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Bienvenida la locura de Bielsa

 

 

Marcelo Bielsa. Tomada de: http://www.uss.cl/conferencia_bielsa/ima/Bielsa1%20(1).jpg
Marcelo Bielsa. Tomada de: http://www.uss.cl/conferencia_bielsa/ima/Bielsa1%20(1).jpg

Gonzalo Medina*

Fue una locura la decisión tomada por Marcelo Bielsa de abandonar la dirección técnica de la selección chilena de fútbol. Pero no hablo de locura entendida como el desperdicio de la oportunidad de enriquecerse y de continuar con una carrera profesional que consolidó cuando con su inteligencia contribuyó al regreso de los australes a un mundial. El asunto en este caso es mucho más profundo.

 “Lo suficientemente loco”, es un cuento del escritor alemán Charles Bukowski, cuyo personaje, Chinaski, vendía por placer sus obras aunque sin gustarle mucho el asunto del negocio. En el citado cuento se refleja la característica literaria del autor establecido a temprana edad en Estados Unidos: es una prosa ordinaria, pero sin perder su genialidad.

Por otra parte, “Los siete locos” es un texto del argentino Roberto Arlt, el mismo de “Aguafuertes Porteñas”; en él, uno de los protagonistas de la historia le dice a uno de sus compañeros: “Lo que llamamos locura es la descostumbre del pensamiento de los otros. Naturalmente, como nosotros debe haber pocos…lo esencial es que de nuestros actos recojamos vitalidad y energía. Allí está la salvación”.

En este momento del artículo surge la inevitable pregunta: ¿Qué tienen que ver la determinación loca de Bielsa de renunciar a la dirección técnica de la selección de Chile y las dos citas, también sobre la locura, de Bukowski y Arlt? Para complicar más la cuestión, traigo a colación la referencia de Rafael Bielsa, hermano de Marcelo y ex ministro de Relaciones Exteriores del hoy fallecido ex presidente justicialista, Néstor Kichnner: “En este país (Argentina) llamamos así (locos) al que no transita el mismo camino que los demás”[i].

Para reflexionar sobre el carácter de la decisión tomada por Marcelo Bielsa, parto de afirmar que la locura es una manera independiente y creadora, con el talento como fondo, de expresarse la razón en una persona. Y el técnico argentino puso en ejercicio su locura y fue capaz de renunciar a privilegios y seguridades, llevado por la dignidad y por la solidaridad con el hoy ex presidente de la Asociación Nacional del Fútbol Profesional – ANFP-, Harold Mayne-Nicholls. Y no fue una actitud oportunista porque cuando el adiestrador rosarino firmó su contrato hasta 2015, pidió incluir una cláusula ética según la cual él dejaría el cargo ante un eventual cambio en la presidencia de la Federación.

Pero la locura genial de Bielsa no es de ahora, cuando determinó abandonar la dirección técnica de la selección de Chile; su permanente movimiento a lo largo de la gramilla cuando juegan sus equipos, lo mismo que su postura distante con los periodistas, con quienes habla cuando él lo estima necesario y no cuando ellos quieren imponerlo, son algunos de los comportamientos de quien a los 26 años proyectó su frustración como futbolista y se convirtió en el técnico más joven del fútbol argentino. Fue el mentís de lo que algún día le dijo Marcelo a su hermano Rafael, justicialista exiliado y secuestrado en los 70 por la dictadura militar: “hasta ahora no hemos hecho nada de nada”.

Cuando la selección chilena regresó de Suráfrica y fue recibida por el presidente Sebastián Piñera, se puso en obra la intuición de Bielsa y con ella su presentimiento de lo que vendría en la dirección del fútbol de la que fue una de las mejores selecciones durante las eliminatorias para dicho torneo orbital. El saludo frío de Marcelo hacia el nuevo mandatario empezaba así a reflejarlo; después vino la ofensiva de los directivos de los tres principales clubes del fútbol de Chile – Universidad Católica, Universidad de Chile y Colo Colo-, cuya intención era apuntalar el poder político y económico de Piñera , entre otras razones porque es el principal accionista de Colo Colo, uno de los equipos más populares de Chile y de América Latina. El presidente de Chile posee el 13% del total accionario, además de empresas vinculadas a distintos sectores de la economía. Sin embargo, sus manejos empresariales no siempre han sido transparentes porque ha utilizado información privilegiada y ello le mereció multas en dinero. El capital de Piñera se calcula en cerca de dos mil millones de dólares.

Para lograr su objetivo, Piñera, por interpuestas personas, propuso el  nombre del empresario español Jorge Segovia, quien le manifestó a Mayne-Nicholls que no estaba de acuerdo con que Bielsa continuara al frente de la selección. Antes de las elecciones, Bielsa recordó que si su amigo y compañero de proyecto deportivo, Harold Mayne-Nicholls, no continuaba como presidente de la ANFP, él se marcharía de inmediato. Y como se impuso la componenda, y fue elegido Segovia, el técnico argentino renunció a pesar de las insistencias hechas por el propio Piñera. La fidelidad tuvo la  oportunidad de brillar en la palabra de uno de los mejores técnicos del mundo.

Una cosa es reconocer la inexorable relación entre deporte y política en cualquier proyecto de Estado y de sociedad; otra cosa es echar mano de la política y de los intereses particulares para privatizar un  patrimonio colectivo latinoamericano como es el fútbol; y una cosa más, en ese mismo vínculo deporte y política, fue la protagonizada por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, al tratar de distraer la atención nacional e internacional sobre las denuncias de violaciones a los derechos humanos en su país, pateando un balón con la izquierda (¡) en plena gramilla del estadio Santiago Bernabeu, el mismo del Real Madrid.

Los vientos que hoy soplan en el  mundo, por tanto, pusieron patas arriba la relación entre política y economía. La primera, entendida como la máxima razón del servicio público, y que por tanto debe determinar el quehacer de la economía, pasó a segundo plano porque su lugar entró a ocuparlo esta última, sobre todo esa economía implacable que caracteriza al modelo neoliberal.

Necesitamos un pensamiento loco, con capacidad creativa, transformadora y, sobre todo, animado con el espíritu solidario que siempre admiraremos en Marcelo Bielsa porque cada vez que lo necesitemos, habremos de encontrarlo “lo suficientemente loco”.

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[1]Senosiain, Ariel. “Lo suficientemente loco”. Ediciones Corregidor, 2004.Buenos Aires, Pág.7.

(*) Colaborador.

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