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Afrikan Soul: “Ya los mandatarios regalando el país” (Emergentes XXXVIII)

Por: Katherinne Castañeda C.

Nacieron en un barrio bogotano de estrato 3. Empezaron con varios formatos, desde el cantante con el DJ hasta la banda con instrumentos de viento, bajo, guitarra y batería.

Esta agrupación se caracteriza por letras contestatarias cargadas de historias propias de la sociedad colombiana, letras que le hablan a la guerra, a la paz, a la educación y a la problemática social. “La gente en Colombia no debe ser ajena a sus realidades políticas, económicas, sociales, culturales. Nosotros visibilizamos desde el barrio unos procesos sociales muy fuertes. Vivimos en un país que lleva más de 50 años en una guerra institucionalizada. La gente tiene el derecho a conocer la realidad del país. Afrikan Soul impulsa eso. Afrikan le apuesta a la dinámica de la paz. Hemos cantado canciones como Falsos positivos, donde contamos el testimonio de una madre de Soacha que los vivió en carne propia”, agrega Andrés Triana, vocalista de Afrikan Soul.

El cantautor de la banda es antropólogo y alterna la música con el trabajo en comunidades vulnerables, donde a través de la música ayuda a jóvenes y niños que han sido víctimas del conflicto para que puedan encontrar otras alternativas distintas a la delincuencia y la drogadicción. “A través del hip hop se pueden salvar vidas. Les digo que, en vez de estar robando, tirando cuchillo, vengan y se tiren un free style o se compongan una letra en vez de estar fumando bazuko”, cuenta Triana, quien además siente nostalgia cada vez que los muchachos lo llaman maestro, ya que él dice no serlo.
Para ellos, el arte es la herramienta más importante para valorar la vida y es, además, un modo de transformar las situaciones que nos rodean en sonidos y nuevas maneras de vivir.

Ellos poseen un sonido claro donde el saxofón y la trompeta son los protagonistas. Rapear hace parte de su estilo, con una identidad propia contando historias de la juventud que nace en los barrios de clase media, donde todos los días hay una nueva lucha para sobrevivir.

Las letras son sus armas. Música para bailar, pero también para pensar. Improvisar es lo que hacen, así llegan a composiciones llenas de ritmo o canciones más al estilo rasta. Han tocado en varios festivales nacionales, festivales de juventudes en Bogotá, en Hip Hop al Parque e incluso en movilizaciones por la paz en la Plaza de Bolívar.

Producen en el estudio del bajista y productor de la banda, Gustavo Huertas. Por otro lado, consideran que son parte de una escena no comercial: el riesgo de hablar a profundidad sobre la sociedad no los hace bien recibidos en los medios. Canciones como Paro nacional se han impuesto frente a lo que suele sonar en la radio: “Ya los mandatarios regalando el país, maquillando realidades que se tienen que admitir. Señor presidente, aprenda la canción, si quiere se la canto en radio y televisión”. Por letras como esta, por el género y las temáticas de su música, han sido censurados; por apostarle a la crítica social han sido estigmatizados; por el tono de sus letras han sido tildados de guerrilleros, izquierdistas, chavistas, lo que para ellos es algo a lo que se exponen al estar en una tarima.

“No somos una banda de izquierda ni de derecha. No hay que serlo para que te toque la guerra. La paz no debe ser una moda, debe ser algo interno”, afirma Triana.

Otra de las complicaciones que tiene la banda es la falta de rubros dirigidos a géneros alternativos, además de la carencia de espacios para realizar conciertos con las condiciones técnicas ideales. “La escena del reggae en Colombia es complicada. Hay festivales grandes a los que queremos apuntar, como el Jamming Festival, pero no hay espacios. A nivel de producción nos autoproducimos, nos autogestionamos, y esto genera costos que nos toca asumir”, comenta Huertas.

“La autogestión es importante, pero el ideal con la banda es generar empresa”, resalta el vocalista. Para ellos, la escena cultural de Colombia aún debe construirse en comparación con la de otros países. Para ellos, en pro de la paz deberían existir recursos para los artistas en todo el país. “Falta apoyo del Estado y de la gente. Falta que la gente compre la boleta para ver a los artistas nacionales. Falta inversión por parte de la gente para que se apoyen los artistas”, dice el bajista. “Faltan espacios masivos para conciertos. No hay un estadio diseñado para hacer conciertos de más de 30.000 personas”, resalta el cantante.

Además, la falta de conciencia por parte del público es la principal arista de la cultura, ya que muchos prefieren esperar festivales gratuitos antes que pagar por ver a un artista. Es una falta de conciencia colectiva que no ayuda a generar cultura y hace que bandas como Chocquibtown o Herencia de Timbiquí se conozcan en otros países antes que en Colombia.

Si quieren conocer el sonido de estos jóvenes, los invitamos a seguir sus redes, como Afrikansoulbta, y recuerden compartir este proyecto, donde las bandas que emergen no tienen censura.

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