Carla Guelfenbein

Hoy hago una breve reseña del libro Contigo en la distancia, de la escritora chilena Carla Guelfenbein (1959), Premio Alfaguara de novela 2015. Pude leerlo gracias a que mi buen amigo Winston Morales Chavarro, más conocido como el poeta Aniquirona de Brucco, me lo hizo llegar por correo; de otra forma hubiese tenido que esperar varios meses para poder comprarlo. Tenía muchos deseos de leerlo, ya que la entrevista que había leído en Arcadia me había interesado:

http://www.revistaarcadia.com/impresa/literatura/articulo/contigo-distancia-carla-guelfenbein/43600

Por otra parte, el acta del jurado dice lo siguiente: “Una novela de suspense literario construida con gran eficacia narrativa en torno a un memorable personaje femenino y al poder de la genialidad. La autora ha sabido entrelazar amores y enigmas con una escritura a la vez compleja y transparente ».

Y para algunas personas se trata de una novela compleja :

«Contigo en la distancia» de Carla Guelfenbein

No obstante, debo decir que el libro no me generó mayores expectativas, no me sorprendió ni por su manejo del lenguaje, ni por su estructura narrativa, ni por las historias narradas y por supuesto no me pareció para nada complejo*; por el contrario, la trama se decanta sin lograr el suspense que algunas personas han creído ver en ella.

En otras palabras me pareció más bien insulso; no en vano Francisco Solano, de Babelia, titula la presentación de este libro Música de Bolero (El País, 16 de junio de 2015)

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/10/babelia/1433947776_149627.html

Una reseña que tritura el libro de Guelfenbein y con la que yo estoy de acuerdo.

Contigo en la distancia es, según su autora, un homenaje a la escritora brasileña, de origen judío-ucraniano, Clarice Lispector. Y si doy este dato es porque la obra está construida en torno a una escritora de culto, Vera Sigall, que se entrelaza con la vida de Lispector, de la abuela de Guelfenbein, también de origen ucraniano, y de la misma autora del libro. En torno a Sigall están su antiguo amante, Horacio Infante, poeta que construyó su fama apuntalado en una mentira, Daniel, el arquitecto y vecino de Vera, y Emilia, la francesa que va a Santiago para estudiar la obra de la escritora Sigall.

No obstante, yo diría que Contigo en la distancia es ante todo un homenaje a Mrs Dalloway, esa gran novela de Virginia Woolf, al menos yo lo considero así, puesto que hay múltiples alusiones a dicha obra, alusiones que saltan a la vista para cualquiera que la haya leído con cuidado.

El libro también me hizo pensar en un libro que disfruté mucho, Olor a rosas invisibles de Laura Restrepo, y en Je l’aimais de la francesa Anna Gavalda, una obra que me parece bastante mediocre, aunque debo decir que en Francia goza de gran renombre.

Contigo en la distancia es un libro malo, más bien pareciera una novela de Corín Tellado, solo que con algo más de trama y con el ingrediente de novela negra; aunque bastante desacertado.

Lo leí sin pasión y si lo leí hasta el final fue para entender porque el jurado le otorgó el premio Alfaguara de novela 2015. Y para ser honesta lo único que logré corroborar es el malestar que me producen los dos grandes premios literarios de España, Alfaguara y Planeta. Desafortunadamente estos dos gigantes editoriales designan premios con el fin de crear autores como si se tratase de una marca, pienso en Adidas o en Nike, por decir algo. Los premios literarios deben ser autónomos, independientes y no deben pertenecer a editoriales, como lo son el Goncourt, el Renaudot, o el Fémina, o el Médicis, premios de gran prestigio literario, aunque no siempre considere que son acertados; pero al menos hay independencia, ya que participan múltiples editoriales francesas. Es el caso del libro Amores de Léonor de Récondo, (Sabine Wespieser Editeur, Paris, 2015), ganador de dos premios de gran importancia en Francia: Premio de los Libreros 2015 y el Gran Premio RTL-Lire 2015.

https://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2015/03/30/cuando-los-galardones-literarios-los-ganan-los-malos-libros/

Para terminar diría que otro desacierto del libro es que es bastante extenso. Si Guelfenbein lo hubiese concebido como una nouvelle creo que hubiese ganado bastante. Pero es como una especie de chicle que se alarga y se alarga sin dar elementos nuevos y sin generar nuevas expectativas. Lo único que me quedó es la amarga sensación de haberme equivocado al encargarlo y por lo tanto de haber perdido el dinero que pagué por él.
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* Libros complejos son por ejemplo Le chapiteau vert de Ludmila Oultizkaïa:
https://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2014/08/17/ludmila-oulitskaia/
o La comadrona de Katya Kettu:
https://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2015/04/07/la-comadrona-de-katja-kettu-los-campos-de-concentracion-vistos-por-una-mujer/

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