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De la galaxia para el mundo: David Bowie

 

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Ángela Martin Laiton

No, camaleónico es errado, porque no se adapta sino transgrede, y para transgredir hace falta creatividad, fuerza, inteligencia. Irrumpir en los conceptos, en el habitus, extrapolar cualquier expectativa, incluso la propia. Estamos por tanto hablando de lo cambiante, indefinible e incasillable, estamos hablando del trabajo artístico de David Bowie.

Ante la impaciencia de miles de espectadores, sale un personaje andrógino, con el cabello rojo como la superficie de su planeta natal, viste estrafalariamente y parece tener un color diferente en cada ojo.  Wonder if he’ll ever know, He’s in the best selling show is there life on Mars? Dice Ziggy Stardust en el universo kook que habitó este no-humano que compartía el cuerpo de un tal Bowie.

Transcurrían los años cincuenta y el pequeño David Robert Jones ya era un melómano declarado, famoso en la escuela por sus actitudes histriónicas y su percepción musical, vagando en la interpretación instrumental y explorando hasta el último LP de su casa. En sus primeros pinitos musicales quiso llamarse David Jones, pero el nombre artístico ya existía y nuestro personaje en el fondo sabía que no sería como ningún otro músico de su tiempo.

Pasó el tiempo y tras estar en prueba y error entre muchos experimentos musicales, a finales de los 60 nacería Space Oditty y desde ahí cada día su música ganaría más reconocimiento, es en esta carrera musical donde el polifacético Bowie no pararía de mutar.

Kook, queer, gay, bisexual, deconstruyendo hasta la propia educación de su hijo Zowie a quien en 1971 le dedica “Kooks” advirtiéndole acerca del posible matoneo que recibiría por ser hijo de este par de raros que hacían pareja junto con la que era entonces su esposa, Angela Barnett; y es que Bowie no terminaría de aclararle nunca al mundo nada sobre su sexualidad porque cada una de sus etapas musicales estaría permeada por el universo histriónico que habría creado para los personajes que lo acompañaron durante su carrera. Esa performatividad constante le dio a Bowie la licencia para reinventarse en cada una de sus fases. Ser Ziggy Stardust y venir de marte, The Halloween Jack o Aladdin Sane, ponerse ropa que fue creada para las mujeres y salir a la calle a replantear los géneros. ¿Quién es David Bowie? ¿Qué es David Bowie?

Luego de enloquecer a la prensa, que ávida de una historia mórbida va irrumpiéndole la privacidad a las personas, ¿fue acaso su histrionismo también un perfecto caparazón? Dentro de esos universos paralelos, imaginarios y artísticamente construidos fue dando diferentes razones acerca de su vida privada, retractándose y diciendo: no, disculpa, el anterior no era yo, era mi personaje.

Bowie nos deja una discografía llena de nuevas percepciones acerca de cómo crear y habitar la música, el padre del glam rock, proclaman muchos, porque vino a darle una estética irreverente al mundo de los chicos malos y re machos que solo portaban el negro; no el punk, es el punk lo que era suyo, proclaman otros tantos, que son refutados por los más radicales que lo botan al universo pop y sus creadores. Y en esa eterna abstracción mutante que nos entregó incluso en la oscuridad del “Blackstar”, yo prefiero parafrasear “Está el old wave, está el new wave y está Bowie”

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