediante técnicas digitales —en ocasiones escultóricas— con representaciones precolombinas y africanas, lo que da como resultado autorretratos mutantes. Al transfigurar su rostro con rostros de otras civilizaciones que formularon cánones de belleza distintos, la artista sugiere que todos somos un híbrido, derrumbando los muros entre los sexos y los colores de la piel.

“Las ideas encarnadas por ORLAN son perturbadoras porque trastornan los últimos reductos del monoteísmo, sus prohibiciones, sus límites: tenemos el derecho a reinventar el cuerpo humano”, afirma Lydie Pearl en Artes de la carne. En efecto, para esta polémica feminista inscribir su espíritu en la carne es su único mandato.

La exposición Hibridaciones y refiguraciones, una serie de fotografías y videos que hacen un recorrido por el trabajo de ORLAN de las últimas décadas, estará hasta el 2 de julio en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.

En la calle 24 Nº 6-00. Tel: 286 0466.

* (Periodista cultural de El Espectador)

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