
Leila Facchini *
Levantó el libro que estaba tirado en la base de la biblioteca. No fue fácil, estaba atorado. Libro de las Desgracias. Curioso. Lo abrió a caso y leyó: Página 1643. Capítulo 167 – Refranes.
R 189. Mala suerte en el juego… buena suerte en el amor…
José Manuel Ferro, reconocido perdedor, está sentado al final de una mesa de póker. Una última ficha que aprieta en la mano. Un deseo que, presiente, otra vez se va a quedar en deseo. Un juego imposible… la ficha en la mesa. Todo adentro.
Una carta, dos cartas, tres cartas… póker. Con fingida tranquilidad (se cansó de hacer show) y una terca esperanza, recoge sus ganancias y se para de la mesa. Cambia todas las fichas, incluida la última, sobre todo la última: un millón cerrado, como siempre.
Sale y en la puerta se lo lanza al portero, que le devuelve esa sonrisa estúpida que conoce muy bien.
Buenas noches Jorge… nos vemos mañana. El tipo lo mira extrañado ¿cómo sabe su nombre? Luego vuelve a su cerrado millón. Ten cuidado, no te sientas con suerte.
José Manuel camina despacio, tiene miedo. Algo espantoso reposa en su bolsillo, no en el derecho, no el revólver. Es lo que presiente en el izquierdo lo que lo llena de terror. Se detiene, al mal paso darle prisa*… mete la mano en el bolsillo y la siente… como era de esperarse la siente… saca su última ficha, la que lo ha hecho ganar millones de millones cerrados. Se ahorra el esfuerzo de tirarla lejos, y sigue su camino.
Recuerda ese día en que la recogió saliendo del casino, uno de esos pésimos días en que había perdido todo. Se sintió con suerte y corrió a casa donde su amada Alicia…
Hoy no corre, quisiera estirar ese espacio en un tiempo infinito… Voltea la esquina… Aparece su vecina que corre hacia él aterrada. Cómo siempre, lo abraza y le da la noticia: intempestivamente Alicia (otra vez) falleció.
Sin mediar saca el revólver, lo empuja en la oreja, y se vuela la cabeza. De pronto mañana no va a tener tanta suerte.
Divertido quiso seguir la lectura. Pobre, no se dio cuenta de que al tomar el libro dejó sin apoyo a la enorme biblioteca. Giró la página y desprevenido leyó: Capítulo – Refranes R190. La curiosidad mató al gato. De pronto, la biblioteca que cae… aplasta.
*Libro de las desgracias. Capítulo 167 – R189. Página 1567
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(*) Colaboradora.