El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

ELEMENTOS MÍTICOS EN INFORME SOBRE CIEGOS DE ERNESTO SABATO

Sobre héroes

Nota 1: Para mayor información sobre la obra de Ernesto Sabato pueden ver mi otra entrada: Ernesto Sabato o el laberinto de la soledad:

ERNESTO SÁBATO O EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

Nota 2: El 30 de abril de 2011 una noticia me llegó como si hubiera sido una mirada de ultratumba; me refiero a la muerte de Ernesto Sabato, el gran intelectual, pensador y escritor argentino que el 24 de junio de ese mismo año hubiese cumplido 100 años. Es por ello que publico en mi blog un artículo que escribí a finales de los años 80 del siglo pasado sobre Informe sobre ciegos publicado inicialmente por una revista de la Universidad de Caldas, hoy desaparecida como tantos esfuerzos culturales de América Latina.
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EL REINO DE ESTE MUNDO, PEDRO PÁRAMO, CIEN AÑOS DE SOLEDAD, rompen con los postulados de una narrativa facilista y descriptiva, para sumergirnos de golpe en un mundo que va mucho más allá de las tesis del surrealismo que propugnaba André Bretón o del realismo mágico de Franz Roth. Este rompimiento se da por la irrupción de lo real maravilloso (que difiere del realismo mágico) en las letras hispanoamericanas; los escritores transcribieron el mundo circundante, el mundo americano que nunca ha dejado de maravillar a los europeos: «Lo real maravilloso nuestro, es el que encontramos en estado bruto, omnipresente en todo lo latinoamericano. Aquí lo insólito es cotidiano, siempre fue cotidiano»[1]. Esta irrupción tuvo como consecuencia directa el lanzamiento publicitario del boom, e hizo que la crítica literaria se revaluara, labor que exigía de los críticos nuevas disciplinas y nuevos enfoques que permitieran un acertado análisis y comprensión de la obra. Dentro de las nuevas disciplinas se encontraba el estudio del mito que permitiría una reivindicación y un acercamiento a las ricas tradiciones orales del continente, dando así una visión más amplia y más real al análisis del discurso literario. Las concepciones del espacio sagrado y espacio profano, de tiempo lineal y tiempo circular, como la explicación de la labor de un chaman o de un medicine-man van a ser ampliamente desarrolladas, lo que significa que la literatura, la antropología, la historia de las religiones, la sociología y la etnología van a unirse con el fin de lograr una acertada interpretación del texto. Por otra parte, no hay que olvidar que Juan Rulfo y José María Arguedas se entregaron de lleno al estudio de la antropología. En el presente ensayo se analizarán los aspectos míticos en Informe sobre ciegos, esa pequeña joya literaria que hace parte de «Sobre Héroes y Tumbas» de Ernesto Sábato.

Leer a Sábato es enfrentarse a los grandes problemas metafísicos que aquejan al hombre del siglo XX: la angustia, la soledad, el derrumbamiento de los valores que otrora lo sostenían; es hacer un buceo de la irracionalidad y del sentimiento lírico. Su trilogía está conformada por el desvelamiento de la realidad exterior y de la realidad interior, de la razón y de la sinrazón. Es ante todo una búsqueda de la verdadera condición humana. Su principal inquietud es la de devolverle al hombre su verdadera esencia, su ser; en un deseo de unificar nuevamente la naturaleza humana escindida, según Sábato, por la razón. De esta búsqueda surge su trilogía El Túnel, Sobre Héroes y Tumbas y Abbadón el Exterminador, además de incontables ensayos y artículos.

Por otra parte, Sábato promulga que el arte es la única herramienta de conocimiento, más válida aún que la ciencia; puesto que para el arte lo existente equivale tanto a lo objetivo como a lo subjetivo, mientras que para la ciencia sólo cuenta lo que es demostrable en un laboratorio o sea solamente lo objetivo:

«La novela colocada como está entre el arte y el pensamiento, desempeña una triple y trascendental misión: la catártica, ya intuida por Aristóteles, la cognoscitiva, al explorar regiones de la realidad que solo ella puede llevar a cabo y la integración de una realidad humana desintegrada por la civilización abstracta». [2]

La crisis del mundo moderno: Con el siglo XX aparecieron los grandes cataclismos que habrían de estremecer al hombre contemporáneo: las dos guerras mundiales, la bomba atómica, los campos de concentración. Sumado a lo anterior, el siglo XX es también testigo de la aparición de la gran urbe, y dadas sus connotaciones podría muy bien denominársela como un laberinto, donde reinan la angustia y las tinieblas y donde ninguna escapatoria es posible:
«La ciudad está dominada por el dinero y por la razón». [3]

La ciudad contribuye a la alienación del hombre, a su enajenación absoluta, le niega la posibilidad de existir, lo sumerge en una profunda soledad e incomunicación. Pero la causa principal de la masificación, de la «cosificación», del hombre se debe a la razón. Diosa entronizada en el renacimiento, y cuya labor fue relegar a los lugares más ocultos a las fuerzas irracionales que habían caracterizado al espíritu medieval; siendo solo rescatadas, siglos más tarde, por el romanticismo en su abierta rebelión contra la razón, la ciencia y el incipiente, pero tenaz, capitalismo. [4]
«El arte nos salvará de la alienación total, de esa segregación brutal del pensamiento mágico y del pensamiento lógico». 5]

La lucha de la razón y de la sinrazón, de la lógica y de la intuición, de la realidad exterior (para el autor es sólo aparente) y de la realidad onírica, caracterizan a Informe sobre ciegos. Narración desbordante, delirante, relatada en primera persona por Fernando Vidal Olmos. Es un diario en el que cuenta los pormenores de la investigación que emprende con el fin de descubrir los secretos de la secta de los ciegos, secta que podría muy bien simbolizar a la razón. Su descenso lo irá poco a poco alejando de esa hipótesis al irse transformando en el retorno hacia los orígenes.

Elección e iniciación: Fernando Vidal Olmos, al igual que Tiresias y Edipo, es el elegido para hurgar en las fuerzas desconocidas que rigen el universo. El primer indicio de la labor que debe realizar se produce en un sueño iniciático al escuchar «una campanilla como de alguien que quisiera despertarme de un sueño milenario» [6]. El sueño es sólo la continuación de las «pesadillas y alucinaciones» que habían poblado su infancia, sin comprender entonces, que representaban una revelación. La labor que se le encomienda es la de luchar contra las fuerzas oscuras del universo que impiden que la verdad y el conocimiento le sean develados al hombre. Las diferentes etapas que conforman la investigación están regidas por la intuición y la premonición. Una de ellas es el anuncio que hace de su propia muerte por medio del fuego: «Verdaderamente ¡Qué manga de canallas! Que para creer necesiten que a uno lo quemen». [7] Atravesar el fuego o morir a causa del mismo, en un intento de purificación, significa -según la tradición judeo- cristiana- que la condición humana es abolida y por lo tanto el acceso al paraíso es permitido.

El laberinto: En su descenso, o viaje iniciático, a las cloacas de Buenos Aires, Vidal Olmos encuentra pasadizos, habitaciones, puertas, escaleras y túneles que por su estructura conforman un espacio laberíntico: «¿Quién sospecharía, …que el taller de una modista pudiera ser la entrada al gran laberinto?». [8] Esto nos remonta a la prehistoria, época en la cual la caverna era asimilada o transformada en laberinto, lugar sagrado que servía a la iniciación de los neófitos y para la sepultura de los muertos. El laberinto es, a su vez, homologado al cuerpo de la madre-tierra (la Pachamama de los mineros peruanos). Tener acceso a un laberinto, a un túnel o a una caverna, simboliza el retorno a las entrañas de la madre-tierra.

La matriz subterránea: «Polvo eres y en polvo te has de convertir». Lo que en un principio se había revelado como la búsqueda de las fuerzas ocultas del universo se metamorfosea en la búsqueda de los orígenes: «Allí está la gruta…, costase lo que costase, debía penetrar en ella». [9] Es significativo que el autor utilice el verbo penetrar, en vez de entrar. Más que significativo, es simbólico, puesto que esa gruta representa al útero de la madre-tierra. En muchos mitos los hombres fueron sacados de las cavernas, de las entrañas de la tierra, como los minerales, plantas y piedras; siendo todos homologados a pequeños embriones que esperan su momento de crecimiento y desarrollo. La nostalgia del estado prenatal se convierte, a menudo, en un fenómeno colectivo que obliga al grupo tribal a renunciar a la lucha y a la consecuente espera de su desaparición total. Aún hoy el hombre occidental conserva hasta su muerte un fuerte sentimiento de solidaridad para con la tierra que lo vio nacer. Un sentimiento que va mucho más allá del falso patriotismo inculcado por la clase dirigente o por la educación tradicional. Es admiración y amor por el paisaje familiar o el recuerdo de los ancestros enterrados en el cementerio local. Este sentimiento aparece tanto en los mitos y leyendas como en el lenguaje: los romanos llamaban a los hijos ilegítimos TERRAE FILIUS, y los rumanos continúan denominándolos «hijos de las flores» [10]. La madre sólo es portadora de la obra de la madre-tierra. De ahí, que cuando la muerte se acerca, el hombre desee, ante todo, ser enterrado en su región natal, puesto que ese último acto le permite regresar al vientre materno, único lugar de paz verdadera jamás conocido por el hombre. El retorno significa que el ciclo de la vida se ha cumplido:

«La soledad absoluta, la imposibilidad de distinguir los límites de la caverna en que me hallaba… Me creí solo en el mundo y atravesó mi espíritu como un relámpago, la idea de que había descendido hasta sus orígenes. Me sentí grandioso e insignificante». [11]

La soledad y las tinieblas son el común denominador de las cuevas, pero también del útero, es el estado natural de la vida embrionaria.

El sufrimiento como medio de iniciar al neófito: El sufrimiento siempre ha tenido un gran valor espiritual en los mitos. En la tradición judeo-cristiana nos dice que Jesús para poder salvar a los hombres tuvo que ser sacrificado. Más aún, todos conocemos el proverbio que dice «más fácil pasará un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos». La pobreza y el sufrimiento son bendecidos por Dios, y entre más pobre sea el hombre y entre más dolor lo agobie, más cerca estará de la salvación eterna. En el mito, como en la religión cristiana, la tortura y el sufrimiento son siempre ocasionados por espíritus y dioses, y tienen como fin primordial la regeneración espiritual del hombre. Soportar el sufrimiento estoicamente, significa para el neófito dejar atrás la vida profana para nacer a una nueva vida, esta vez sagrada. En Informe sobre ciegos observamos diferentes etapas de tortura: pesadillas delirio, extravío…

«Sentí que aquel pico entraba en mi ojo izquierdo… En virtud de un mecanismo que no alcanzo todavía a comprender, por su falta de lógica yo mantenía mi cabeza siempre en la misma posición, como si quisiera facilitar la perversa tarea, como, aunque sufrimos, mantenemos la boca y la cabeza ante el dentista». [12] El sufrimiento, tanto físico como mental, es indispensable a la iniciación, es la prueba que debe cumplirse para que el iniciado se regenere espiritualmente.

La cópula con la deidad: Otra de las pruebas iniciáticas es la de ser tragado por un monstruo (bastaría con citar el pasaje bíblico de Jonás y la ballena). Semejante prueba tiene dos significados:

1. En el Medioevo, generalmente se representaba al infierno como un gran monstruo marino, y ser engullido por él no sólo era la muerte sino la condenación eterna.
2. Por otra parte, el acceso al vientre del monstruo, al igual que la penetración en la caverna, es el medio para reintegrarse al estado embrionario.

Lo anterior nos enfrenta a un dualismo: de un lado la muerte, el fin de la existencia y por consiguiente del tiempo; de otro el retorno a los orígenes que precede el comienzo de toda existencia temporal. [13]

En el análisis que nos ocupa, encontramos también esta prueba iniciática:

«Tuve la certeza de que allí tendría acabamiento mi largo peregrinaje y que tal vez, en aquel reducto poderoso encontraría por fin el sentido de mi existencia». [14]

Cita que corrobora el tema anteriormente desarrollado: la búsqueda de los orígenes. Esta nueva etapa comienza con una metamorfosis que se acentúa a medida que Vidal penetra la deidad:

«La cordillera parecía la espina dorsal de un monstruoso dragón petrificado… Y a medida que avanzaba veía que nada era viviente, que todo había sido calcinado por la lava o petrificado por las ardientes cenizas que aquel cataclismo cósmico había lanzado en edades pretéritas». [15]

En este viaje se hace contemporáneo de la creación, de los albores de la naturaleza, regresa a la edad primera del cosmos:

«Me sentí de pronto tan horrendamente solo que grité. Y mi grito, en aquel silencio mineral y fuerza de la historia, resonó y pareció atravesar centurias y generaciones desaparecidas». [16]

El tiempo lineal es abolido, por ello puede ser testigo del tiempo primigenio en el que vivieron los ancestros míticos:

«Ahora entra. Este es tu comienzo y tu fin». [17]

El ciclo total se ha cumplido. Sólo le resta llevar a cabo la etapa final:

«Algo atroz me sucedía a medida que ascendía por aquel resbaladizo, crecientemente cálido y sofocante túnel: mi cuerpo se iba convirtiendo en el cuerpo de un pez». [18]
En la cópula, Vidal sufre una metamorfosis y al mismo tiempo recuerda hechos remotos y olvidados, que debían ser conservados en la memoria colectiva al igual que hechos de su infancia. Posteriormente pierde el sentido y al recobrarlo se encuentra en el cuarto de la ciega (donde había comenzado su viaje iniciático). Con ella tendrá la siguiente cópula, pero en realidad la ciega es la madre de Fernando que a su vez representa a la madre-tierra.

Una de las obsesiones permanentes de Sábato, es el incesto, acto que permite el retorno al útero. El incesto es para Fernando Vidal Olmos el encuentro consigo mismo, la recuperación de una identidad perdida:

«por un instante tuve la vertiginosa, y ahora inequívoca revelación: ¡Era ella!… mientras espero la muerte medito sobre el misterio de aquella encarnación, quizá semejante al que convocado por un deseo imperioso se apodera del cuerpo de una médium… Entré furiosamente en aquel ídolo y entonces tuve la sensación de que era un volcán de carne, cuyas fauces me devoraban y cuyas entrañas llameantes llegaban al centro de la tierra». [19]

El incesto termina con una fiesta saturnal:

«El volcán de carne fue entonces desgarrado a cornadas por minotauros, cavado ávidamente por ratas gigantescas». [20]

El desgarramiento de la deidad coincide con el retorno al caos:

«La funesta luna radioactiva estalló… un gran incendio se desató, y propagándose con furia inició la destrucción total y la muerte… El universo entero se derrumbó sobre mí». [21]

Esta visión apocalíptica es el aniquilamiento total del tiempo y del espacio, aniquilamiento por medio del fuego, símbolo de purificación y de premonición de su propia muerte.

Bibliografía:
ELIADE, Mircea. Mythes, rêves et Mystères. Paris. Gallimard, 1957.
SABATO, Ernesto. Abbadón el Exterminador. Barcelona. Seix Barral.1982.
Hombres y Engranajes. Madrid. Alianza Editorial. 1983
Más sobre las Misiones trascendentales de la novela. En: Antología. Buenos Aires. Librería del Colegio.1975
Sobre Héroes y Tumbas. Barcelona. Círculo de Lectores. 1973.
Referencias
[1] Alejo Carpentier, la novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo y otros ensayos, siglo XXI editores, México 2ª edción,1981, pág.130
[2] SABATO, Ernesto. «Más sobre las Misiones Trascendentales de la Novela». En: Antología. Buenos Aires, Librería del Cole¬gio, 1975. p. 137.
[3] SABATO, Ernesto. Hombres y Engranajes. Madrid, Alianza Editorial, 1983. p. 23.
[4] ídem. p. 199.
[5] SABATO, Ernesto. Abbadón el Exterminador Barcelona, Seix Barral, 1982. p. I99
[6] SABATO, Ernesto. Sobre Héroes y Tumbas. Barcelona, Círculo de Lectores 1973 p. 261.
[7] ídem, p. 366.
[8] ídem, p. 339.
[9] ídem, p. 343.
[10] ELIADE, Mircea. Mythes, Rêve et Mystères. París, Gallimard, 1957.
[11] SABATO, Ernesto. Sobre Héroes y Tumbas. Op. Cit. p. 383.
[12] ídem, p. 345.
[13] ELIADE, Mircea. Op. Cit.
[56] SABATO, Ernesto: Sobre Héroes y Tumbas. Op. Cit. p. 390.
[57] ídem, pp. 390-391.
[14] ídem, p. 392.
[15] ídem, p. 393.
[16] ídem, p. 394.
[17] ídem, pp. 398-399.
[18] ídem, p. 400.
[19-20-21] ídem, pp. 400-401.

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