Dos o tres cosas que sé de cine

Publicado el fgonzalezse

The Revenant (El renacido): una película terrenal con aspiraciones metafísicas

Revivir una historia. Volver a un pasado que parece de pronto regresar a la vida. Por momentos, The Revenant (El renacido) se traduce en una experiencia que nos sumerge en un relato donde renace el pasado. No se puede sostener así por más de dos horas, sin embargo. El más reciente largometraje de Alejandro González Iñárritu se va diluyendo, su espectacularidad se va agotando en un cuento de venganza no muy destacable. Es cierto que la calidad técnica de la película es indiscutible. Antes que una recreación acartonada, se nos presenta un cuadro visceral que nos introduce en medio de la «acción». En la medida en que se aferra a este presupuesto, el film es admirable. Pero al incluir secuencias de contemplación vagamente mística, The Revenant cae en recursos facilistas que antes que enriquecer el relato, lo opacan. Y es que la película no termina de conseguir que su historia de venganza adquiera el carácter urgente y vital que promete, ni su director se decide a contar un relato crudo que se desligue radicalmente de la dramaturgia. A pesar de toda la intensidad con que aturde, The Revenant no termina de conjugar sus excepcionales secuencias con una historia que produzca verdadero interés. O en otras palabras, al intentar elevarla a una esfera metafísica, la película pierde el asombro terrenal del relato de un sobreviviente.

Los hechos que la inspiran ya han sido material para la leyenda. La increíble travesía de Hugh Glass ha servido de base para películas y novelas. Es con base precisamente en una de esas novelas, The Revenant de Michael Punke, que Mark Smith y González Iñárritu realizan su versión. Para la película, añaden elementos dramáticos para justificar la venganza que mueve al protagonista. Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) estuvo viviendo con los indígenas Pawnee y tuvo un hijo mestizo, Hawk (Forrest Goodluck), quien se ha convertido en su compañero de trabajo. En una expedición de tramperos estadounidenses padre e hijo son sorprendidos por los Arikara, lo que obliga a los expedicionarios a detenerse y huir terriblemente diezmados. Glass actúa como guía de los sobrevivientes hasta que es atacado violentamente por un oso. Malherido, el pronóstico no es alentador. El capitán de la expedición Andrew Henry (Domnhall Gleeson) decide dejarlo a cargo de Bridger (Will Poulter), Fitzgerald (Tom Hardy) y Hawk, con el objeto de que lo cuiden y que, de no sobrevivir, lo entierren adecuadamente. Fitzgerald tiene otros planes. A la menor oportunidad intenta matar a Glass, pero sorprendido por Hawk, asesina al hijo del protagonista. Aduciendo la cercanía de los Arikara, Fitzgerald convence a Bridger de abandonar a Glass a medio enterrar. La determinación del protagonista lo hará mantenerse con vida y atravesar el inhóspito terreno invernal que lo separa de Fitzgerald. The Revenant es un relato de supervivencia y venganza en medio de condiciones hostiles, pero también es uno que intenta contar el viaje de redescubrimiento de su protagonista para que encuentre una verdad existencial.

El inicio del largometraje da indicios de las intenciones del director. Primero vemos una secuencia onírica que muestra en cuidadas imágenes a Glass y su familia indígena. Inmediatamente después pasamos a una larga secuencia en la que somos testigos del ataque Arikara como si estuviéramos en medio de este. Los dos relatos se presentan así: uno el de un viaje de transformación interior, el otro de supervivencia en contra de amenazas concretas. El equipo de producción se esfuerza por dar una sensación de realidad. Lo consigue gracias al preciso diseño de producción de Jack Fish, las interpretaciones de un reparto comprometido con un despliegue físico muy demandante y, en particular, el deslumbrante trabajo del director de fotografía Emmanuel Lubezki. No puede decirse lo mismo de la espiritualidad que pasajeramente aparece en forma de cuadros «poéticos» sin mayor desarrollo narrativo. El descubrimiento de un sentido trascendental no implica un cambio para Glass, lo que termina por volver estas secuencias en una sucesión de imágenes sin mayor significación. Precisamente, González Iñárritu y Smith optan por un acercamiento en el que prima el realismo crudo donde no parece que tengan cabida las transformaciones de los personajes. En tanto esto va agotando el interés en la historia de venganza, no permite que se dé lugar a espiritualidad alguna.

Ciertamente, The Revenant impresiona. Resulta admirable la tenacidad con que el equipo de producción nos sumerge en el agreste panorama del relato. Su efecto inicial se diluye, no obstante; y la fascinación por vivir esta historia se ve opacada por su incapacidad por conjugarla con un sentido trascendental que no termina de plantear. Probablemente si el director hubiese preferido una simple historia de supervivencia, el largometraje habría ganado al concentrarse en su mayor fortaleza: la recreación vívida de hechos que han adquirido con el tiempo un tono legendario. La ambición disminuye a The Revenant. Tal como se nos presenta, el film es un soberbio ejemplo de inmersión en una «acción» que, precisamente por ello,  no logra compaginar la búsqueda de sentido que propone. Los gloriosos momentos de la película son eclipsados por esa falta de unidad. Así, el largometraje nos hacer revivir una historia terrenal, pero no nos persuade de su carácter trascendental, ni de su importancia.

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