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Contra la música popular

Flickr, Delphine Devos
Flickr, Delphine Devos

Stanislaus Bhor (*)

En respuesta a “Diatriba contra los herméticos”, nota aparecida en El Magazín de El Espectador.

Estimado agitprop e improvisado crítico de la poesía hermética, cordial saludo. Su diatriba contra la abstracción de la poesía actual contiene algunas observaciones agudas, pero estimo que algunos puntos de la exposición sólo llegan a ilusiones ópticas. Para atenuar las reacciones de los potenciales lectores aludidos por su artículo, dice ser músico, y veterano, o adulto mayor; no especialista sino espectador-crítico desde la tribuna de la poesía, en todo caso. Con respecto a ello, que sea usted músico no agrega ni modificará el contenido de su diatriba, salvo que usted se dirija a las nuevas generaciones menores de 30 años desde la sapiencia alcanzada en la edad provecta (lo que le autorizaría y obligaría a fundamentar lo dicho). Tal vez la edad puede importar, siempre que usted ponga de antemano una precaución: que el tema al tratar es de por sí un anacronismo (la poesía). Por el contrario, lo agita como si fuera un tema de profunda urgencia.  Y porque también lo creo, que es urgente (una forma de exagerar en estos temas que a nadie importan en el fondo) respondo al juego de su diatriba y rebotaré el balón incendiado en otra dirección.

Poesía literal y poesía hermética

Antes de entrar en detalle, hay que recordar que la poesía escrita no está obligada a la claridad. La claridad, entendida como el significado literal. Esa claridad que usted pide a los poetas para que expresen el sentir de un pueblo, es un trapo sucio que todos se pasan de mano en mano diciendo que la poesía es la servilleta de la pedagogía, o del nacionalismo. Nada más demagógico que la función social de la poesía. De ello se han aprovechado los patrioteros y las ideologías acérrimas del siglo pasado (que la usaron para propugnar sus directrices). Con ese trapo los patrióticos, los draconianos, los parnasianos, los centenaristas, los comunistas, los nazis, los mecanicistas se limpiaban las comisuras después de cenar en banquetes de campaña presidencial.

Las características básicas de la poesía son la brevedad, las unidades semánticas contenidas en cada verso y el estilo (elegíaco, erudito, irónico, amoroso). A esto hay que añadir el ritmo, que se mide por la frecuencia de acentos en las palabras. Por eso un poema en nuestra lengua se siente en el oído (y lo apreciarías con métrica, si la estudias). Si hay mejores escritores que otros, es porque tienen mejor oído. En poesía, el trabajo consiste en concentrar significaciones en un verso (metáforas, símiles, hallazgos, sinestesias, hallazgos), que multiplicará la mente del lector en varias direcciones. Por contraste, la narrativa consiste en expandir. No hay que olvidar tampoco es esta trivialidad: que todos los poetas son distintos. Y que la poesía no es necesariamente lo que se escribe en versos, de para abajo.

¿A qué poetas y poesía increpa usted en su diatriba? Dice que a los herméticos y a los que no tienen ritmo, lo que resulta una generalización. En principio, pareceríamos de acuerdo hasta aquí (yo también pienso que el principal problema de la mayoría, ya no solo poetas, sino escritores, es que están sordos). Pero tomemos el hermetismo, entendido como aquellas formas cerradas que no arrojan significado más que para el autor, en apariencia. Que uno no entienda un poema no quiere decir que el poema esté vacío de sentido. Un poema tampoco se entiende con la razón y el silogismo. Y tampoco se escribe para todo el mundo, aunque cada poema tenga una vocación universal. El poema surge de una interpretación simbólica (la del poeta), que contiene una imagen (el poema), que produce una nueva significación (al lector). El poema es también un signo. La poesía es la esencia del poema, no el poema en sí, siguiendo a Wallace Stevens. Esto hace suponer  que el pensamiento es anterior a la expresión, o que el pensamiento antecede a las palabras habladas y a la escritura misma. Las palabras se usan para trasladar una parte ínfima del pensamiento a versos, libros, o voz. Pero el pensamiento total que está en la cabeza de un hombre es indecible. La experiencia poética entonces está antes de la expresión, y es un hallazgo, si se prefiere, que toma el poeta y lo convierte en poema, si cuenta con un poco de suerte y mucha disciplina. Si aceptamos eso, que la poesía está antes del poema, hay que hacer entonces una advertencia: la poesía no le pertenece sólo a los poetas. La poesía no es entonces sólo lo que se escribe en una hoja, de para abajo. Es una forma de sensibilidad de las personas. Ser sensible es dejar que el mundo influya en ti.

¿Cómo influye el mundo en los poetas de hoy para que hagan la poesía que fluye en los corrientes? Si pudiéramos responder a esa pregunta, tal vez sabríamos cómo funciona la poesía actual. Pero es un trabajo casi monográfico y esto es un blog.

Poesía y música popular

Resulta notable que enarbole usted la bandera de los músicos como último bastión que le queda a la poesía. Estamos de acuerdo, parcialmente. Menciona usted el desastre de la música masiva. Muchos olvidan que la música es poesía (sobretodo quienes la hacen) y que la más popular de las expresiones poéticas, la música, contiene la identidad de los pueblos.

El tango surgió del desarraigo en el sur del continente. El blues del lamento y la desesperanza en el norte. La ranchera y sus trompetas, de una guerra civil mexicana. Sin embargo, los músicos y músicas que usted menciona como ejemplos de poesía concreta (cantautores hispanoamericanos) son ejemplos de cantores con públicos minoritarios. Tanto o igual ocurre con los poetas que publican libros, y los lectores de esos libros: que son minoría.

Otro aspecto que señala, solo de paso, es el desastre que se oye en los buses y las cantinas hoy. Es una queja que también comparto. Pero sugerir que la poesía hermética no es poesía equivale a decir que la música popular comercial no es música, ¿no?

Perdonará la digresión un poco extensa y especulativa, pero es un intento de ver en detalle lo que dice la música masiva popular de hoy.

Reguetón: chocho, glúteo, teta, nalga

La música mayoritaria, la más popular de cada país, es la que mejor expone la idiosincrasia. Y precisamente, a la música de hoy (la más oída y coreada y difundida), es a la que debemos la falta parcial de oído y la carencia de expresión poética. La música parece condenada a la fábrica del literalismo, donde se la convirtió en placebo para las fantasías sexuales, económicas, vengativas, y se ha despojado de toda expresión poética. Pensemos, por un instante, en ese subgénero degustado por millares de jóvenes, llamado reggaetón (reguetón). Es un ritmo de aires africanos que se ha popularizado en américa latina y el caribe, no solo en Colombia. En los buses, en las tiendas, en la radio, en la televisión, en internet, en los colegios, las audiciencias más jóvenes, trepidan, convulsionan y estremecen sus cuerpos con reguetón. A otros nos estremecen y causan intriga sus letras. Y sin embargo esa canciones contienen las dos exigencias que usted en plan de crítico amateur exige a la poesía: literalidad (transparencia expositiva) y ritmo: una solicitud de favores sexuales en un reguetón es explícita, y en términos de ritmos corporales, se simula; los movimientos ilustran la canción. Haga este ejercicio: si usted reproduce un video de reguetón pero tiene la precaución de eliminar el sonido, se encontrará con una prueba más del darwinismo que nos recuerda haber bajado de los árboles un día. Pruébelo. Elimine el sonido, y quédese sólo con las coreografías. ¿Qué queda? Movimientos instintivos de primate: esas manos, esos encorves de espalda como recogiendo bananos, o teniendo sexo con ropa, ¿a qué se parecen? A lo que el cantor dice. Literalismo puro, sin hermetismo, transparencia.

Creo que tal vez la poesía de ese ritmo esté justamente en esos movimientos periféricos y vaporosos, en la extroversión, el la exposición pública de la intimidad, que sugieren las letras y los coreógrafos. Hablar libremente de sexualidad en una sociedad que aun no resuelve que el aborto es un problema de salud pública y no de dios, es un gran progreso para una sociedad aun pacata, que esconde la falsa moral con discursos radicales. Celebrarla, un logro mayor.

Sin embargo, veamos ahora las letras. Sorprende que el reguetón sea aclamado por las mujeres, precisamente cuando las letras las maltratan, las menosprecian y las ubican en un lugar poco más arriba de las muñecas inflables que se venden para sexo portátil. Esta letra, una de las más difundidas, dice:

“Encienden el stereo y suena el tacón del swiming

Y ella muy sensual empieza a hacerle strip tis

Moviendo ese trasero con mucha sensación.

Diciéndole al mozo:

Papi arráncame el calzón

El malvado emocionado va y le muerde la cadera

Y ella va y le dice:

Esto es tuyo cuando quieras

Así que:

Coja, toque, jale, chupe.

Porque esto es tuyo papi para que te lo disfrutes

Después de estar caliente empieza la acción

Y eso allá volaba el brasier y el calzón.

Y ella le decía:

Ay que rico mi amor,

Por eso es que tengo a mi marido de cabrón

Hágale papito, déle sin parar

Déle como perro que mi esposo va a llegar

Lo único notable del coro es el circunloquio con que se revela la infidelidad. ¿De dónde surge esa forma de poesía popular? Al parecer las reglas del afecto en nuestra sociedad liberada. Un entorno donde prolifera la bigamia y los crímenes contra la mujer de parte de los conyugues y los embarazos no deseados, y donde las opciones para independizarse están asociadas a la emancipación del cuerpo y no de la mente. Podríamos crear una hipótesis general del amor con tales letras (ésa y otras que da pudor citar aquí). El ritmo y las letras del reguetón suenan en las emisoras radiales, en las bandas sonoras de los recreos escolares. El oído también se educa.  Si a los niños se les recrea con esa música, el oído y la mente se les educará con tal noción de “poesía”, y con sus contenidos.

¿Negaremos que sea poesía, si es literal, si es rítmica, si la corean muchedumbres? Aquí está lo que usted exige a la poesía: claridad expositiva y literalismo. Como tal la difunden las emisoras y los locutores y los profesores que tienen responsabilidad en esa difusión masiva de la música, tanto o más que quienes las hacen, en algunos casos casi analfabetas del arte. Los consumos culturales también se conducen y se explotan y se convierten en grandes dividendos. En Colombia desde 1990 el dominio del espectro electromagnético por el que se conducen las ondas de radio pasó a manos de economías privadas. Son los dueños de los emporios mediáticos los que crearon emisoras especializadas en tales subgéneros y propician el andamiaje para imponer un ritmo. No tengo nada contra las tandas de reguetón en Candela Stereo y en la red de emisoras Olimpica y Tropicana, pero si se incendiaran no lo lamentaría. Hay bemoles (lo que ha intentado Calle 13 con la fusión de este ritmo con contenidos sociales que ha convertido a su compositor en “el primer intelectual que llega al estrellato del reggaetón”), pero el género como tal no fue creado por ellos y las letras que más suenan no serán las de ellos. No está de sobra recordar que los ritmos africanos han escandalizado a occidente desde que los negreros iban a cazar humanos a costa de marfil para venderlos por toneladas de carne humana en Cartagena. Y escandalizaron, por romper tabúes, por el contacto erógeno. Hoy las coreografías del reguetón siguen los patrones del mapalé y de otros ritmos afros: se fornica con ropa y se expresa en palabras ese deseo. El baile dejó de ser un rito ancestral, para pasar a ser una expresión visual del deseo. ¿Qué distancia hay entre la coreografía del mapalé y el regetón y la champeta y el choque? La que separa los órganos sexuales de los danzantes. ¿Puede considerarse esta manifestación de la sexualidad como un escalafón para derrumbar los últimos reductos de represiones morales? La época en que nos tocó vivir, después de un siglo que lo ha visto todo (asesinatos masivos de seres humanos para fabricar jabón, vejámenes filmados en los celulares de los carceleros de Abu Ghraib, secretarias lanzándose al vacío en las torres de wall street, la esclavitud sexual en Tailandia, cine snuff donde a la mujer se le viola y se le mata en vivo), esta nueva era que se inaugura en la espectacularidad con el once de septiembre y donde prepondera la dictadura de la imagen, reclama espectáculos más pintorescos, siempre que todo parece haber (nos) sido mostrado ya: sampling, remake, serán palabras que nos ayuden a definir nuestra era de conocimiento acopiado y retransmitido.

Narcocorrido: plomo, coca, plata, muerte

Para tomar otro ejemplo de la música popular, último bastión de la poesía, podemos traer a colación ese aire que desde hace tres décadas en Colombia se popularizó en subgénero musical, inspirado en melodías mejicanas que han propagado grupos como Exterminador, Los Rayo y los Tigres del norte, herederos del corrido tradicional y del romancero y de la balada bandolera, y que han creado toda una secuela de emuladores en nuestro país.

Al subgénero lo conocemos con un mote: narco-corrido. Es una forma épica de narrar gestas de narcotraficantes. Pero también es usual oír en sus letras historias de bandidos que se mueven en un mundo sin ley, donde la vida no vale nada. Los que más disfrutan estas canciones, porque alimentan sus hazañas inútiles, porque los alude, son los propios bandidos y narcos y paramilitares, que contratan a estos músicos y compositores para que les armonicen su propia historia, y la elegía de los que mueren peleando.

Citaré una letra elemental. El gran mafioso, interpretada por Uriel Henao, cantador del Magdalena Medio santandereano, Colombia:

Desde muy niño soñaba

Con tener mucho dinero

Tener muchas propiedades

En Colombia y el extranjero

Quería cantarmela fácil

Porque pobre no me quedo

Me fui para medellin

Conocí muchos amigos

Después me fui hasta el Perú

Buscando un mejor futuro

Después pase al salvador

A negociar con los duros

Hoy tengo mucho dinero

Mi sueño se hizo realidad

Ahora soy un gran mafioso

Nunca me van a encontrar

Hoy me rio de la vida

Soy más poderoso que pablo escobar

Tengo por ahí mis caletas

Con armamento del fino

Ya se me perdió la cuenta

De cuantos trabajan conmigo

Pero aquel que se me tuerza

Lo mando quebrar ahí mismo

Tengo mujeres de sobra

De reinas hasta modelos

Me gusta el güisqui del fino

Con un buen grupo norteño

Y pa darle gusto al dedo

No me tiembla cuando quiero

Hoy tengo mucho dinero

El sueño se hizo realidad

Ahora soy un gran mafioso

Nunca me van a encontrar

Hoy me rio de la vida

Soy más poderoso que pablo escobar

Son letras para una sociedad obnubilada por las riquezas sublimadas, envilecida por las gestas de sus hampones más viles.

Parranda: Plata, putas y aguardiente

Y veamos otra letra, de un género de música popular más, de Octavio Mesa, el fallecido y emblemático cantante popular de Antioquia, reivindicado como “maestro” por uno de los ídolos de la industria pop actual, Juanes, y quien dejó en sus letras una connotación de la mujer humillada, una exaltación a la violencia extrema contra todo (hombre, naturaleza y animal) y una forma de ver la extracción del mundo como un ideal de desarrollo feudal:

soy campesino de los berracos

y soy arriero de profesion

me importa un culo y no me interesa

yo no motivo a ningun guevon

cruzo caminos arriando mulas

tomando trago y comiendo frutas

de las mujeres desengañadas

no me enamoro ni por el putas.

uso alpargatas y buen machete

y nunca he sido un consentido

pues no me apego de lo que tengo

ni de este mundo gran malparido.

soy un arriero de berraquera

y solo creo en cagon

no he sido chivo de ninguna perra

ni mucho menos pa’ ser cabron (bis).

apure el paso mula hijueputa

que ya muy pronto va a anochecer

en la posada me esta esperando

el aguardiente y una mujer.

en una enjalma yo aplasto el culo

a tomar trago y a tocar guitarra,

solo me acuerdo de una malparida

que por poquito casi me agarra.

ahora si cojo camino arriba

no te me quedes mula peorra

ni por el putas tumbes la carga

por que te mato mula cacorra.

soy un arriero de berraquera

y solo creo en cagon

no he sido chivo de ninguna perra

ni mucho menos pa’ ser cabron (bis).

Expresión de una sociedad rural, de pioneros, baladronera, ambiciosa y machista: la sociedad antioqueña que acabaría por delimitar los caminos de los emergentes y trepamundos que incursionaron en el narcotráfico. Sin embargo, cabe preguntar, ¿es eso poesía? ¿Por qué deberíamos aceptar que sí, y por qué no? ¿No son letras transparentes, claras, sin retórica, que expresan claramente lo que quiere el poeta-cantor; no alude al mundo del oyente, no está cantada y en boca de todos como los cantos de los juglares? ¿Deberíamos censurarla acaso si consideramos y probamos por algún medio que no se trata de poesía? ¿No es la música la expresión última de la poesía y de la idiosincrasia? Los tres géneros citados comprenden los gustos eclécticos musicales de gran parte del pueblo colombiano. Excluidos quedan el vallenato, el despecho, la salsa y las músicas de subculturas. Sería injusto menospreciarlas si desconocemos sus orígenes. ¿Cómo se llegó de los cantos de vaquería, origen del vallenato, a Villasón, Celedón? Ahí también podría explorarse la decadencia de un género.

La música popular está situada sobre la idiosincrasia de los pueblos. En ella está la forma como amamos (cómo expresamos el amor), cómo tratamos a las mujeres, cómo vivimos la sexualidad, con qué soñamos, qué nos entristece, qué nos alegra, qué merece ser recordado. La música es una muestra del tipo de sociedad en que vivimos. En ella está expuesta la vida, mejor y más clara que en los poemas de Gómez Jattin, que sólo expresan su dolor y su experiencia individual de la vida y de la locura.

Poesía, lectura y hermetismo

La poesía surge también de la oscuridad, del abismo humano, de la tragedia de vivir en una sociedad que tiene todos los medios para comunicarse y aún así sigue sola, cacareando mensajes telegráficos bajos las incesantes fotos de facebook. Esa poesía multitudinaria de falsos fines sociales que usted exige en su diatriba solo la encontrará en los chovinistas poetas oficiales de la corte de sátrapas que nos han gobernado. Si no hay poesía en nuestra música popular, es porque en nuestra sociedad no se vive poéticamente. Lo cual no es urgente ni necesario, porque ninguna sociedad antigua y culta ha sido poética en su totalidad. La poesía es una construcción individual, una experiencia interior, subjetiva que surge de la experiencia individual.

Antes de acabar, detengámonos en la poesía escrita en libros y su difusión. Supone usted que la ausencia de lectores de libros poéticos obedece a la oscuridad de los versos, y sugiere que esto significa un desprecio de la poesía por los lectores. Pero, ¿no obedece ese abismo entre poesía y lectores a la falta de libros de poesía? Dice que los poetas no tienen lectores y que esto es culpa del hermetismo. Pero pasa por alto el sistema de edición y difusión de la poesía necesarios para que sea encuentre a sus lectores. La edición requiere tanta profusión y difusión como la promoción de una crema de dientes o de un teléfono celular. La edición de libros es un sistema empresarial. ¿Qué hace pensar que es la escritura abstrusa la que no permite la formación de públicos lectores? Para empezar a entender la poesía escrita hay que leer la poesía escrita. La falta de lectores está relacionada más con falencias estructurales del sistema educativo, desigualdades sociales, pobreza y barreras de acceso a la educación y a los libros, que con al sentido arcano de la misma. El desarrollo de competencias más complejas que el ejercicio individual de la poesía está en la formación de lectores y la complejidad de sus niveles.

Un libro de poesía publicado por una editorial menor en Colombia y que no obtiene más de 200 ejemplares de tiraje es un libro de poesía clandestino, que no se dirige a la totalidad del pueblo colombiano (más de 40 millones). Simplemente, ese tiraje no alcanza para difundir y tampoco hay canales para que encuentre a  los potenciales 200 lectores interesados en los temas de un poeta específico, por más hermético o literal que éste sea. La poesía escrita tiene poca audiencia, porque tiene pocos editores, porque tiene poca demanda, porque la gente no lee, porque la lectura no hace parte de su desarrollo intelectual ni emocional, y porque ídem: es un círculo vicioso. Escribimos en busca de una asamblea de sombras a la que llegaremos. Si pensamos en los lectores, como poetas, o como escritores de prosa, lo mínimo a que aspiraremos es a que esa comunidad reducida encuentre nuestros libros y en ellos  afinidad con nuestras ideas expresadas en versos o historias. Gombrowicz, que usted cita, llamó a la audiencia reducida de una obra humanística la Internacional del Espíritu. Ésa es la comunidad a quien se dirige el poeta: sus pares de espíritu. Los músicos trovadores que usted menciona (Serrat, Cortés, Milanés, Rodríguez) con sus letras y sus magníficos arreglos musicales lograron conquistar a una minoría que encuentra significativo lo que cantan. Casi siempre es un público determinado con un perfil específico: clase media y estudiantes universitarios con una cierta tendencia a las humanidades y a la izquierda política. ¿Por qué no llegan a la mayoría de ciudadanos sus canciones si su trabajo es bello, rítmico, poético y ejemplar? ¿Por qué sí llega a la mayoría, las letras del reguetón? Porque no pertenecen a los circuitos de la industria musical, sino a las periferias. Porque para ser un cantor popular no se requiere hacer canciones bellas, rítmicas, poéticas y ejemplarizantes. Los públicos inmensos en nuestra sociedad, no profesionalizados, ¿qué entenderán por poesía? ¿Quiénes podrían decir, sin riesgo a equivocarse, si es o no es poesía lo que canta un pueblo?

Habló usted en contra de los poetas herméticos; lo invito entonces a  imaginar ya no a la poesía, sino a ese poeta ideal que hace poesía cristalina y se auto-promociona para cautivar a las multitudes ávidas de poesía. ¿Cree usted en realidad que los poetas deben ser publicistas? ¿Cree usted en la poesía como divulgación, como espectáculo? Dice también que los lectores huyen de la poesía; lo invito a imaginar la cadena de la producción de los libros que despreció la poesía, hermética o literal, porque aunque no lo crea, en Colombia no hay canales para la distribución de la misma (pese a internet). ¿No fue por el carácter íntimo y privado de la poesía que la abandonaron las casas editoras que se lucran de la explotación de la novela como espectáculo y del novelista como showman? ¿A quién se refiere exactamente cuando menciona a los herméticos poetas colombianos? Lo que para el poeta es literal (la única forma de expresar su percepción), para el lector resulta simbólico. Volveré a insistir: las palabras no son el pensamiento, sino una forma de ordenarlo: la forma de transmitirlo. La poesía ocurre un instante anterior a la expresión. Los más grandes poetas de nuestra lengua (¿por qué limitarnos al ámbito doméstico si tenemos una lengua maravillosa y extendida?) han sido poetas herméticos. Si usted revisa de nuevo Trilce de César Vallejo, ¿puede asegurar que los haya entendido? Y si no los entendió, ¿puede asegurar que no son poesía? Ahí están, son poemas llenos de palabras simples, sencillas, y sin embargo dispuestas de una forma que se aleja de la razón sintáctica y produce tantas lecturas como lectores tenga. León de Greiff, el más barroco de los poetas colombianos, ¿es un hermético? Borges, y sus síntesis históricas hechas sonetos ¿no resulta hermético para el que no es erudito? Tablada, el mexicano y los haikús que se inauguran con él en nuestra lengua, ¿es hermético? ¿Nicanor Parra, Enrique Lihn, Reinaldo Arenas, Virgilio Piñera? En ellos hay algunas pruebas de que la poesía no se comprende con las herramientas de la razón. El corazón tiene razones que la razón no entiende, anunciaba Pascal.

La defensa de Artur Rimbaud

Cuando publicó las Iluminaciones, Artur Rimbaud recibió una carta de su madre preguntándole qué había querido decir en esos poemas. Rimbaud le devolvió una respuesta lacónica y suficiente a su mamá: “literalmente, lo que dice”. Es una anécdota muy conocida. La cito de memoria, creo que de un prólogo del traductor Nicolás Suescún, y espero no tergiversarla. En esencia, lo que contiene esa respuesta a una señora que se queja de no haber entendido el poema de su hijo es que hay una distancia entre el discurso leído y el discurso entendido, y esa distancia corre a cuenta del lector. Toda poesía es hermética, porque todo poema está encapsulado. Todo poeta es clarividente. Y todo lector de poesía debería tener la sensibilidad suficiente para abrir esa cápsula. El objetivo de la lectura de poesía (de la literatura) es la comprensión. Pero la comprensión para el lector es una conquista. Es hipótesis, aplicable a los lectores y hacedores de poesía escrita. Somos una sociedad de horrores. Descompuesta. El tejido social, como lo llaman los sociólogos, está roto. La poesía es un espejo de esta realidad. Puesto que la oscuridad se ha instalado en el mundo, la poesía no lo puede ordenar, sólo puede señalar su fractura. Merecemos la poesía que tenemos.

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(*) Colaborador, lleva el blog http://www.unahogueraparaqueardagoya.blogspot.com/

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