
Fernando Araújo Vélez *
— Hola, ¿cómo anda? Cuánto tiempo, ¿no?
— ¿Veinte años? Desde la universidad.
— Por ahí… ¿Y qué? ¿A qué se debe esta coincidencia, y en un bus?
— No, nada, venía de La Pajarera de comprar unos disfraces para una obra de teatro de mis hijas.
El abrupto diálogo terminó entre frenadas, empujones, insultos y un aguacero más. Mauricio se bajó del bus como pudo y se despidió de su antiguo amigo entre las decenas de pasajeros que olían y sabían a perro mojado. Nos vemos, se gritaron casi al mismo tiempo. Nos vemos, murmuró Luis Arturo Góngora con un dejo de impaciencia, para lanzarse un segundo después hacia atrás en busca de la puerta y de su viejo condiscípulo. El chofer del bus frenó peor que antes. Dos paradas en 50 metros superaban su paciencia. Góngora se bajó a los tropezones y cayó en uno de los charcos de la calle, pero no alcanzó a maldecir porque su perseguido le llevaba más de 50 metros. Dos cuadras más hacia el sur lo divisó mientras entraba en un edificio años 80 que parecía abandonado. Él también ingresó, a pasos de gato, y como un gato se acurrucó contra una ventana interna.
Observó a Mauricio de espaldas, sentado en un sillón, ante una mesa repleta de pelucas, unas rubias, muy rubias, y otras algo más claras. Lo vio probarse una, mirarse en un espejo de mano y después probarse otra. Lo intuyó maquillándose y después, metido en un vestido de mujer años 30. Lo notó algo más moreno que como lo recordaba. Oyó música, una especie de foxtrot, y siguió a Mauricio mientras se dirigía hacia un sofá de donde levantó un cuerpo inerme de pelo rubio también, vestido de frac, al que acomodó o abrazó para iniciar con él una infinita sesión de baile que duró dos canciones. Cuando se acabó el disco, la bailarina dejó a su pareja en el sofá y volvió a ser Mauricio. Se recostó entonces junto a él y apagó la luz. Góngora se fue, huyó, entre apresurado y sigiloso. Huyó de su pasado y de sí mismo, y lejos, muy lejos de todo, se echó a temblar.
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(*) Periodista, escritor y editor de El Magazín online. Tiene a su cargo la edición de los Lunes Festivos del periódico El Espectador.