El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

MAGGY DE COSTER

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Conocí a Maggy de Coster (Haití 1966) en octubre de 2010 en el IX Encuentro Internacional de Mujeres Poetas, en homenaje a Matilde Espinosa, organizado en esa oportunidad por Clara Bella Ventura en Bogotá. Desde entonces hemos estado en contacto permanente, volvimos a coincidir en el siguiente Encuentro, esa vez organizado por la poeta panameña Gloria Young; y posteriormente en París, donde he leído dos veces poesía invitada directamente por ella. Maggy de Coster, además de periodista, es poeta, novelista, escritora de libros y canciones infantiles y traductora del español al francés. Uno de mis libros, La ruta del espejo (Editions du Cygne, París, 2012),  tuvo a Maggy como traductora y ella misma se encargó de presentarlo al editor. Su obra ha sido traducida a varios idiomas: español, italiano, catalán, rumano, inglés, portugués y árabe. Es miembro del PEN, capítulo francés, y ganadora del Primer Premio de la Academia Internacional Il Convivio, Sicilia, 2003, entre otros galardones a su obra poética y profesional. Desde hace más de doce años dirige y edita la revista poética Le Manoir des Poètes.

Su último libro, de un total de 12 publicados, es Entre relámpagos y penumbras (Editions L’Harmattan, Paris, 2014), en edición bilingüe, francés-español. Es un pequeño poemario que nos invita a un viaje a través del tiempo y cuya nave es el libro. Por sus páginas navegamos por océanos conocidos y desconocidos; pero sobre todo es un libro que indaga en ese raro enigma que es la existencia humana:

“El hueco de las olas / aloja los pensamientos / de los niños perdidos”

Una alusión a la infancia extraviada en el pasado de cada uno de nosotros, una alegoría de una vida olvidada, ignorada y tal vez mancillada. Como si el dolor se hubiese lanzado por la grieta que separa las olas de un mar agitado por la tormenta.

“En los parajes del vacío/ mil sueños se deshacen / a la velocidad del sonido» /

Y como eternos Sísifos, cargamos con nuestra piedra al hombro:

«Soñar con Sísifo / en la ondulación de la tarde / resplandor de locura»

Este verso se revela en los poemas que conforman Sonata para una y mil páginas. Como Sherezada, Maggy De Coster nos canta a la lumbre de las estrellas el dolor que la habita, que habita sus palabras, que habita los libros arrumados en anaqueles escondidos:

“Cuando arden los bosques en verano / hay páginas de libros / Que se descubren carbonizados / en un suelo atormentado/… Otros se encuentran  / yaciendo en los troncos de los árboles / o encima de las crestas / peladas de las montañas».

Esos libros “carbonizados” o aún no impresos nos develan el secreto de su existencia: “¡Abajo las armas! / ¡Libros arriba! / Salvas de amor /tregua de guerra / y se callan las armas / y resuenan los campos de paz / sacados de los libros recobrados

Luego el libro se convierte en “brújula / guía noble del espíritu /»

E “intenta sobrevivir / al pie de un árbol… / Cuando todo desaparece en el vientre del río”. Y en las ramas de algún árbol encontramos “la jaula de la esperanza (que) abriga un libro”… “la vida de un libro en peligro”

Y haciendo alusión nuevamente a la contadora de leyendas Maggy De Coster dice:

“las páginas de mis libros / se parecen a las olas / de lluvias inesperadas / que sorprenden a los viajeros / de países desconocidos”

Y es que en el movimiento perpetuo de las olas podemos ver ese otro movimiento de ese otro mar, no de agua sino de arena: el desierto de los cuentos de las Mil y una noches; o de las Mil y una noche como decía Borges.

Y los niños perdidos, a los que hacía alusión anteriormente, aparecen -como sombras o fantasmas o sueños o evocaciones- a través de la recuperación de “la memoria / del tiempo / anidada en los viejos libros”

Al mismo tiempo que se pregunta:

¿Pero qué quedaría de nuestros pensamientos / si hubiera que recortarlos / como recortamos un libro?… Lanzadas en el viento / sin paracaídas / las hojas de los libros / tiritan de pavor / antes de rebotar / en una cama de neumáticos / al asalto de los guijarros”

Pero después de la tormenta viene la calma y con ella la esperanza de otra vida para el libro que se había volatilizado:

“Así como un cuento de nunca acabar / un libro duerme solo encima de un tejado / a la espera de despertarse / en las manos de un lector curioso”

Versos que me hacen pensar nuevamente en la guerra y la paz. La guerra los destruye, la paz los lee y los vuelve a escribir.

 

 

 

 

 

 

 

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